Capítulo 33: Hombre de confianza...

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Estamos llegando al pueblo. Le pedí a Lars que le echara el líquido curativo a Diana, pero no le quedaba, y ella sangraba mucho. Ahora lleva un harapo atado para tapar la herida, pero no aguantará mucho más.

Llegamos al pueblo, Yasín, pequeño y sin mucho que ofrecer, pero cobijando a miles de personas en la frontera del reino. Bajo de mi yegua y cojo a Diana en brazos mientras intento mantenerla despierta. Comienzo a gritar -¡Un médico por favor! ¡Necesitamos un médico!- y una mujer se acerca a mí:

-Están todos ocupados con los refugiados, pero yo puedo ayudaros.

-Gracias- la poso sobre el suelo, y la chica desenvuelve el trapo que cubre la herida. La mira un momento y saca un puñal de su cinturón, para hacerse un corte en la palma de la mano, y dejar gotear la sangre sobre el tajo de Diana. Yo la miro extrañado, pues nunca había visto aquello. Cuando termina vierte agua de un botellín, y la joven herida comienza a estremecerse, unos segundos después para.

La herida no se ha cerrado como con la pócima de Lars, pero al menos ha dejado de sangrar como antes.

Miro a la mujer a los ojos, los tiene negros y grandes. La piel blanquecina, el pelo negro y ligeramente ondulado, la nariz pequeña y unas ojeras que denotan cansancio, yo diría que tiene unos treinta años a juzgar por un par de arrugas, solo perceptibles a esta distancia. Comienza a hablar -Ponedla a la cola para los médicos, tal y como venía no iba a aguantar ni quince minutos, pero así tal vez resista unas horas más.

-Muchas gracias.

-No hay de qué.

-¿Cómo te llamas?

-Mi nombre es Amelía ¿El tuyo?

-Mile, Mile Grayden.

-Hm... Familia de purgadores.- y tal como vino se fue, "¿Pero qué ha sido eso?" pensé. Lars se acercó a mí y me dijo: -Pactos de sangre Mile, gente que hizo pactos de sangre con demonios en el pasado, para poder salvar a los heridos, se les despojó de sus sentimientos a cambio de una oportunidad de salvar a los suyos.

Volví a coger en brazos a Diana, y fuimos todos junto a los médicos después de preguntar dónde estaban. El lobo estaba junto a mí, no se separaba, yo lo acariciaba y él a veces me lamía las manos o la cara. Dos horas después la atendieron. Diana sobreviviría.

-Necesitamos hablar con el alcalde del pueblo- dijo Jensen -De modo que Anne se quedará con Diana, Mile vendrá conmigo, el resto haced lo que queráis, pero en dos horas os quiero junto a la posada Diente de Oro, en la entrada del pueblo ¿De acuerdo?- todos asintieron.

De camino al ayuntamiento, el canino continuaba siguiéndome, Jensen me comenzó a hablar, muy serio -Creo que Travis es un traidor.

-¿Cómo?

-Eso mismo. Lo de hoy está claro que ha sido una emboscada, y nosotros no nos hubiéramos parado en el bosque de no ser por él.

-Está claro que hay un traidor, pero yo creo que no es Travis.

-¿Y quién sugieres entonces?- me pregunta el veterano purgador.

-Lars- Respondo.

-¿Lars? ¿Por qué sospechas de él?- se muestra confundido.

-Hace unas lunas lo pillé "practicando" su magia a media noche.

-¿Y?

-Sonaba demoníaco, no conjuraba como los demás hechiceros que he conocido- Jensen sonrió ligeramente divertido, pero volvió pronto a su estado habitual.

-Lars no es un traidor, hazme caso, pero Travis es probable que sí lo sea, estate muy atento a él estos días.- la conversación quedó en eso.

Jensen se paró justo en la puerta del ayuntamiento -Aquí hay alguien que sobra- dijo mirándome de reojo -¿Yo?

-No joder, el chucho, si no no te hubiera mandado venir.

-Ahhh vale- miré al lobo de ojos amarillos y le acaricié la cabeza, diciéndole que no se moviera -No te gustan los lobos eh.

-No me gusta ningún animal que pueda tener pulgas o garrapatas.- me reí, mientras entrábamos en el edificio, no sin antes acariciar al lobo diciéndole, en un intento de que me comprendiera, que se quedara ahí.

La gente que trabajaba allí corría de un lado a otro, a excepción de cinco soldados repartidos por el lugar, bien armados con picas y espadas cortas, y protegidos con armaduras grises.

-Jensen ¿Por qué me has traído a mí?

-Eres en el que más confío, quiero que me acompañes siempre y cuando haya que hacer algo importante.

-¿No sería mejor que me quedara con el resto por si pasa algo? Teniendo en cuenta lo ocurrido, y que probablemente haya un traidor entre nosotros.

-Ten por seguro que Mika y Anne no son, y sabrán controlar la situación hasta que lleguemos.

-Está bien.

-Además quiero que conozcas la situación de primera mano.- aquello aumentó mi curiosidad.

Cruzamos la entrada y atravesamos una pequeña puerta de madera, luego avanzamos por un largo pasillo hasta llegar a otra puerta, custodiada por un guardia. Este le puso la mano en el pecho a Jensen, y el purgador le dio un pequeño colgante. El soldado lo miró un par de segundos y entró cerrando la puerta detrás nuestra. Nosotros aguardamos.

-La seguridad no es muy buena- le dije a mi superior.

-Andan como locos, es normal, ahora mismo podríamos entrar y matarlos y nadie se enteraría- siniestro comentario -Pero tranquilo, no lo haremos.

El guardia abrió la puerta dejándonos paso, en el medio de la habitación, una mesa de madera y un hombre sentado tras ella, no debe tener más de cincuenta, pero desgastado por efecto de la guerra, con algunas arrugas y cicatrices pequeñas, amplias ojeras y pelo gris despeinado más o menos corto. Ese es el humilde alcalde de Yasín,

-Hola Jensen- se dirigió a él sin ningún trato de cortesía, por lo que debo pensar que ya se conocían, luego giró la cabeza hacia mí -¿Y tú quien eres?- me preguntó con el ceño exageradamente fruncido, antes de que yo pudiera decir nada, Jen respondió por mí.

-Él es Mile Grayden, otro purgador de una estirpe casi perdida y, actualmente mi hombre de confianza- wow ¿Cuándo había empezado a ser así?

-Entiendo ¿Estás al tanto de la situación chico?

-Creo que...- Jensen me interrumpió.

-No, no lo está.

-De acuerdo, entonces procedo a explicar- comenzó el alcalde -Vais a buscar al heredero perdido del rey, un hijo bastardo que fue escondido y apartado de la sociedad. Ahora mismo debería tener unos diecisiete o dieciocho años, y vive como un granjero más, sin saber que sangre real corre por sus venas. Por eso mismo tenéis que darle una prueba. Aloys previó esta situación, por eso él tiene la mitad de un objeto, el cual si le entregáis la mitad que falta creerá todo lo que le digáis. Ahora os lo voy a ceder.

El alcalde abrió un cajón de su lado de la mesa con una llave, y sacó una caja negra con una cerradura blanca.

La posó encima del escritorio, y la rocé con las yemas de los dedos. Era suave. Había algo extraño en todo aquello.

Por tanto, me atreví a preguntar -¿Puedo saber qué es?

El último purgadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora