Capítulo 28.

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Un hospital.

Los hospitales son siempre muy parecidos. Paredes blancas y suelo impoluto, además de grandes ventanales por donde sólo entra más claridad aún.

Como si con el blanco de las paredes no fuera suficiente.

Y el mismo olor. Como a alcohol mezclado con desinfectante. Una extraña combinación.

Y... Como no, los pacientes conectados a diferentes máquinas que les ayudan a sobrellevar su estancia, en mayor o menor medida.

Pero nosotros... Nosotros vamos a centrarnos en una de esas máquinas.

Una que hace un ruido agudo y regular, marcando los latidos de un joven corazón, que late a la vez que otro. Pero este otro corazón... No está conectado a ninguna máquina.

Solo a ella.

Y esos dos corazones conectados, son el mecanismo más perfecto que pueda existir.

Solo hay que observarlos.

Mirarlos atentamente desde fuera, desde uno de los ventanales de la habitación mismamente, para saber cuánto la quiere ese chico.

Pero no vale fijarse en todo el conjunto.

No.

Hay que fijarse en los detalles.

En como él sostiene su mano llena de tubos y pequeños raspones. Acaricia de vez en cuando su mejilla, o simplemente, la mira como si fuera la cosa más maravillosa del mundo incluso así. Tumbada inconsciente en una cama.

Porque sus ojos brillan al mirarla. Sin perder la esperanza de tener un futuro junto a ella cuando despierte.

Porque él seguirá ahí cuando ella lo haga.

Y entonces, habrá la misma magia que el primer día.


JAMES.

Un pitido, otro, y otro más.

Todos, marcando el latido de su corazón.

Y eso es una buena señal. Porque significa que ella sigue conmigo.

A mi lado.

Midnight.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora