Al llegar frente a la casa Sakisaka, Oumi toma un respiro profundo para calmar los nervios. Su ira no disminuye, por supuesto, pero sabe que de nada servirá estar tan enfurecida como para que ni siquiera pueda articular lo que vino a decir.
A la espera de una respuesta por el intercomunicador, lanza una mirada a la parte de jardín que puede ver desde la entrada. Oumi no es lo suficientemente sensible como para quejarse de la limpieza hogareña de otras personas, pero esto va más allá de los límites.
La hierba crece salvajemente, y hay montones de hojas secas por todas partes. No sólo tiene un aspecto desatendido, sino que parece una ruina deshabitada. Aún hay luz en el exterior, pero cada ventana tiene sus postigos cerrados apretadamente. Oumi conjetura que no fueron cerrados temprano, sino que están así desde la mañana.
¿Qué clase de vida está llevando? Incluso si ya no tiene familia, este nivel de negligencia es ir demasiado lejos.
¿Y es sólo su imaginación, o algo apesta a carne podrida? No podría venir del patio, ¿o sí?Aún no hay respuesta, por lo que presiona el timbre una y otra, y otra vez. Finalmente, después de que esto se prolongara durante más de diez minutos, Oumi pierde la paciencia y abre la tapa del intercomunicador.
Como esperaba, ha sido desconectado.
Tal vez Fuminori se preocupa más por no ser molestado por las entregas de periódicos o por abogados que por recibir a algún inusual invitado, pero aun así, Oumi no presume de conocer sus motivaciones. Con su ira reavivada por lo que sólo puede ver como una carencia de respeto hacia los demás, abre abruptamente la puerta y camina pisoteando desde el patio hasta la puerta principal.
Dado el estado de su intercomunicador, duda que Fuminori responda a un llamado, por lo que Oumi decide simplemente abrir la puerta y entrar gritando. Y, si la puerta está cerrada, sólo tendrá que...
Sorprendentemente, el pomo de la puerta gira fácilmente en su mano, y la enfurecida Oumi se encuentra a sí misma arrojando la puerta y dejándola abierta con más amplitud de lo que pretendía.
Sus fosas nasales son inmediatamente asaltadas por un olor asfixiante.
«... ¿Eh? ¿Q-qué es esto...»
Mientras Oumi queda de pie petrificada, el cencerro colgado en el interior de la puerta repica ruidosamente, probablemente alertando a Fuminori de la presencia de un visitante.
—¡Bienvenido a casa!
Oumi no puede creerse la voz que acaba de escuchar venir de la habitación al final del pasillo. Era claramente inhumana, sin embargo, su entonación era demasiado compleja como para haber sido hecha por un animal.
—¿Hay alguien ahí?
No hay respuesta. En cambio, oye el sonido de algo blando y húmedo salpicando, agitándose hacia las profundidades de la casa.
Encontrando difícil el colocar una imagen que concuerde con la voz que acaba de escuchar, Oumi se queda con la mirada en blanco dirigida hacia vestíbulo vacío. No hay nada dentro... ni siquiera los zapatos de Fuminori, lo que sólo puede significar que todavía está fuera en algún lugar, usándolos. Si Fuminori no está en casa, la casa debería estar vacía.
Entonces, ¿qué fue ese ruido de hace un momento?
Su ira se ha desvanecido como si nunca hubiera estado allí. Dejando la puerta abierta para que la campana no sonara, Oumi comienza a caminar por el pasillo.
El suelo cruje, poniéndole los nervios de punta. Ella misma no está segura de por qué está merodeando como un ladrón, pero algo le dice que debe hacer el menor ruido posible. La potencia de la peste dentro de la casa hace que el olor que percibió fuera palidezca en comparación. Es repugnante, como montones de tripas de pescado abandonadas a la putrefacción. ¿Ha dejado echar a perder alimentos en la cocina? También nota un sonido que proviene del final del pasillo.
