Anne...
Este mundo es muy jodido, no soy capaz de contar las veces que he pensado que daría la vida por alguien, y luego esa persona me ha fallado. Cada decepción debería hacerme más fuerte, pero en lugar de eso, me hunden cada vez más en la miseria, y creo que poco a poco voy madurando, es posible que haya llegado el momento de empezar a pasar de todo, comenzar de nuevo e intentar ser feliz de la mejor forma que pueda, sin complicarme la vida yendo detrás de alguien.
No voy a negar que quiero a Mile, quizá podría decir algo más que querer, pero no voy a hacerlo, por que esta es la nueva etapa de mi vida, en la que no soy yo la que se esfuerza, si no la que hace que los demás se esfuercen. No voy a olvidar a Mile, pero sí que voy a intentar verlo de otro modo, sé que yo le importo, pero ahora no tiene cuerpo para nadie, o por lo menos eso es lo que parece. Mile, al igual que yo, también ha sufrido muchos golpes duros, y creo que ahora está pasando por una etapa parecida a la mía, en la que simplemente, pasa de todo, tal vez esté inmerso en su pequeño mundo de fantasía, sea lo que sea, y por el bien de todos, espero que despierte pronto, por que lo vamos a necesitar en forma...
* * *
Es casi medio día, busco a Mile para ir de caza. No está en su tienda. Abro ligeramente la cortinilla de las otras tiendas, pero no está en ninguna, Jensen tampoco está en su tienda. La chiquilla amiga de Mile está recogiendo algunas setas. me acerco y las miro -Estas tres son venenosas, si las comemos andaremos con fiebre y picores al menos un ciclo, las otras está, bien, pero hay que hacerlas al fuego bien antes, no pueden quedar poco hechas.- le digo tirando las tres setas venenosas al suelo. Ella asiente y me da las gracias con una sonrisa, luego le pregunto donde está Mile, y esto es lo que me responde -Me levanté hace una hora y lo vi alejarse del campamento entre los árboles, antes de que pudiera decirle nada había desaparecido.- me señaló el lugar por dónde se fue, y tiré hacia allí, pero en cuanto me dí cuenta lo veía caminar hacia mí con un ciervo al hombro.
Mile...
Me levanté temprano por la mañana y aún no había nadie despierto. Me bebí un cuenco de leche de cabra y me adentré un poco en el bosque, buscando algún árbol frutal para completar el desayuno, encontré un manzano, y cogí uno de sus frutos, me subí a una rama y empecé a comer la manzana, cuando la terminé me encendí un cigarro. Desde donde yo estaba, podía verse a lo lejos el bosque quemado que habíamos dejado atrás, otra gran extensión de bosque todavía intacta, y una ciudad pequeña.
Llevaba puesta una camiseta y unos pantalones de saco, estaba descalzo y olía bastante mal, pero en ese momento estaba relajándome.
Dejaba entrar en mis pulmones el humo del cigarro, y expulsaba suavemente lo que me sobraba, a veces por la boca y otras por la nariz, mientras pensaba en todo lo que había pasado en los últimos meses: Mi hermana y mi tía habían sido asesinadas por demonios, los cuales se creían extintos, me uní obligado a un grupo de curiosos contratistas, me gané su respeto, me encariñé de ellos y luego me escapé, descubrí que era descendiente de los famosos purgadores, amé a dos mujeres, perdí a una, el rey murió, y ciudades, pueblos y bosques están siendo destruidos. Qué ruin es la vida ¿No? Ahora estamos embarcados en un viaje para encontrar al hijo oculto del difunto rey Aloys, antes de que el juez Brandeur se haga con el reino y nos lleve al fracaso. Creo que hubiera sido más fácil nacer siendo rata.
El cigarro se consumió antes de que me diera cuenta, de modo que bajé del árbol y volví al campamento, abrí uno de los barriletes de agua y vertí un poco en una cuenca, lo suficiente para lavarme un poco. Me vestí, cogí mis armas y me cargué de flechas, ya que no había nadie despierto aún, decidí ir a por la comida.
Tras un rato caminando, encuentro las huellas recientes de lo que parece ser un ciervo, y las sigo. Voy con el paso apurado, pero sin hacer apenas ruido, buscando las huellas del animal y otras marcas de su paso por ahí, como ramas rotas u hojas pisoteadas. Puedo escuchar el sonido del ciervo masticando. Tenso lentamente el arco. Apunto al cuello del majestuoso animal. Oigo un pájaro revolotear detrás mía. El ciervo me mira. Suelto la flecha. Este echa a correr, y yo fallo. Maldigo al pájaro que me ha hecho fallar el tiro, pero en el fondo sé que estoy despistado. tengo la cabeza en otra parte.
Esprinto entre los árboles, zigzagueando tras el ciervo, tensando el arco de vez en cuándo buscando un tiro claro, pero, obviamente, el ciervo es más rápido que yo y lo pierdo entre la maleza. Tengo que volver a seguir su rastro, que por suerte, es bastante fácil de encontrar. Tras unos minutos me vuelvo a topar con él, pero no está solo. Está tumbado en el suelo, y tres cervatillos jóvenes moviéndose alrededor. Sus crías. Dudo en tensar el arco... pero hay que comer. Disparo la flecha, que atraviesa el cuello del animal como si de una almohada se tratase.
Volviendo al campamento, con el ciervo a cuestas, me topo con Anne -Veo que ya has ido de caza- me dice, a lo que respondo con una sonrisa -Así es, hoy comeremos en condiciones.
Cada vez que hablo con ella se me vienen varias imágenes a la mente, de sus labios, su cabello, y luego de su rostro llorando. Es verdad que me encantaría volver a estar junto a ella, pero... ¿Realmente vale la pena hacerle daño otra vez? Te conoces muy bien Mile, y sabes perfectamente que nunca sabes lo que quieres.
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El último purgador
FantasyMile es un mercenario que es encarcelado con la excusa de haber cometido un crimen que, en realidad, él no cometió, matar a lo que le quedaba de familia, el juez Brandeur le da una oportunidad de volver a la sociedad gracias a servicios prestados al...