C R Y B A B Y [46] EF.

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Sus manos temblaban con fuerza, sosteniendo el pequeño boleto de avión que Samuel había dejado en la mesa de centro. Su idea era escapar a los Ángeles, y no volver nunca, dejar su pasado atrás y construir un nuevo futuro. Cuantas veces deseo escapar y convertir su vida en una mejor, al lado de una mujer que lo quisiese o un hombre, en ese caso, el hombre al que quería en su vida era él, Samuel. Pero no quería arriesgarlo, si lo encuentran los matarían. El castaño lo miraba con una sonrisa, casi suplicándole con la mirada que lo hiciera, que aceptara su oferta de escapar y no volver jamás. Pero... sería demasiado difícil ya que Guillermo era vigilado las 24 horas del día, y no dudaba que en esos momentos los estuvieran mirando.

—Vamos, mi amor... Dime algo—rogó Samuel sosteniendo su manita entre las suyas, mirando esos hermosos ojos oscuros con preocupación—, solo te queda un día... no quiero perderte.

— ¿Crees que funcionara? —preguntó aun fuera de sí, casi no podía pensar, se sentía sofocado con la decisión importante que tenía que elegir en esos momentos.

—Solo... solo no quiero perderte—titubeó cerrando los ojos unos segundos, pensando en el que decir para convencer a su bello chico de ojos achinados, suspiro y agrego con nerviosismo—, llamare a mi padre, para que nos consiga un avión privado.

—Pero Sam...

—Si tengo que llevarte a rastras lo hare, no te dejare aquí—interrumpió inclinándose hasta su rostro, dejando un suave beso en sus labios—. También conseguiré seguridad privada... tú y yo nos iremos... ¿Vale?

El chico asintió, acurrucándose más en el sofá y dejando aquel boleto, ahora, inservible en la mesa. Sintió que esta sería la oportunidad de alejarse y terminar con todo, pues mañana seria el último día, y su vida estaba contada por unas simples horas.

[***]

—No hemos encontrado rastro de la chica, parece que la tierra se la trago... lo siento—los sollozos fuertes de la madre de Beatriz sonaron por toda la sala, donde Miguel y su madre acompañaban a los padres de la castaña.

Rubén estaba oculto en el cuarto de baño, cubriendo sus oídos con fuerza y sacando lagrimas de impotencia de sus ojos. Los fuertes lloriqueos de la Madre de Beatriz se metían en sus oídos, dañando su mente, recordando los gritos de la chica antes de que la matase. Mecía su cuerpo de adelante y atrás, sosteniéndose de la pared y golpeando levemente su cabeza contra la misma, sin llegar a hacerse daño. Miguel sostenía la mano de su madre, mientras lágrimas resbalaban de su rostro. ¿Cómo pudo pasar aquello? Beatriz siempre fue cuidadosa, jamás le había pasado algo, y ahora estaba desaparecida. Su cuerpo tuvo fuertes escalofríos, y el miedo se incremento. ¿Por qué siempre le ocurría algo a las personas que más quería? Esa siempre fue su duda, primero Rubén, luego su Padre, también Flora y por ultimo Beatriz... ¿Quién mas tenía que morir para que el destino lo dejara en paz? Ahora la única persona que le quedaba era Rubén, el joven chico que había salvado, y su madre. Se mantuvo quieto, mirando los labios del policía moverse, pero aun así, sus oídos no escuchaban nada, solo lo veía sin explicación alguna, sintiendo un suave presentimiento extraño... algo que no estaba bien.

La pequeña cuchilla paso por su brazo, cortando una línea perfecta en su muñeca, tratando de liberarse de los demonios internos que golpeaban fuertemente su mente, obligándole a recordar cada tragedia, cada hecho de su cabeza y cada momento en el que estuvo dentro del infierno. Porque realmente no escapo, siempre estuvo al lado de los demonios, siempre fue rodeado por ellos. El no estaba en el infierno, el está en el verdadero infierno, ocultando la muerte de esa chica, temiendo dañar a la persona que lo había salvado.

*

— ¿Dónde estabas? —su mirada seria se encontró con la cansada de Rubén, su cuerpo se alejo unos centímetros casi inconscientemente.

—Yo... estaba en el baño—la voz ronca y cortada del castaño, dijo.

Su mano tomo cuidadosamente la de Rubén, uniendo sus manos y besando castamente su mejilla. Algo estaba mal con su chico, algo estaba cambiando en el aura tímida de su castaño. Ese mal presentimiento apareció de nuevo en su cuerpo, no podía negar que le aterraba la mirada cansada del chico, y sus roncas palabras. Pero trato de recordar esa vez que ambos estuvieron juntos en su cama, entre besos y caricias, olvidando lo que desde esa noche había nacido en el castaño... ese odio indefinido en su mirada.

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cry baby ↮rubelangel™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora