Capítulo 3: La fama que me precede...

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Los campos de los alrededores de Cabo Lima estaban llenos de vegetación, abundaban los sauces llorones, y se cruzaba en nuestro camino un pequeño riachuelo, alrededor del cual, volaban sin rumbo un par de libélulas. Según te ibas acercando al pueblo, aumentaba la densidad de los árboles, que llegaban a formar un pequeño bosque. El pelo de Claricie se movía ligeramente con cada paso del animal, y su movimiento me hacía sentir bien, aunque me dolía un poco el trasero de tanto cabalgar.

Tocó bajarse al fin, y amarramos nuestras monturas en un poste de señalización, me acerqué al oído de Claricie mientras le acariciaba el costado, y me despedí de ella con un suave susurro, luego empezamos a caminar, a este paso, no tardaríamos más de quince minutos en llegar al pueblo, así que decidí fumar un cigarro, cogí la pitillera y saqué uno de los que me quedaban, dejé dos dentro, la guardé y escogí al azar una de las cerillas, y la rasqué repetidas veces contra el lado de la cajita, me llevó cuatro intentos encenderla, pero al final conseguí darle la primera calada al cigarro, fue larga, y después solté el humo mirando al cielo. Carter y Anne también fumaban, de modo que se podría decir que el único sano del grupo era Mikael.

Pasados unos diez minutos nos agachamos tras unos arbustos, ya habíamos acabado los cigarrillos, y Mikael dejó en el suelo un pequeño saco, del que cogió un mapa y un catalejo, entonces Carter empezó a hablar señalando una cruz roja en el mapa —Esta es la única entrada al pueblo, y ahí es donde tienen el puesto principal, por llamarlo de alguna manera, ahí debe de haber entre tres y cinco hombres mas el cabecilla, de eso nos encargamos Anne, Mile y yo, mientras tanto, Mikael irá a acabar con los hombres que rodean el pueblo, que son de tres a cinco también, ¿os parece bien?

—Yo tengo una duda— salté al momento —¿No es un poco injusto que Mikael vaya a por la misma cantidad que nosotros tres juntos?— Anne y Carter soltaron una carcajada, Mikael se mostró un poco ofendido —Se ve que no confías en mi destreza.

—Para él enfrentarse a cuatro no supone ningún problema, además, están muy separados unos de otros, asi que será como un paseo por el parque— me explicó Anne, y Carter decidió dar comienzo a la operación —Bueno, dicho esto... ¿empezamos?

—No, si él va a encargarse de cuatro, quiero los demás para mi— Mikael se sorprendió y me fulminó con la mirada, Carter y Anne se rieron, pero luego se pusieron serios poco a poco, —¿Lo dices enserio chico?— me preguntó Carter —¿Enserio te quieres retar con él?

—Más o menos, simplemente no quiero quedar bajo su sombra— Anne se negó —¿Pero qué dices? ¿Cómo vas a...?— y entonces Carter la interrumpió —Me parece bien, si quiere hacerse valer por mi perfecto, además, si es tan bueno como se rumorea, no debería serle ningún problema— se hizo el silencio durante un momento, y luego Mikael se levantó y me miró directamente a los ojos —Está bien, si es así como lo quieres, yo iré empezando— se dió la vuelta y se alejó, mientras levantaba la mano en señal de despedida —¿Crees que se lo habrá tomado muy a pecho?

—Seguramente— me respondió Carter sin darle demasiada importancia —Bien, pues... ¿empiezo ya?

—Si, nosotros nos colocaremos a una distancia prudencial, ¿quieres el catalejo para planear algo antes?

—No.

—Entonces, ¿ya tienes algún plan?

—Yo no hago planes— Anne se rió, Carter simplemente sonrió un poco, —Que divertido es este chaval, creo que me voy a reír bastante— dijo la chica, a lo que respondí llevándole la contraria —No lo creo, y ahora, vamos.