Caminando con cautela sobre las crujientes tablas del suelo, Oumi camina hasta el final del pasillo. Encuentra dos habitaciones a ambos lados, una iluminada, la otra oscura, y opta por revisar la habitación encendida. Es la cocina, iluminada por lo que debe ser la única ventana de la casa que no está obstruida por un postigo contra tifones.
El sonido que escuchó era la olla hirviendo en la estufa, y encima de la tabla de cortar junto a ésta se encuentra un cuchillo de carnicero y unas pocas zanahorias a medio cortar en cubitos. Una escena hogareña perfectamente normal, con la luz del sol poniente volviendo todo del color de fruta demasiado madura y descomponiéndose.
Hay algo terriblemente mal, por supuesto. ¿Quién estaba cocinando aquí? ¿Y a dónde se fue?
—¿Hay alguien... aquí? —llama Oumi, lamentándolo de inmediato al darse cuenta de que su voz está temblando incontrolablemente.
Mientras sus palabras hacen eco a través de la silenciosa casa, comienza a sentirse tonta e indefensa.
De repente, siente que algo frío se cuela entre sus medias. Tímidamente se agacha para tocar sus pies, sus dedos regresan cubiertos de un lodo viscoso, de color verde oliva. El lodo es como el agua sucia de un tanque atascado desde hace tiempo por algas y peces muertos, y todo el suelo está cubierto por él. Debe ser la fuente del hedor.
Oumi desea haberse quedado con sus zapatos en el interior, los modales son ahora la cosa más ajena a su mente. Cuando mira arrepentida hacia atrás, se da cuenta de que su posición actual no es visible desde la entrada. Esta cocina tiene que ser de donde vino esa voz extraña y esos sonidos de movimiento. La habitación de al lado debe ser la guarida. Como esperaba tras haber visto cerrados los postigos, el interior estaba completamente negro.
Oumi no quiere nada más que dar la vuelta y salir de la casa, pero eso significaría darle la espalda a la oscuridad de esa habitación; algo que ella no se atreve a hacer.
Movida menos por la razón que por algún impulso, Oumi va a la sala de estar. Está demasiado oscuro para ver algo, y el hedor es mucho peor que nunca. Desliza su mano por la pared, buscando el interruptor de luz. Encontrándolo mucho más rápido de lo que esperaba, enciende la luz como si fuera su última esperanza.
Colores. Tantos colores. El púrpura de las entrañas, el marrón de la carne podrida, el carmesí de la sangre fresca, el amarillo de la grasa; estos colores y otros más que no pueden ser descritos, se unen en un arreglo enloquecedor que cubre cada centímetro de las paredes, piso, ventanas, y techo. Es como si un pintor hubiera pasado por la habitación con precisión megalómana, sin dejar la más mínima parte intacta. Los colores dicen todo lo que hay que decir sobre el odio, maldad y locura del pintor.
Las piernas Oumi se dan por vencidas en conmoción, enviándola al piso. El lodo que cubría el suelo empapa inmediatamente sus jeans, sus zarcillos fríos arrastrándose hasta las piernas, entrepierna, y...
Su cuello.
Su mano se precipita hacia su cuello, donde es recibida por otra gota de lodo frío. Está arriba de ella. Algo está goteando sobre su cabeza.
Haciendo tal vez la peor decisión de toda su vida, Oumi mira hacia arriba.
El depredador está aferrado al techo, momentos antes de saltar sobre su presa. Ella lo ve hasta el último detalle.
Su boca y nariz quedan selladas antes de que pueda gritar, y su vientre es desgarrado mientras algo entra a darse un festín con sus entrañas.Para cuando siente esto, Oumi ya se ha vuelto loca.

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Saya No Uta
Misteri / ThrillerSaya no Uta (Canción de Saya) es una novela visual japonesa lanzada en 2003 por Nitroplus cuyo guión fue escrito por Gen Urobuchi, conocido por escribir los argumentos de obras como Puella Magi Madoka Magica, Fate/Zero y Psycho-pass, entre otros. Sa...