Capítulo 14: Gartyen...

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El día siguiente lo pasamos descansando y... digamos, que como si fuéramos una pareja.

Me enseñó la ciudad, y quedé realmente enamorado, tanto de la ciudad como de Álex. Se me hizo lejana la tarde en que Anne me besó, y me dí cuenta, de que quizás el amor que sentía por Anne, no fuera como el que sentía por Álex, ya que, Anne se parecía mucho a mi hermana.

Visitamos las zonas más emblemáticas de la ciudad, la catedral de Sir Dietrick por ejemplo, o el puente de Angosto, en el que se dice que el general que llevaba ese nombre, milenios atrás, derrotó a un ejército entero, cortándoles el paso con siete hombres solamente.

Llegó la puesta de sol, y fuimos al cuarto de Álex, me puse la armadura de cuero, y dije adiós a mi cómoda camisa negra, me tapé con la capa, y me armé bien.

Álex había dicho que teníamos qie escoltarle, desde su casa, hasta una especie de refugio, ya que varias personas buscaban su muerte, después de eso, me colocaría las runas que hicieran falta para vencer a mi némesis, al demonio que me arruinó la vida... Tarón.

Álex llevaba el pantalón de cuero y el corsé del otro día, mas la capa negra por encima, el pelo recogído en una coleta, y una diadema. Llevaba dos dagas en el cinturón, y algún saquito, cuyo contenido desconocía. Álex me miró mientras abría la puerta del pasillo - vamos Mile, tenemos algo importante que hacer- titubeé un poco antes de dar el primer paso, a partir de esta noche, sería alguien mucho más poderoso, y podría enfrentarme al fin a Tarón en igualdad de condiciones, esta era una noche importante... no... esta era la noche. Miré los ojos de color cambiante de Álex, "ahorra verdes" - vamos...

Ayer también llovió, de modo que las calles estaban mojadas y resbalaban. Caminamos por una calle en la que había bastante gente, luego nos metimos por varios callejones, y al final Álex se paró frente a una enorme puerta de madera, me miró seria - es aquí- se dió la vuelta y tocó siete veces despacio, paró un momento, y tocó otras tres, luego esperó. Al poco la puerta fué abierta por un hombre de metro sesenta y poco, con algo de barba y el pelo largo, algunas arrugas en su cara hacían saber que debía tener alrededor de cuarenta años, y me miraba con sus ojos marrón oscuro, encajados en una expresión de alivio - ¡soys vosotros! Pasad, pasad, os estaba esperando... ¡ah! Por cierto chico, yo soy Gartyen- ni siquiera nos dejó hablar, en cuanto me dí cuenta ya estaba dento de la casa.

Todos los muebles eran de madera barata, desgastada y vieja, el suelo tenía termitas, que dejaba innumerables agujeritos, y los faroles alumbraban más bien poco, más o menos como las velas, y las paredes estaban sucias, tenían manchas negras por todas partes, como de quemado o algo así.

Llegamos a una habitación que debía ser el salón, ya que había una chimenea y un sofá grande, medio quemado y estropeado - Gratyen... ¿qué le ha pasado a tu casa?- Álex se mostró preocupada al preguntar esto, me fijé en que el hombre se frotaba las manos, y le temblaban mucho - son esos hechiceros... ayer volvieron.

- espera... ¿no es que los hechizos y conjuros no sirven para atacar?- pregunté algo desconcertado - desde la vuelta de los demonios... algúnos hechiceros han tratado con ellos, y estos les han enseñado conjuros prohibidos, para herir y matar- Gartyen no me miraba a los ojos, pero pude ver que no tenía pupilas, solo estaba el blanco y el iris marrón - ¿y el rey no hace nada?- pregunté, Álex me respondió - el rey intenta ignorar por completo el tema de los demonios, al menos públicamente... y cree que si se ocupa de esto puede verse involucrado con ellos.

- ya... pues vaya...

- escuchadme, sobretodo tú chico... esto... ¿como decías que te llamabas?

- Mile, Mile Grayden.

- ¡oh! ¡un Grayden! Pues va a ser que lo que decía Álex es cierto, tienes sangre de purgador, y de los buenos- Álex me agarró del brazo y me miró a la cara - enséñale las runas- asentí, Álex retiró el brazo y yo aparté mi capa para que las viera, Gartyen se acercó y las observó detenidamente, rozándolas ligeramente con el dedo - lo has hecho bien, Álex, pero me llama la atención esta- señaló a la de arriba, la que emitió la luz blanca que espanta a los demonios - Álex... ¿no se la has puesto tú verdad?

- no, cuando le puse las runas esa ya estaba, y ya tenía hecha la incisión bajo la axila... aunque él no recuerda cuando se la hicieron, dice que lleva ahí toda la vida.

- ya veo...- siguió mirándo la runa - tiene un trazado impecable, es un circulo perfecto... esta runa solo la pueden hacer los de su familia, explico: cada familia de purgadores tiene algúnas runas secretas, la familia de mile era conocida por una runa que emitía una luz blanca, que quemaba la piel de los demonios...

- espera... esta runa emite luz blanca, pero solo los espanta.

- entonces tienes que aprender a utilizarla, a eso no te puede enseñar nadie, tiene que salir de ti.

- de acuerdo... lo intentaré- Álex cortó la conversación - Gartyen, debemos irnos, si quieres alejarte de ellos claro...

- sí sí, vamos- Gartyen no cogió nada, simplemente se dirigió a la entrada, y se quedó delante de la puerta, Álex puso la mano en el pomo, sacó una de sus dagas, y me miró - Mile, desenvaina la espada- eso hice, y Álex abrió la puerta despacio.

Había empezado a llover otra vez, en el callejón no había nadie, y solo se escuchaba el sonido de la lluvia. Álex encabezaba la marcha, guiándonos por callejones no transitados, detrás de ella estaba Gartyen, y yo al final, no hubo ningún problema durante un buen rato, lo único que hacía era caminar con la espada desenvainada, y observar las peores calles de la ciudad.

De repente se oyó una voz aguda y desgastada - ¿a dónde crees que vas viejo?- y el hombre que la pronunciaba apareció al girar la esquina, lo primero que hizo fué mirarme con unos ojos completamente blancos, ausentes tanto de iris como de pupila, Gartyen se puso detrás mía... la mirada de aquel hombre me incomodaba demasiado...

El último purgadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora