capítulo 18

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Abro los ojos minutos antes de que suene el despertador, y con la mano derecha me apresuro a apagarlo antes de que comience a sonar. Miro al techo de la habitación, y con una fuerte inspiración trato de tomar conciencia de todos los eventos que están por suceder en los próximos días.

Una imagen de Kendra y Candy riendo alrededor de la mesa se forma rápidamente en mi mente. Sonrío de manera automática. Decidido, aparto la sabana que cubre la parte inferior de mi cuerpo, e, incorporándome, agarro mi teléfono móvil para llamar a Candy. Mientras espero respuesta, me paso la mano por la cara, dejándola descansar sobre mis ojos.

— Hmmm. — responde la voz de Candy al otro lado.

— Buenos días a ti también, prometida mía. ¿Qué tal por allí?— le pregunto.

La noche anterior y después de cenar, Candy me llamó para decirme que iba a quedarse a dormir. A decir verdad,  su voz denotaba un par de margaritas de más, así que estuve escribiéndome por whatsapp con Otto hasta que éste me convenció de que todo estaba bien y que no era buena idea ir a por ella.

“No si lo que quieres es casarte con ella, al menos..." — dijo Otto con elocuencia

— Buenos días — dice Candy con voz suave. Casi puedo imaginarla desperezándose, en su cama...—Todo bien. Sólo se nos fue la mano con el tequila. ¿Qué tal por allí?

— Kendra y yo estuvimos viendo White House Down, jugando a la Wii,  comiendo cosas que no quieres saber, y... Digamos que fui sometido a un test de idoneidad parental. — le digo sonriendo mientras me levanto de la cama para abrir la gran ventana de mi dormitorio.

— ¿Test de qué? ¿Qué demonios...?

— Sep. Una gran batería de preguntas del tipo "si unos locos secuestran la Casa Blanca conmigo dentro ¿Qué harías?”.— Nada más contestar la risa de Candy me llega a través del auricular — Tranquila mami, he aprobado con nota. Tengo que hacer unas cosas esta mañana, antes de que se reanude el rodaje, pero me gustaría estar contigo cuando firmes el prenupcial. Así que ¿Qué te parece si llevo a Kendra a clase y voy a por ti? Firmamos, desayunamos y te dejo el día entero para que compres tu vestido.

— Si me traes un par de jeans, ropa interior y un jersey para cambiarme, voy donde tú quieras. — contesta Candy.

— Nos vemos en una hora. Tómate una aspirina, anda.

Cuando cuelgo me parece escuchar la dulce risa de Candy.

Después de una rápida ducha, abro la puerta que une nuestros vestidores para tomar la ropa que me pidió.

En el estante,  doblados, un par de jeans con un bordado en los bolsillos traseros traen un recuerdo a mi mente: Candy los primeros días de rodaje paseando con ellos puestos por el set. Candy subida en una moto con el imbécil de Olliver Sutton. Mierda.

Un impulso irracional me hace querer invitarlo a la boda. Quiero que esté presente mientras Candy jura amarme y respetarme para la eternidad. Pero un pequeño detallito me frena: resulta que nuestro matrimonio no será para toda la eternidad. De hecho, ni siquiera vamos a tener una boda de verdad.

“De verdad". Las palabras comienzan a repetirse en mi cabeza.

Mierda. Candy se merece una boda de verdad. Con invitados, flores, niños con leotardos y todo ese rollo.

Sacando el teléfono de mi bolsillo trasero, marco el número de mi hermana Taby.

— Taby, soy yo. Candy y yo nos casamos en dos días. Y ni siquiera he organizado una boda de verdad, soy un Jodido desastre, Tab...

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