CAPITULO 31-NERISSA

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NERISSA

-Despierta querida, necesitamos hablar corazón- Me dice una voz cerca de mi oído izquierdo

Los músculos de mis brazos arden, mis muñecas y mi espalda duelen, apenas puedo abrir un ojo, lo hago lentamente.

Al parecer estoy en una de las celdas que vi cuando estábamos caminando hacia el despacho de Ahez.

Me doy cuenta que mis manos están atadas sobre mi cabeza y estoy semi colgada de unas cadenas que sostienen mis muñecas. Apenas toco el piso con mis pies, esto lo hace más doloroso, no puedo apoyarme bien en mis pies y si no lo hago, arden más mis brazos.

Parece ser que ya llevo aquí algunos días o semanas, sinceramente no lo sé, parece para mí un pestañeo.

-Es tan grato contar con tu presencia mi querida sobrina- Me dice Ahez muy cerca de mi cara, inspeccionándome, ella sigue igual que la última vez que la vi, igual de maldita

-Bueno al parecer te estas resistiendo más a mí que tu hermano, ves yo sabía que tenía que tenerte por alguna razón. Pero también eso también me está complicando las cosas, así que te quitare el collar por algunos días y te dejare aquí, esperare a ver como resulta y sobre todo recapacita bien de qué lado quieres estar, aunque en tu posición no tienes muchas opciones sobrina- En cuanto termino de decirlo, rio largo y tendido, por supuesto que eso me enojo

Me removí queriendo quitarme las ataduras de mis muñecas para poderla alcanzar, si solo pudiera agarrarla del cabello y someterla, maldita sea. Lo único que sucedió es que hice que me sangraran mis muñecas y a ella, solo le causo más gracia.

Salió ella y su procesión, cerraron la puerta con un candado, que al parecer solo se puede abrir con ese cetro que lleva.

Al irse todos esto queda en la total y profunda oscuridad y es como si en las paredes algo se estuviera moviendo o tal vez es solo mi imaginación, pero siento que, aunque pudiera desatarme me sentiría tan débil por la influencia de esa maldita.

Y este es mi plan para rescatar a mi hermano, no sé por qué creo que no está resultando.

¿Tú crees?

No debí de haber sido tan testaruda para venir yo sola, debí haber esperado a Nereo, pero maldición que tonta soy. Si no hubiera estado tan cegada pude haber vislumbrado que todo esto era una trampa

Diosa dame fuerzas para poder sobrellevar esto, fortalece mi espíritu para salir de esta

No sé cómo saldré de esta, pero una cosa si se; mi espíritu no se doblegara ante esta maldita, ante Ahez.

Tengo muchos motivos para no rendirme. Mi hermano es un motivo, Dylan lo es. Pobre Dylan, el rato que le estoy haciendo pasar, he de ser la pareja mas testaruda y necia que ha de haber.

Diosa sí que los he metido a todos en un embrollo más grande del que ya era

De repente entran dos de los secuaces de Ahez, uno de ellos se puso detrás de mí y el otro trae algo en una bolsa, no distingo que es.

-Ahez espera que con esto reconsideres el resistirte- Dijo uno de los maleantes, el que estaba enfrente de mí y empezó a sacar un látigo que tenía hebras trenzadas de cuero, al parecer muy usado anteriormente, se notaba en las manchas oscuras y en la dureza de las hebras

El que estaba detrás de mi empezó a subir más la cadena que me tiene atadas mis manos, mis pies quedaron completamente en el aire, ya no podía tocar el piso, empecé a sentir que mis brazos se estiraban, mis articulaciones parecían salirse de su lugar, duele demasiado. Pero me negué a siquiera emitir algún sonido, aunque mi respiración se aceleró y empecé a sudar a mares.

NERISSA: EL LLAMADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora