JAMES.
Me despedí de mi madre con un beso en la mejilla antes de salir de nuevo hacia el hospital.
El recorrido se había hecho tan habitual en una semana, que parecía una película mala para después de comer.Llegar, entrar por las puertas de cristal, coger el ascensor hasta la tercera planta y girar dos veces a la derecha, habitación 3056.
En la que estaba ella.
Mi Barbie.
NASTIA.
Olía raro.
Como a desinfectante.
Abrí los ojos, entrecerrándolos ante la claridad y miré a mi alrededor. Paredes blancas, flores por todas partes y vías conectadas a mi brazo.
El hospital.
Que asco.
Giré un poco más la cabeza antes de llegar verlo.
Sentado en un sillón azul al lado de la cama con sus gafas y la cabeza rubia metida en algún libro. Seguramente un clásico.
-¿James?- lo llamé intentando que mi voz no sonara muy raposa.- Jem.
-¿Barbie?
Levantó la cabeza de golpe, dándose contra el respaldo del sillón. Una risa ronca escapó de mí sin que pudiera evitarlo, seguida por un sollozo al ver sus ojos aguarse.
-Hola.
Extendí los brazos hacia él, apresurando su impulso por llegar hasta mí.
-Hola, mi amor.- murmuró aferrándose a mis manos, besándolas como si fueran su mayor tesoro.- Hola.
Me incliné para besar su pelo cuando cayó de rodillas frente a la cama, sus hombros agitándose con un escalofrío cuando subió la vista de nuevo, mostrándome el dolor y el alivio mezclados en su mirada.
-¿Te duele algo?
-La cabeza y un poco el brazo.- me mordí el labio inferior nerviosa, antes de preguntar.- ¿Y... Liosha?
-Mi vida...
-No.
Negué con la cabeza, tratando de no aceptar lo que había pasado, cuando la avalancha de recuerdos llegó a mi mente.
-¡No! ¡Nastia!
El grito de James me hace girarme hacia él milésimas de segundo antes de que suene un disparo y un fuerte empujón me haga caer al suelo. Mi vista se vuelve borrosa, mis oídos pitan y el peso que había sobre mi cuerpo se desplaza hacia un lado, apartándose de mí.
Intento girarme sin mucho éxito parpadeando para intentar ver con claridad. Luces estallan ante mis ojos cuando los abro y una explosión de dolor hace eco al pitido de mis oídos.
Oigo gritos y pasos y como voces que no reconozco gritan el nombre de James una y otra vez.
Cuando me incorporo, lo veo.
James está de rodillas en el suelo a un par de metros de mí, apuntando a Kristoff con una pistola.
Todos se miran pero nadie se mueve y entonces puedo apreciarlo todo con claridad.
Un equipo militar formando filas a mi derecha, acercándose hasta formar un semicírculo a mi alrededor, separándome como un escudo humano del traficante y sus aliados
Hay un par de cuerpos en el suelo frente a mí y un chico con camiseta verde intentando incorporarse. Cuando nuestras miradas se encuentran cierro los ojos. Paul: a él lo creía mi amigo.
-Si quieres que tu amigo viva, yo que tú nos dejaría marchar.
Ese comentario hecho en un inglés extraño, me hace darme cuenta de quién fue mi salvador en el momento del disparo y parece que a James también.
Alex.
Está tendido a mi lado y respira trabajosamente mirando al cielo estrellado.
-Liosha.- murmuro en mi idioma natal, intentando no fijarme en la sangre que empieza a empapar su estómago.- Mírame, por favor. Vamos, rubio.
-Bailarina...
-Liosha.- rodeo su cara con mis manos, limpiando las lágrimas que ruedan por sus mejillas.- Respira. Tienes que hacerlo.
-Dile a Noa que la amo. Sois... Sois lo más importante para mí.
- No... Mierda, no te rindas...
Me quito apresuradamente la cazadora, presionando la hemorragia que, implacable, va drenando su vida.
-Te quiero, Nastia.
-Alekséi... Vamos...- presiono con más fuerza, sacudiendo sus hombros cuando cae en la inconsciencia. Su pulso es cada vez más débil y no creo que vaya a aguantar mucho más.- Respira, joder.
Alzo la cabeza hacia James con los ojos llenos de lágrimas. Sigue en la misma posición que hace unos segundos, aún apuntando a Kristoff con su arma.
No hacen falta palabras, solo con verme entiende lo que quiero.
Y lo hace.
Dispara.
Y, en ese instante, para mí todo termina y se vuelve negro.
JAMES
Habían pasado tres días desde que Nastia despertara y parecía que todo se había tranquilizado un poco.
Los chicos habían establecido rondas de visitas al hospital, pero sin su hermano y sin Paul... Nadie tenía ganas de hacer nada más allá.
Esa noche fue fatal para todos nosotros pero, sobre todo para ella y Noa. A ambas se les cayó el mundo encima cuando Kristoff disparó esa bala.
Y a mí... A mí se me cayó cuando Nastia me miró.
Estaba tan rota y destruida por dentro por culpa de ese hombre, que hice lo que ella quería.
Disparé.
Rompí la promesa a mi hermano de no volver a matar a nadie solo por ella. Por nosotros.
Porque si ese cabrón y sus aliados salían con vida, nunca íbamos a poder vivir tranquilos. Así que me puse a disparar y todos los rusos cayeron uno por uno, incluyendo a Bobbie y a sus matones.Solo dejé vivo a uno. Y es que a él no había podido matarlo.
Paul.
Lo dejé vivir por el amigo que había sido, con el que había compartido tan buenos momentos, aunque nos hubiera terminado traicionando por culpa de deudas que nunca podría pagar.
Al día siguiente apareció muerto en la playa con un tiro en la cabeza. Se había quitado la vida pensando que no tenía más opción, que nunca podría salir de la adicción que lo tenía preso.
Sacudí la cabeza para librarme de su recuerdo. El médico estaba a punto de entrar y no era bueno que me pillara recordando.
Para él, el golpe de Nastia era una mala caída en las escaleras de casa.
Y así seguiría siendo.
La puerta se abrió lentamente y Nastia se removió en la cama. Se había quedado dormida hacía rato y yo no había tenido el valor de despertarla.
El médico sonrió al entrar, haciéndome un gesto para que me acercara a él. Ampliando su sonrisa, me tendió un sobre blanco perfectamente cerrado.
-Ábrelo, chico.
Hice lo que me dijo, sacando una lámina en blanco y negro de su interior. Fruncí el ceño extrañado, sólo era un gran borrón de manchas oscuras, con algún punto blanco suelto.
-¿Ves esa mancha negra?- preguntó el médico señalando un circulo negro en medio de la lámina.- Es tu hijo. Anastasia está embarazada.
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Midnight.
Teen FictionUna chica, dos vidas. Bailarina de día, carreras ilegales de noche. Todo está torcido en su vida, pero de lo malo malo... lo puede controlar. A pesar de todos sus problemas consigue sacar a su familia adelante y llegar a fin de mes, incluso con las...