Se gira al escuchar la suave voz de una chica a sus espaldas. Sonríe y extiende su mano para saludar a la joven chica que sostiene una carpeta en su brazo derecho y un móvil en su mano izquierda. Me invita a pasar al pequeño departamento amueblado que el anuncio en internet ponía. Recuerdo la sonrisa que me mostró Miguel al contarle, siempre apoyaba mis ideas y sobre todo, escuchaba atentamente cuando hablaba de un tema retro y friki que también encontraba por la internet. Amaba ese sitio.
La chica actuó muy extraña en todo el recorrido, me miraba, me escaneaba. Como si tratará de reconocerme. Comencé a preocuparme y decirle que lo pensaría, pero seguía insistiendo en que mirase, todo con una mueca en el rostro, tratando de simular una sonrisa bastante falsa.
—Ya he visto todo, está muy bien, hablaré con mi pareja—digo manteniendo una postura encorvada, la chica era muy pequeña de estatura. Ella me mira una última vez y toma su teléfono. Asiente y sonríe.
—Me alegra que te gustará, Rubén—mi nombre sale de sus labios con un tono irónico, o soy yo el que me estoy poniendo demasiado paranoico —, cualquier cosa aquí está mi número, y bueno, más que nada, espero que tu pareja acepte—nunca en la vida, yo, volvería a este lugar. Sonrió y avanzó hasta la salida. Doy una última ojeada al salón y sobre todo a ella. Sacó su móvil y enseguida tecleo un número.
No le di mucha importancia.
Salí bajando las escaleras, debería comenzar a ejercitarme si no quería ser un puto gordo, pronto. El portero me sonríe, le devuelvo la sonrisa saliendo del lugar. El aire pega en mi rostro y me siento tranquilo, había pasado demasiada tensión haya adentro. Esa mujer estuvo demasiada rara conmigo, me pregunto, ¿Así será con todos los que vienen?
Suelto una risilla y me dirijo devuelta a casa de Miguel, donde por fin podría descansar un rato.
×××××
— ¿Rubén? —musita Miguel a mi lado, sacándome de mis pensamientos, lo cual, agradezco—, ¿Has ido a ver el departamento? —me trago el pedazo de barra azucarada y le miro, está tranquilo mientras pica los botones de su móvil.
—Sí, he ido—respondo mordiendo otro pedazo de barra.
— ¿Y?
—Pues me gustó, pero no tolero la actitud de estúpida que tomó la casera—me quejo y el suelta una risa irónica—, ¡No te rías! Era una pesada.
— ¿Te has peleado con la casera? —me pregunta alzando una ceja y arrugando la frente. Ruedo los ojos.
—No, es sólo qué—hago un pequeño silencio mientras recuerdo la actitud extraña de la chica—, me miraba mucho, me preguntaba cosas que ni al caso y no lo sé. Trataba de reconocerme...
—O intentar ligar contigo—me interrumpe frunciendo el ceño—, entonces tienes razón, no rentaremos esa mierda.
Me rio ante sus celos. No podría quererlo más. Asiento mientras acabo de devorar mi barrita azucarada. Me estiró en la cama y me meto bajo las almohadas, sintiendo la frescura y oliendo el olor típico de Miguel. Escucho como bosteza y cierra el libro que anteriormente había estado leyendo.
—Recuerdo el segundo día que estabas aquí—dice—, me fui por unos segundos al baño y estabas así, con la cabeza metida bajo las almohadas—suelta una risita y continúa—, recuerdo haber preguntado el que hacías y claramente recuerdo tu respuesta...
—Estoy oliendo, grabando tú aroma en mi mente—le interrumpo agregando palabras a mi verdadera respuesta ante el recuerdo. Suspira.
—Recuerdo haber pensado que eras raro—me carcajeo bajo las almohadas, siento como jala de mi cintura, sacando mi cabeza de las almohadas—, eras tonto y raro—pongo una cara sería, mostrando molestia ante sus palabras aunque estuviera partiéndome de la risa por dentro—. No, no eras... sigues siendo.
—Eres un idiota, ¿Sabias?
—Sí—responde agudizando su voz, sonrió y beso sus labios con lentitud, me separo y recuesto mi cabeza en se pecho—. Deberíamos ir nuevamente, los dos. Quiero ver si sigue con esa actitud conmigo a tu lado—sonrió y asiento sin emitir palabra.
Después de ver hablado sobre el mismo tema, ambos nos quedamos dormidos, uno sobre el otro. Al despertar sentí mi cuerpo entumido, y totalmente jodido. Bostezo dejando un suave beso en la mejilla de Miguel, bajo las piernas tocando el frío suelo con mis pies. Me estiro pero un suave dolor se instala en mi espalda baja, me quejo suavemente y me levanto, aún con la mano ahí. Salgo y me encuentro con su madre, arreglada y perfumada, me pregunto, donde cojones se mete todo el santo día. Pero nunca obtengo una respuesta. Me sonríe y baja las escaleras para desaparecer en la cocina.
¡Wow! ¿Me acaba de sonreír?
Decidí que no era momento de bajar. Regresé hasta la cama y me paré justo enfrente de Miguel envuelto en las sábanas mientras abrazaba mi almohada a su pecho. Sus ronquidos se escuchan fuertes, pero luego bajan hasta ser sólo suspiros entre-cortados. Le miro, así, tan vulnerable. No puedo imaginarme un mundo en donde el sepa las atrocidades que he cometido, no puedo imaginarme una vida a su lado sabiendo que mate a su pequeño hijo de dos meses. Me enferma el tan sólo pensarlo. Pero mírenme, aquí estoy, como una sucia lagartija engañosa que se escurre entre los muebles, que se metió en el corazón de un ángel y qué, cuando sea la hora de salir, sería muy difícil.
La angustia de que ese día llegaría pronto me condena, me hace querer correr y esconderme en lo más recóndito de mi armario. No quiero ni siquiera pensar en ese día, pero algo jodía mi mente, todos los días repetía en mi cabeza.
»Se te caerá el teatro, tarde o temprano, Rubén. Estarás jodido y nadie querrá volver a estar contigo, estarás condenado a la pena máxima. Destruir la vida del ángel que te salvo la vida«
Me desparramo en el suelo, caigo de rodillas mientras las lágrimas nublan mi vista. Siento como las paredes se encogen a mi alrededor, siento mi cabeza girar y girar, haciendo caer al suelo de cabeza, me hace querer gritar, retorcerme. Sollozo, tan fuerte como mis pulmones me permiten. No veo nada, sólo oscuridad, esa que me rodea y me recuerda que no merezco nada, tampoco merezco el amor de Miguel. No lo merezco.
— ¡¿RUBÉN?! —reacciono al escuchar el fuerte grito de Miguel. Parpadeo varias veces y logró ver donde estoy. En el suelo a un lado de la cama, Miguel está frente a mí, arrodillado y con el entrecejo fruncido. Noto que me estaba agitando, sus dedos se incrustan en mis hombros en un intento de hacerme reaccionar, y sus ojos, aterrado mira los míos.
Tiene miedo, ya lo sabía, no es la primera vez que caigo en ansiedad.
— ¿Miguel? —Titubeo casi sin voz—, lo-lo siento—me disculpo acercándome a él.
No dice nada, no puede. Me abraza y me acaricia en forma de consuelo. Sé que se pregunta por qué, pero también sé que no lo preguntaría, pues sé muy bien que teme la respuesta.
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cry baby ↮rubelangel™
Fanfichistoria basada en el álbum "cry baby" de Melanie Martínez adaptado al rubelangel. _♡_ no plagio, se original.