Capítulo 10: Nueva ruta...

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Yo estaba acuclillado al lado de la fuente, con el brazo derecho al aire, dejando ver las runas. Anne y Mika no paraban de mirarme, aunque Mika más bien miraba las runas, se me acercó y agarró mi brazo, le dió vueltas, examinando cada trazo de los dibujos que ahí estaban estampados. La tinta se había mezclado con mi piel, calando hasta los huesos, y las runas se veían de ese color rojizo, aunque cada vez más oscuro.

Mika me miró a los ojos y habló - Mile, ¿sabes que es lo que tienes pintado en el brazo no?

- sí, son runas.

- ¿por qué no nos dijiste nada?

- en parte para protegeros, y en parte porque no me convenía que mucha gente se enterara.

- lo segundo lo entiendo, pero, creo que podríamos defendernos al menos ¿no crees?

- tu no sabes de lo que son capaces.

- sí que lo sé, mejor que tú...- ¿mejor que yo? ¿estaba seguro de lo que decía? - ¿a qué te refieres?- Anne se acercó a mi y me agarró del hombro - déjalo, tenemos que buscar a Carter- me tendió la mano para levantarse, la cogí y me levanté - ¿dónde fué Carter?- le pregunté a Mika - fué al pueblo vecino, dijo que tenía que hablar con alguien, y que volvería mañana por la tarde, aún es temprano, si salimos ahora llegaremos mañana por la mañana.

Mientras caminábamos hacia los caballos me dí cuenta de que Anne cojeaba - Anne, ¿cuando te hiciste daño en la pierna?

- cuando entré a por Mika, se cayó algo en mi pie.

- ¿quieres que te lleve?- Mika me miró de reojo, Anne me sonrió y asintió - sí por favor- la cargué en mi espalda, y continuamos el camino en silencio, cuando llegamos al establo se había quedado dormida, así que la subí a mi caballo, y até las riendas del suyo al sillín de Claricie, que, en cuanto llegué, me empezó a olisquear, yo le acaricié la crin y junté mi frente con la suya.

A medio camino, decidimos parar en un claro del bosque a pasar la noche, Anne se despertó nada mas llegar, le ayudé a bajarse de la yegua, y le dije que se sentara, se sentó, saqué un saco de dormir y lo estiré en el suelo, Mika fué a buscar leña para hacer una fogata. Habría puesto más sacos, pero se habían quemado con la posada.

Me senté junto a Anne mientras esperábamos, como no había nadie, la agarré de la cintura, ella me miró, y la besé en los labios, otra vez. No me cansaba de hacerlo, una y otra vez, nunca había disfrutado tanto el besar a alguien, Anne era como... Anne era especial, no podría describir de ningún modo el cómo me sentía a su lado.

Los árboles eran abetos, muy juntos unos de otros, salvo por el camino y el claro, uno de ellos, estaba torcido, medio arrancado del suelo, dejando ver las raíces. El suelo era pura hierba, y unas cuantas flores acompañando el verde, margaritas blancas, entre el silencio de aquel momento, decidí preguntarle algo a Anne - Anne.

- dime.

- ¿a qué se refería Mika con lo de que conoce a los demonios mejor que yo?

- no sé si debería contarlo...

- venga, sabes que no se lo diré a nadie- titubeó un poco, pero al final me respondió - Mika... está casado, y tenía una hija- me quedé atónito, pero seguí escuchando - un día, apareció un demonio en la calle, y atacó a un chico, por alguna razón que no se sabe- "¿un descendiente de purgadores?" pensé, y le pregunté por el - ¿el chico sigue vivo?

- ¿a qué viene eso?

- no... nada, continua.

- ... sí, Mika le salvó la vida, pero le costó la de su hija, porque, cuando Mika atacó al demonio, este agarró a su hija, Mika se acercó a el, y le rebanó el cuello, luego, mató al demonio...

El último purgadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora