En cuanto se abrió la puerta de la taberna, empecé a sentir una sensación de malestar y dolor de estómago, todos miraban a la figura que había en el umbral, de repente, un hombre empezó a vomitar.
El hombre que se hallaba bajo el marco de la puerta debía medir un metro ochenta, era pálido de piel, el pelo largo, blanco, y peinado hacia atrás, y una armadura de cuero un tanto extraña, con una capa desecha a la espalda, de la cintura le colgaba una espada oriental y curva, muy parecida a una katana. Sus ojos grises destacaban, y siempre mantenía una mirada serena.
La luz de los faroles ondeaba, por alguna razón nadie se movía, yo tampoco, y la gente solo miraba al hombre, el cuál me traía trágicos recuerdos. Al momento me dí cuenta de quien era, el asesino de mi hermana.
Lo peor de aquella situación, es que no era una persona cualquiera, cosa que ya sabía, pero me lo intentaba negar a mí mismo, sí, aquel hombre de ojos grises, de piel pálida, que provocaba malestar en los que lo rodeaban, era un demonio...
El demonio no paraba de mirarme, todos miraban al demonio y él solo me miraba a mi. Conseguí moverme, aún no sé como, y empecé a andar hacia el demonio empujando a todo aquel que se interponía en mi camino, levanté el dobladillo de mi pantalón y cogí mi daga, aceleré el paso, le lancé la daga a la cara, y este la esquivó como quien se aparta de un transeúnte de la calle, cuando estuve cerca de él le intenté golpear la cara con el puño, pero lo esquivó como antes, me agarró la mano, y con un ligero movimiento de muñeca me dejó en el suelo.
El falso hombre empezó a desenvainar su espada. La gente se seguía sin mover, solamente nos miraban sin decir nada, me concentré en la batalla, vacié mi mente, y cogí la daga.
El demonio terminó de desenvainar su espada, y me lanzó un sablazo vertical, me moví rápido y lo esquivé sin utilizar la daga, el demonio arqueó una ceja, pero pronto recuperó su serenidad, me atacó desde varias direcciones, y tuve que desviar muchos golpes con la daga, aunque también estaba recibiendo demasiados cortes, y yo iba retrocediendo poco a poco.
Tras una estocada me pegó una patada, y me dejó en la puerta del baño, la cuál se abrió, y allí estaba Anne, borracha, como no. Se quedó mirando al demonio un momento, y luego me miró —¿Quien es este? ¿Lo conoces de algo?— no respondí, me limité a agarrarla por la cintura y a correr hacia la ventana, ella pegó un grito, cuando estuve lo suficientemente cerca, salté con ambas piernas por delante, y con un brazo intenté tapar todo lo que pude a Anne, caímos y yo me llevé un buen golpe en el costado —¿Estás loco tío? ¡Bájame! ¿Qué crees que estás haciendo?— pasé de responder de nuevo, en lugar de eso empecé a correr, miré hacia atrás un momento, y el demonio corría detrás mía, pero, en un instante, el demonio desapareció, y en cuanto miré al frente me choqué con él.
Me lanzó varias estocadas, yo retrocedía todo el tiempo, evitando que rozara a Anne, aunque yo recibí algún corte, a pesar de que estábamos cerca, le volví a lanzar la daga, con Anne encima no estaba en condiciones de pelear, se la clavé en un hombro, este se la arrancó de inmediato, y un chorro de sangre salió y cayó en mi pierna, me provocó una quemazón terriblemente dolorosa, sí, la sangre de demonio quema, corrí por su izquierda y le propiné una patada, que lo empujó hasta caer en unas cajas, yo seguí corriendo, giré una esquina, y allí estaba Alexandra.
Me agarró de un brazo y me señaló con el dedo en los labios que me callara, Anne iba a decir algo pero Álex le tapó la boca, nos arrastró tras una puerta de madera, y la cerró, nos echó atrás, en cuanto entramos sacó una bolsita de tela, y nos echó unos polvos por encima, iba a preguntarle que era aquello, pero me tapó la boca como a Anne. Álex pegó el oído a la puerta y esperó, fueron unos minutos eternos, yo no sabía cuando podía hablar, así que simplemente esperaba.
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El último purgador
FantasíaMile es un mercenario que es encarcelado con la excusa de haber cometido un crimen que, en realidad, él no cometió, matar a lo que le quedaba de familia, el juez Brandeur le da una oportunidad de volver a la sociedad gracias a servicios prestados al...