Me quedé mirando su perfil mientras recargaba mi mejilla en mi mano, sosteniendo mi codo en la mesa. Observé como su entrecejo se fruncía al no entender bien los ejercicios. Había pasado 1 mes desde lo ocurrido con Beatriz, y aún mi mente sigue dando vueltas a lo mismo, torturándome cuando tiene oportunidad. Miguel está relajado, no feliz, pero por lo menos ha querido hacer más cosas como: Salir a pasear, andar en bici en las mañanas, ir a comer y tener por lo menos sexo dos veces a la semana. Todo iba muy bien, pero siempre aquella angustia que venía a mi cabeza; ¿Colmillo seguía buscando? Ya no he visto actividad sospechosa desde ese día, será que tal vez, canceló toda la búsqueda. No puedo estar tranquilo de todas formas, no quería bajar la guardia ante posibles acontecimientos peligrosos en el que no sólo yo estaba involucrado, si no, también Miguel correría peligro.
— ¿Qué piensas?—gira su rostro hacia mí, puedo ver como parpadea mientras acomoda sus gafas un poco más arriba—, te veo pensativo.
—Nada, sólo... pensaba en las últimas semanas—digo—. Nada del que preocuparse—sus labios esbozan una bella sonrisa y su vista se dirige nuevamente al cuadernillo lleno de complicados problemas de Universidad. Aún no me creo que haya pasado tanto tiempo encerrado, he perdido mucha educación, pero Miguel se ha propuesto enseñarme como multiplicar y restar, algo que en mi vida he aprendido, sólo sumar.
—Quería que habláramos de algo—dice, dejando el cuadernillo y conectando su vista en la mía—, debemos encontrar el piso, donde nos iremos a vivir—por un momento creí que sería algo más. Asiento con lentitud, palmeando la mesa con desinterés.
—Qué te parece sí yo busco el lugar—me mira con la ceja alzada—. Tú debes enfocarte a pasar las materias, has estado fallando mucho y no quiero que te quedes burro como yo—suelta una risilla y su mano se dirige a mi mejilla, donde se entretiene picando con suavidad, para luego dejar un beso.
—Vale, acepto—sonríe y agrega: —pero sólo porqué me encanta que te preocupes por mí.
Niego con la cabeza soltando una carcajada, me levanto del asiento y estiró mi cuerpo tenso. Me mira con devoción y toma mi mano, besando con delicadeza mis nudillos.
— ¿Soy yo o estas más guapo que antes? —vuelvo a soltar una risotada mientras me acerco a su lado, pego mis labios a su mejilla y comienzo a dejar besitos suaves mientras lo escucho reírse por lo bajo.
—Soy una belleza, y tienes mucha suerte de tenerme—susurro en su oído lamiendo suavemente su mejilla. Suelta un jadeo—. Que tal... si subimos a la recámara y te enseñó un poco de Anatomía ¿ah? ¿Qué dices?—me sobresalto al ver como cierra el cuaderno y me toma enseguida, cargando mi cuerpo cual costal de papas—. ¡Eh tío! —grito un poco espantado y risueño sobre todo. Subimos las escaleras y con mi espalda empuja la puerta entre-abierta de su habitación.
—No sabes las ganas que tengo dé que me quites este estrés que tengo—musita sobre mis labios, jadeando, provocándome—, ¿Me ayudas? —sin dudar más llevo mis manos a los bordes de su camiseta, levantándola.
Sus labios atrapan los míos de forma desesperada, me separo para tomar una bocanada de aire y vuelve a unirlos. Estoy cayendo nuevamente a sus encantos. Siento como se deshace de nuestros vestuarios, y, de un momento a otro, ya lo tengo sobre mí, mientras acaricia mi vientre y me hace ver las estrellas con sus dedos dentro, rozando mi sensible próstata. Gime en mi oído, provocándome, incitándome. Jadeo y jadeo, apretando las manos en puño sobre la colcha verde que adorna su cama, nuestra cama.
—Mierda, Miguel—sus dedos salen pero su mirada no se separa ni un segundo de la mía. No quiero perderla, no quiero que deje de verme así, tan enamorado—. ¿Que estas esperando para follarme?
Se ríe en mi rostro, su respiración pesada choca contra mis labios. Su mano toma la base de mi erección, moviendo con lentitud, torturándome.
—Pensé que te hacía el amor—responde. Aspiro hondo y suelto una risa sarcástica—. ¿Lo dudas?
—Me conoces—digo enseguida—, te amo, y si te amo esto se convierte en...? —cuestiono alzando una ceja en muestra de diversión.
—Hacer el amor—sonrió besando sus labios con lentitud, mostrándole todo mi amor, mostrando que todo lo que tengo, y todo lo que soy, todo es suyo, y puede tomarlo cuando él quiera—, quiero hacerte el amor todos los días de mi vida—termina diciendo al finalizar el beso cálido. Asiento varias veces tendiéndole el pequeño envase de lubricante.
—Entonces... ¿Qué esperas para hacerme el amor? —Sonrío y él me dirige la misma sonrisa cómplice—, ¡Pero rápido que se me baja!
Se acomoda entre las piernas, y, con mucha delicadeza, coge mis tobillos, abriéndolos e invitándome a enrollarlos al rededor de su cintura. El líquido pegajoso y frío lubrica mi entrada y de paso, moja su longitud, para tener más facilidad a la hora de la penetración. Toma mi cintura y me hace subir -dando un pequeño brinco- hasta quedar sentado en su regazo. Y comienza el vaivén. Se adentra y sus caderas se mueven con suavidad, sin ir rápido. Sus ojos y los míos se encuentran. Muerdo mi labio y suelto un gemido, todo, mirando directo a sus ojos oscuros dilatados gracias a la excitación que ahora nos carbonizaba a ambos en sólo unos minutos.
—Te amo—logro decir entre balbuceos—, no sabes cuánto te amo.
Sus labios atrapan los míos, uniéndonos, atrapándonos, haciendo que nos ahoguemos en excitación, en verdadero amor. No sé qué haría sin él. A pesar de que hace unas semanas yo deseaba irme y jamás regresar. Le miro, el mantiene los ojos cerrados mientras sus caderas se mueven cada vez más fuertes contra mi culo. Aprieto mis manos y encajo con suavidad mis uñas en sus hombros. Gimo y jadeo, pierdo el aire y lo recupero nuevamente. Es sorprendente lo qué me hacía sentir.
Los cosquilleos llegan con más intensidad en mi vientre. El orgasmo se acerca. Separo mis labios y lo miro directamente a los ojos, paseo mi pulgar por la punta hinchada de mi pene, y la acaricio. Lo siento, está muy cerca. Sin dejar de mirar sus ojos, me arqueo y suelto un fuerte gruñido/gemido que detienen sus embestidas. Toma mi rostro y me besa nuevamente, mientras yo aún sigo ahogado en el orgasmo. Minutos después se corre dentro de mí soltando un gemido gutural.
Vuelvo a sonreír y me abrazo a su cintura. Quiero estar así, con él, para siempre. Pero nuevamente llega la realidad y un presentimiento se aloja en mi pecho.
Soy el asesino de su hijo y su ex-novia.
Soy el objetivo de Colmillo.
Soy un asesino.××××
—Ya tengo el lugar, sólo necesito que confirmes que iremos—digo, dando un trago a mi vaso con agua—. De todas formas ya había dicho que iría yo, así que...
— ¿Seguro qué no quieres que te acompañe? —me interrumpe revoloteando las pestañas. Aspiro hondo—, quiero estar ahí, y asegurarme que ahí es donde quiero vivir.
Niego y le tiendo su libro de ciencias avanzadas—Yo iré, te estaré informando en cuanto salga de ahí. ¿Vale?—me mira con una mueca de disgusto—, prometo que lo haré, además estas bajando muchas las notas, no quiero recordarte—asevero con una sonrisa. Asiente y toma las llaves del auto.
—Chau, te amo—grita cerrando la puerta. Sonrío y comienzo a acomodar todo, antes de que llegará la señora Rogel, seguro se molesta al encontrar la casa patas pa'rriba.
Nuevamente la angustia aparece en mi estómago con un ligero dolor. No quiero preocuparme más por eso, realmente quiero que desaparezcan esos malditos pensamientos. Me torturan siempre, me molestan, me joden la existencia.
»—Si te encuentro nuevamente no me voy a detener, pero de eso se trata... Tú huyes, yo te encuentro. Y si te encuentro, serás mío Rubén, sólo mío«.
— ¡A tomar por culo! —Exclamo realmente molesto—, quien se cree ese gilipollas para decir aquello, maldito hijo de perra—maldigo lavando los pocos trastos que ambos usamos al desayunar.
El día que nos volvamos a ver, Colmillo, tú ya estarás muerto.
Claramente, una mentira.
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cry baby ↮rubelangel™
Fanfictionhistoria basada en el álbum "cry baby" de Melanie Martínez adaptado al rubelangel. _♡_ no plagio, se original.