Capítulo 16

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- Siempre supe que el verde era tu color...Bonjour, chèrie.

- Justo cuando creía que mi día empezaba a mejorar... ¿Qué demonios haces aquí, Hugo? - pregunta tras soltar un bufido Callie O'Donovan, al observar a Hugo LaFontaine en la puerta de su despacho.

- Invitarte a comer, chèrie. - Contesta Hugo mientras entra en el despacho, y apoya una cadera en la gran mesa de escritorio.

Callie no podía creer que después de todo, ese canalla de LaFontaine estuviera ante su escritorio, jugando con una pluma estilográfica plateada, como si tal cosa.

- Pues ahórrate las palabras melosas. Porque no tengo tiempo para comer contigo. - Contesta ella sin apartar la mirada de los documentos que sostiene entre sus manos.

- ¿Es rencor eso que se cuela entre tus palabras?

- No, eso es acento escocés.

- ¡Ah! sarcasmo. Eso está mejor. Te pondré las cosas fáciles, Callie; esto es lo que va a pasar: Voy a invitarte a comer, vas a aceptar, y cuando estemos frente a frente, bebiendo un buen vino francés, voy a explicarte algunas cositas que creo que pueden interesarte...- explica el francés al tiempo que devuelve la pluma plateada a su lugar.

- ¿Y qué podría tener un cabrón como tú para que yo me sintiera interesada, uhm?

- Máximo Aguilar.

Apenas había terminado de pronunciar al nombre, y Callie ya había prácticamente saltado de su asiento.

- ¿Qué sabes, Hugo? - pregunta apoyándose con ambas manos en su escritorio.

Al hacerlo, se había acercado de manera inconsciente a él, otorgándole una más que agradable visión de su escote.

- ¿Con este traje vas a la corte? - pregunta distraído Hugo.

- ¡Detective!

- Aguilar...seh... Tendrás que aceptar mi invitación después de todo, escocesa.

- Está bien. Dame veinte minutos- Dice Callie dejándolo solo en el despacho.

Al tomar asiento en una de las suntuosas sillas, casi creyó oír a O'Donovan maldecirlo en al menos dos idiomas mientras ésta desaparecía tras la puerta.

Hacía más de 7 años que él y Callie no se veían. Algo sobre liarse con una acusada. Vale, en realidad fue sexo. De ese duro y jodidamente bueno. Algo que no hubiera tenido mayor importancia, de no ser porque por aquél entonces, O'Donovan y él habían comenzado a salir juntos. Sólo un par de cenas, algún paseo. Estaban en un estadío en el que ni siquiera podría haberse llamado " salir".

Claro que ella no lo vio de la misma forma.

- Dime que no vas a llevarme en esa cafetera tuya. - Dice Callie sosteniendo una capa del mismo tono verde que su traje de lana.

- Es un Thunderbird del 64, un clásico. No es ninguna chatarra.

- Seh, lo que tú digas...

Tras bajar las escaleras de mármol y atravesar el portón de vidrio que da a la calle, Callie emite una especie de bufido nada más ver el coche a lo lejos, un viejo thunderbird azul aguamarina.

El bufido se repite una vez en el interior, mientras toma asiento en el lugar del copiloto.

- Tranquila, Marilyn, no sabe apreciar un buen coche, cariño...- Dice Hugo mientras con una mano acaricia el gran volante del coche.

- ¿Le has puesto nombre? Dios...si ya sabía yo que aceptar tu invitación no era buena idea...

Una vez en el restaurante, y para sorpresa de Callie, la comida se desarrolló con bastante normalidad. Algo siempre novedoso cuando tu compañero de mesa era alguien como LaFontaine.

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