Capítulo 24.

7.7K 345 8
                                    

NASTIA.

-¡Ya estamos de vuelta!

Mi chillido rebotó en el silencio y me extrañé. Normalmente a esas horas la casa estaba llena y la música y nuestras voces llenaban el ambiente.

-¿Chicos?- volví a preguntar.

Nada. No había respuesta.

Miré a James, la tensión marcaba todas las líneas de su cuerpo a la par que echaba una mano a su espalda. Un gesto que había visto demasiadas veces para saber de sobra lo que significaba.

-Jem...

-Detrás de mí, Nastia.- me ordenó desenfundando un calibre 44.- Ahora.

Asentí avanzando detrás de él por la solitaria casa, con los nervios en punta y atenta a cualquier mínimo movimiento que nos hiciera saltar.

Entramos en la cocina, cuando una seca carcajada seguida de aplausos nos hizo girarnos hacia el salón. Bobbie estaba sentado en nuestro sofá rodeado de seis de sus matones y un hombre que conocía demasiado bien apoyado a su lado en la pared.

Di un paso atrás instintivamente cuando se incorporó, aferrando la mano libre de Jem.

-¿Qué haces aquí, Bobbie?

La pregunta de James quedó solapada por otro comentario en ruso que me heló la sangre de las venas.

-Vaya, vaya, pequeña Sparks... Veo que me recuerdas.

-Kristoff...

-Si hasta recuerdas mi nombre... ¿cómo te va? Desapareciste tan de repente que tuve que encargarme de preguntar por mis propios medios. ¿No quieres saber cómo, pequeña?

Me encogí negando con la cabeza. Tenía la garganta seca y los oídos me pitaban, recordando una y otra vez aquella noche. Jem dio un paso adelante, tapándome a medias con su cuerpo.

-Déjala en paz.

-Mala respuesta, chico.- contestó Kristoff en un inglés extraño, levantando una pistola segundos antes de que James se separara de mí un paso.

-¡Jem!- grité girándome hacia él y viendo como se sostenía un brazo con una mueca de dolor. Me encaré de nuevo hacia Kristoff, el miedo ya desaparecido.- ¡Hijo de puta! Acabas de dispararle.

-Sí, y yo que tú no me movería. He venido a hablar con él. La bala es solo un contratiempo.

-No lo toques.- espeté cabreada. Podía meterse conmigo, pero nunca, jamás, tocar a alguien que me importara. No lo iba a consentir otra vez.

-¿Tienes miedo?- preguntó empezando a sonreír.- ¿Tienes miedo de que le pase lo mismo que al bueno de Misha?

-No te atrevas a nombrarlo.

-Lo amabas ¿verdad?- se acercó a mí, quedando apenas separados por un par de pasos.- Habrías vendido tu alma al diablo por salvarlo aquella noche.

-Cállate.

-Todavía lo recuerdas... Recuerdas la adrenalina antes de cada carrera. Como erais inseparables. Invencibles.

Me tapé los oídos con las manos, dando un paso atrás.

-¡Cállate!

-Yo provoqué ese accidente y tú no pudiste hacer nada. Yo maté a Mijaíl.- pronunció lentamente.

-¡Hijo de puta!- grité lanzándome hacia él. Mi puño se estampó en su estómago, segundos antes de que dos pares de manos tiraran de mi hacia atrás.

Midnight.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora