NASTIA.
Salí del vestuario andando deprisa mientras intentaba no chocarme con nadie. Los pasillos de la academia se llenaban con el cambio de clase y, después de estos meses bailando allí entendía por qué era tan famosa. Las instalaciones eran de las mejores que había visto y el profesorado estaba muy bien cualificado, además de exigir un alto nivel de preparación.
Entré en el aula 324, colocándome al lado de mis compañeras para empezar los estiramientos antes de que llegara nuestra maestra, Ava. La mismísima madre de James y Mía. Y... sí, tenía los mismos ojos que su hijo. Y su mismo carácter.
-Anastasia.- su voz me sacó de mis pensamientos sobre su hijo y di un paso al frente cuando entró en el aula.- Muéstrales a tus compañeras los pasos de ayer.
Asentí y me situé en el centro de la sala, mirando hacia ellas y hacia la cristalera que daba al pasillo, donde mis ojos chocaron inevitablemente con el dueño de mis pensamientos segundos antes.
Estaba apoyado en la barandilla de la vidriera, con una media sonrisa que ponía nervioso a cualquiera. Abrió los brazos en un gesto para que comenzara a bailar y sonreí inconscientemente cuando sonaron los primeros acordes y di los primeros pasos de la coreografía. No tenía ni idea de que hacía James allí, pero me inquietaba saber que estaba observándome. Di un nuevo giro en el aire antes de caer de nuevo en punteras, apoyándome suavemente en la tarima cuando la canción terminó. Sabía esa coreografía desde hacía tantos años, que era capaz de bailarla con los ojos cerrados y sin titubear, siendo una de mis preferidas. A Ava le había gustado tanto que había decidido enseñarla al resto de alumnas usándome a mi de ejemplo, y no podía estar mas orgullosa.
Oí unos aplausos in crescendo a mi espalda y me giré. James acababa de abrir la puerta de cristal y estaba adentrándose lentamente en la sala sin quitarme la vista de encima.
-Bravo, Barbie. En casa no bailas tan bien.- me alagó petulante parándose frente a mí. Sonreí, dispuesta a no seguirle el juego y a salir por la tangente.
-El suelo del salón no desliza tanto.
-Diré que lo enceren, pues.
-Los chicos se matarán.
Sonrió prepotente antes de alzar las manos y girarme. Fui a protestar, pero sentí como retocaba las horquillas de mi moño con mano experta.
-¿Tienes algo que hacer esta noche?- preguntó con la boca llena de horquillas.
-Pensaba estudiar ¿por qué?
-Perfecto, tenemos planes.
Volvió a girarme al colocar la última horquilla y, tras dejar un beso deliberadamente lento en la comisura de mis labios, se dirigió hacia la puerta, saludando por el camino a su madre, que le lanzó un comentario mordaz sobre interrumpir sus clases.
Pero él solo sonrió y salió del aula, despidiéndose con la mano desde el pasillo, como si no me hubiera descolocado para el resto de la tarde. ¿Qué planes teníamos?
Entré en casa muerta de cansancio. Hoy había pasado toda la tarde en la academia, enseñando la "nueva" coreografía a los demás grupos de mi nivel. Y estar casi cinco horas seguidas bailando era realmente agotador.
Me dejé caer en el sofá entre Mía y Jack. Estaban todos repartidos por el salón, cada uno haciendo sus trabajos o pasando sus apuntes de la facultad. Incluso Tyler estaba haciendo uno de sus cuadros. Sí, estudiaba Bellas Artes y era una locura cómo conseguía captar el mundo en sus pinturas.
-Mía, ¿qué va a hacer tu hermano esta noche?- pregunté al final. La duda está comiéndome por dentro.
-Tenéis una cita.- contestó levantándose y tirando de mi mano.- Y, ahora que lo dices... Dúchate, tengo que ponerte presentable y Noa no está.
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Midnight.
Teen FictionUna chica, dos vidas. Bailarina de día, carreras ilegales de noche. Todo está torcido en su vida, pero de lo malo malo... lo puede controlar. A pesar de todos sus problemas consigue sacar a su familia adelante y llegar a fin de mes, incluso con las...