NASTIA.
Y aquí estábamos, tal y cómo me había prometido James, a la mañana siguiente habíamos cogido la furgoneta de la entrada con tan solo un par de mochilas, dinero y un colchón con mantas dentro y nos íbamos a pasar el fin de semana a alguna playa fuera de la ciudad que solo él conocía.
Subí los pies al salpicadero y abrí un libro que encontré en el suelo de la furgo: Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne.
Sonreí. Un viaje para otro viaje.
-¿De qué te ríes?- preguntó el rubio a mi lado. Negué con la cabeza.
-Te había echado de menos.
Se llevó nuestros dedos entrelazados a los labios, y no pude evitar quedarme observándolo. Llevaba el pelo muy muy largo, con los rizos saliendo disparados en todas las direcciones, aunque lo único que eso provocaba era que sus ojos se vieran más dorados que nunca, y más llenos de preocupación también. Sí, había cambiado, pero seguía siendo mi chico.
-Y bien, ¿a dónde vamos?
-¿Sabes cual es la película de Persiguiendo Mavericks?- sonrió cuando asentí.- Pues bien, nos vamos a Half Moon Bay.
-¡Sí!- chillé cual niña pequeña. Reímos antes de que encendiera la radio. The Chainsmokers empezó a sonar por los altavoces, y se puso a cantar Dont Let Me Down por todo lo alto.
Reí con él. Las ventanillas estaban bajadas, el aire que entraba me revolvía el pelo, y el olor de la sal llegaba hasta nosotros con total claridad mientras veía los árboles y las playas pasar a toda velocidad a nuestro lado.
Por momentos como este lo había echado de menos. La tarde se nos fue rápido, escurriéndose entre nuestros dedos a medida que los kilómetros pasaban y el sol bajaba en el horizonte, hasta que James se desvió de la carretera, cogiendo un sendero hacia los acantilados, deteniéndose a escasos metros del borde.
Observé mi alrededor girando sobre mí misma, estábamos en la cima de un acantilado rocoso, a cuyos pies se oían las olas romper. Me giré hacia Jem.
-¿Esto es Half Moon Bay?
-Casi.- me rodeó la cintura desde atrás, quedando de cara al mar.- Half Moon está unos cuantos kilómetros al sur. Pero... Me gusta más este cabo. Siempre veníamos aquí de pequeños.
-¿Mía y tú?
-Y Ry. No llegué a contártelo ¿no?- preguntó al ver mi ceño fruncido.
Caminó hacia atrás, hasta que quedamos sentados en el interior de la furgoneta, viendo como se difuminaban los colores del atardecer. Apoyó la barbilla en mi hombro, jugando con nuestros dedos en mi regazo.
-Ryder era mi hermano mayor. Me sacaba cuatro años y era todo lo opuesto a mí. Pelo negro y ojos cafés, además de una personalidad tan calmada que hasta a veces daba miedo.- sonrió mirando al cielo.- Te habría caído bien. Era de los que se ganaba a la gente con una sonrisa.
-Suena como un buen chico.
-Lo era.- tomó mis manos, dándoles un pequeño apretón mirándome a los ojos.- Nastia, yo... aquel día hablé con miedo y...
-Jem.- lo corté. No necesitaba sus palabras para saber lo mucho que se arrepentía, sus ojos ya demostraban lo suficiente.- Es pasado, ¿sí?
Asintió no muy convencido, dejando escapar una respiración entrecortada. Sus brazos se apretaron a mi alrededor, a medida que una media sonrisa volvía a iluminarlo.
-Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
-Somos dos con el mismo pensamiento.- ronroneé girando mi cuello, rozando apenas sus labios. Hizo chocar la punta de nuestra nariz, subiendo las manos lentamente por mi estómago. Jadeé cuando llegó al encaje de mi sujetador, escuchando su gruñido en mi cuello y como dejaba un camino de besos por mis hombros.
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Midnight.
Teen FictionUna chica, dos vidas. Bailarina de día, carreras ilegales de noche. Todo está torcido en su vida, pero de lo malo malo... lo puede controlar. A pesar de todos sus problemas consigue sacar a su familia adelante y llegar a fin de mes, incluso con las...