Carter y Anne se pusieron, como ya dijeron antes, a una distancia prudencial, y se dedicaron a mirar por el catalejo, yo me acerqué y me puse tras un árbol, más o menos a unos treinta metros de los primeros dos bandidos, y tras ellos, una tienda de campaña improvisada con ramas y hojas, ojeé un poco el entorno y pude ver a otros dos, un poco más alejados, cada uno estaba hablando con el que tenía al lado, y en cada grupo había uno con arco, luego, en los que estaban más cerca, el otro llevaba una lanza, y de los que estaban más lejos, una espada corta, el cabecilla debía estar dentro de la cabañita, cerré los ojos y me mentalicé, luego saqué el arco de la funda y la dejé colgando del cinturón, empecé a caminar hacia los soldados mientras sacaba una flecha del carcaj, me vieron los dos primeros al momento y gritaron a los demás, tensé el arco y disparé la flecha, que le atravesó el cuello al del arco sin darle tiempo a coger una flecha, el de la lanza corría hacia mí mientras el otro arquero me lanzaba un proyectil, iba bien dirigida pero la esquivé fácilmente, luego el de la lanza me intentó atravesar con el arma, pero dí un paso a la derecha para evitarlo, agarré su lanza, la eché al suelo y la rompí de un pisotón, desenvainé mi espada antes de que le diera tiempo a hacer nada y le rajé el cuello, llegó a mi lado el de la espada, seguido de otra flecha, "el arquero es muy lento", pensé, y volví a esquivar la flecha, el espadachín arremetió sobre mí dándolo todo, pero esquivé sus golpes sin frenarlos con la espada, al final me desplacé a la derecha y clavé el costado de mi espada en su vientre con fuerza, haciendo que se doblara por la cintura, luego le golpeé la cabeza y este cayó al suelo, así que lo rematé atravesándole la espalda.

Me percaté de que no me habían lanzado más flechas, y busqué al arquero con la mirada, pero no lo encontré, sin esperármelo, escuché unos pasos detrás mía, y me encontré con un hombre corpulento que corría hacia mi con un hacha, lanzó una arremetida lateral, que esquivé con facilidad, y golpeó varias veces más de lado a lado, cosa que me fue fácil de esquivar, aunque tuve que desviar algún golpe con la espada, de repente cambió el sentido de los golpes y me mandó un hachazo vertical, lo frené con la espada y lo eché hacia atrás, luego lanzó un golpe directo a la cara, me moví a la izquierda pero me hizo un pequeño corte en la cara, a partir de ahí empezó a sonreír y me mandaba golpes en todas direcciones, los tenía que desviar todos con la espada, me dí cuenta de que aún agarraba el arco con una mano, y eso me dificultaba el combate, de modo que lo lancé hacia atrás, giré sobre mí mismo, y le golpeé con la espada en el costado, que era el único punto débil en el torso, retrocedió unos pasos y le clavé el dorso de mi espada en la cara, por fin dejó caer su arma y luego él mismo, miré alrededor y ví que no quedaba nadie, entré en la cabaña, en la que no cabían más de dos personas sentadas, y encontré un pequeño cofre, de dos palmos abiertos de ancho, no tenía llave, y al abrirlo ví dentro un par de joyas y bastantes monedas, sobre todo de bronce y plata, pero también alguna de oro, cogí un par de monedas de plata y otro par de oro y lo cerré, luego salí de la caseta y les hice señas a Carter y a Anne para que se acercaran.

Llegaron corriendo los dos, y Carter fue el primero en hablar —¡Menuda la que has montado! Sí que eres bueno— soltó alguna que otra carcajada, mientras Anne me decía —Sí que lo eres, no mentían cuando decían que eras una bestia, pero mira, te ha pegado un buen tajo en la cara— me tocó un poco la herida, tanteando con los dedos, y se arrimó para verla mejor, yo no pude evitar mirar hacia abajo un momento para ver su canalillo, aunque enseñaba bastante más, se percató y se alejó un poco, yo me rasqué la nuca diciendo —Perdón, se me desvió un poco la vista— lo dije con un tono burlón mientras miraba alrededor, a ella le debió hacer gracia y se rió entre dientes. Carter miró alrededor —Bueno, iremos a por los caballos y llevaremos los cadáveres al alguacil, como prueba del trabajo.

—Me parece bien— le respondí, y Anne sonrió y empezó a caminar en dirección a los caballos —¡Pues vamos! ¡No hay tiempo que perder! Después de un buen trabajo siempre viene una buena fiesta— exclamó la chica mientras andaba, y nosotros dos fuimos tras ella. Creo que les dejé una buena impresión.

El último purgadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora