Capítulo 24: Sergei...

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Salimos del edificio de apartamentos, y avanzamos por la ciudad en dirección a la única entrada, y salida.

Todo en mi cabeza daba vueltas, Álex no se había comportado de esa manera antes, al menos no tan seria. Diana parecía no tener miedo de mí, cosa que, a estas alturas y siendo ella tan joven, me parecía muy difícil. Y por si no fuera poco, cada vez se veían más demonios, y menos humanos...

Un tajazo, una patada, una rajada, una estocada, un puñetazo, un sablazo, una punzada... a base de eso y más había que avanzar.

Álex lanzaba una especie de líquido que quemaba a los demonios, y así defendía a Diana.

Después de derrotar a un grupo de demonios recogí un arco y un carcaj con flechas abundantes, y aún lo rellené con flechas de otro carcaj. Giramos una esquina y dimos a la calle principal de la ciudad, a aproximadamente cincuenta metros se encontraba la salida.

Pero no penséis que fuera a ser tan fácil... no. La imagen del momento nos presentaba a soldados intentando defenderse inútilmente, y otros siendo masacrados por grupos grandes de demonios... no cabía duda de que nos ganaban en número.

Sin embargo, el verdadero problema no era ese. El verdadero problema era un demonio que se encontraba en el medio y medio del puente, obstruyendo nuestra salida.

Sí, lo sé, es sólo un demonio, pero este desprendía un aura diferente, no podía ser un demonio cualquiera.

Al ver vomitar a Diana supuse que tenía que ser un engendro de alto rango en su estirpe, en resumen, nos esperaba una batalla de cojones.

El demonio comenzó a caminar hacia nosotros, y según se acercaba iba distinguiendo mejor su aspecto.

Era joven, veinte o veinte y pocos, pelirrojo, con el pelo largo y despeinado, que le llegaba hasta los hombros. Los ojos con el iris blanco, las orejas con más de tres pendientes en cada una. Vestía un chaleco negro sobre una camisa blanca, y unos pantalones bombachos de fina tela, también negra. El arma que portaba era una espada de la misma altura que yo, pero delgada como una caña de bambú, y él, medía una cabeza más que yo.

Mientras que se acercaba iba replicándome a grito pelado - ¡Mile Grayden! ¡Yo, Sergei de la estirpe Negra! ¡Para ganarme el honor de mi tío Tarón! ¡Voy a acabar con tu vida y a entregarle tu cabeza en bandeja de plata!- Por alguna razón que mi mente no tiene pensado comprender... sonreí, y fue una sonrisa sincera.

Yo empecé a caminar dejando atrás a Álex, cuidando de Diana. Y según me acercaba al demonio comenzaba a hablar - ¡Yo, Mile Grayden, purgador del reino, coronado por el fallecido rey Aloys, mercenario de profesión! ¡Para ganarme el respeto a cruzar ese puente! ¡Te voy a destrozar la cara contra el suelo!- seguido de esto, cogí una flecha, tensé el arco, y la disparé contra el pecho de Sergei, ya esperando que la esquivara, como obviamente hizo.

Cogí otra flecha y volví a tensar el arco, esta vez hice el amago de soltar la flecha, Sergei se movió un poco y se medio sorprendió cuando realmente disparé la flecha y le di en el hombro. Puso una expresión de dolor en su cara y se arrancó la flecha sin titubear.

Como ya estábamos demasiado cerca para usar el arco cogí mi espada, y ambos comenzamos a correr. Sergei me lanzó un tajo descendiente, que desvié con mi espada hacia un lado, le intenté dar una patada en ese momento, pero me agarró la pierna con un brazo y giró para tirarme al suelo.

La caída fue dura, antes de que me levantara alzó su espada y la dirigió hacia mi cabeza, la paré con mi espada a duras penas, y forcejeamos unos segundos así.

De repente gritó y se apartó de mí, pude ver que tenía el brazo algo quemado y la manga de su camisa se estaba echando a perder, justo antes de que mirara a Álex con odio. Aproveché ese momento para tirarlo al suelo barriéndole una pierna.

Me levanté rápidamente e intenté atravesarle el pecho con una estocada recta, pero lo desvió con su espada y me apartó de él con una patada en el vientre. Se puso en pié y me embistió con el hombro. Me llevó unos metros hacia atrás y me dio un golpe en el riñón con el mango de su espada, seguido de esto se separó de mí y me intentó atravesar con su espada, me giré en un intento inútil de esquivarlo, y me rajó parte del riñón derecho.

Me agarré la herida y sostuve mi espada en alto, me lanzó un tajo horizontal con su mandoble, lo desvié hacia arriba y me acerqué para darle un cabezazo, y seguido de esto cortarle un brazo en un sablazo desde el suelo hacia arriba.

El corte fue un poco por encima del codo, más sangre se estrelló en mí, pero ya era algo en lo que no me fijaba. Sergei gritó de dolor, Álex le lanzó una piedrecita, que impactó sobre él y lo tiró al suelo como si fuera una gran roca... eso era algo que ya conocía de antes.

Me acerqué al demonio, que yacía gravemente herido en el suelo, se aferraba al arma que portaba como si de ello dependiera su vida, pero le clavé la espada en la mano que le quedaba... otro grito de dolor salió de su garganta.

El engendro solo maldecía mientras Álex se acercaba a mí con una daga en la mano - ¡Maldito! ¡Morirás de todos modos! ¡Esta ciudad ya esta perdida, igual que vuestro inútil reino!- le pisé la herida del brazo arrancado, y soltó un gemido sordo. Álex me puso la daga en la mano, y yo apoyé la punta sobre su pecho.

Mi vista se volvía borrosa, y todo empezaba a moverse, no me encontraba bien. Iba a clavar la daga cuando una flecha me atravesó el brazo, y la daga cayó en el suelo, intenté mirar a mi nuevo atacante, no lo pude distinguir, pero ví un gran manchón rojo en donde este se encontraba.

Volví a mirar a Sergei, pero solo vi tierra, Álex me decía algo, pero no lograba reconocer que era. Diana se encontraba de pié también, diciéndome algo.

Me fallaron las rodillas, Álex me cargó sobre ella, y lo siguiente que recuerdo son pequeños flashbacks. El sonido del agua de un río, Diana diciéndome algo indescriptible con cara de preocupación mientras nos movíamos, y luego, la cara de Álex haciendo un gran esfuerzo y una fuerte luz... pero esta vez no provenía de mi brazo.

El último purgadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora