Tres “clicks” sonaron mientras giraba la rueda con los números de mi clave, finalmente un peso pareció abandonar el metal y la puerta permitió que la abriera, revolví entre volúmenes de biología y papeles añejos, las fotos de Coldplay y Jonnhy Depp seguían pegadas contra la puerta, bajo éstas un espejo, una tira de diminutas imágenes mías y de Charlotte haciendo caras raras en una cabina de fotos, notitas adhesivas de colores fluorescentes esparcidas aquí y allá, y por supuesto la cara de Josh en un par de fotos, la línea de su mandíbula, los ojos verdosos, el cabello de puercoespín, rubio como las plumas de un pollito. Sonreí al ver la foto, pero me reí mas fuerte cuando me vi sobre su hombro con los dientes resplandeciendo estúpidamente por los aparatos dentales. Saqué los libros de ciencias y encontré mi cámara descansando en lo profundo de la taquilla, la tomé y me la colgué al cuello, disfrutando de su peso familiar.
- ¡Emma! – una mujer de mediana edad, cabellera color miel, traje color crema impecablemente planchado y voz suave de bibliotecaria me abordó en el pasillo.
- Señorita Swann – sonreí antes de bajar los ojos hacia mi cámara y ver si tenía o no baterías.
- ¿Funciona? – murmuró la mujer también bajando los ojos hacia el aparato, el cual se encendió sin dramas.
- Si…
- Genial… perdóname, no acabas de llegar y ya quiero ponerte a trabajar – se encogió de hombros y me miró soltando un suspiro, a lo que solo pude sonreír sin mostrar los dientes.
- Esta estuvo aburrida todo el verano, estará feliz de trabajar – agité la cámara en el aire, y la mujer me sonrió con alegría.
- ¡Empecemos con las fotos para el anuario!... los quiero a todos los de último año, en muchas fotos… vamos a extrañarlos a todos cariño, así que quiero recuerdos… ay, desde ya no me imagino que hacer sin ti – apretó las manos frente al pecho y las soltó luego, seguro era incómodo hacerlo con esas uñas tan largas – ¿por qué no empiezas con el equipo de fútbol?... vi al capitán junto a la entrada – me guiñó un ojo y se fue por donde vino, acompañada por un repiqueteo de sus pulseras, además del sonidito de sus tacones contra el suelo. Respiré hondo y cerré mi taquilla.
Mientras caminaba de vuelta sobre mis pasos hacia la entrada observé las fotos guardadas en la memoria de la cámara, eran solo 3, todas borrosas, manchadas con humo de colores y brillo de los vestidos de las que se habían graduado el año pasado, fueron las fotos del baile de graduación que no pude usar para el anuario.
Llegué hasta la entrada y antes de pensarlo dos veces alcé la cámara y la apunté hacia el alto rubio parado junto a la puerta.
- Di patata – el flash se disparó y al observar la pantalla se podía ver a Josh a medio voltear, y la chica tras el sonriendo para la cámara. Era una buena toma, muy natural, muy para mi clase de arte.
- ¿No crees que ya tienes suficientes fotos de mi? – sostuve la cámara a un lado de mi rostro con una mano, con la otra negué con el índice pausadamente.
- No se pueden tener suficientes fotos del mejor quarterback del siglo. Anda, mírame y sonríe – puse la cámara frente a mi rostro de nuevo, pero una vez que el flash se disparó un nuevo rostro apareció en mi toma. La piel dorada de la chica brilló al igual que su cabello, lo mismo hicieron sus ojos color hazel… suspiré con notoria molestia, al menos en la foto se notaban perfectamente sus lentes de contacto, tintura para el cabello, bronceado artificial y toneladas de maquillaje – hola Rose.
- ¡Emma, no te veía desde hace tanto!... ni siquiera en los partidos. Deberías ir a mas partidos de fútbol. Podrías ver lo bien que me muevo… Josh siempre se fija – parpadeé como única respuesta ante todo el veneno que esa víbora me estaba escupiendo a la cara, nunca había reaccionado ante ella, y es que si lo pensaba bien, no era mas que un molesto mosquito zumbando alrededor de Josh – espero ver la foto pronto. ¡Hasta luego Joshielín! – se descolgó de su brazo y se fue caminando, exagerando un contoneo en las caderas.
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El mismo sabor en cualquier vida
VampireEl mundo no se estaba quieto, temblaba; temblaba como una frágil hoja a merced del despiadado viento. Una mancha roja se deslizaba como ameba a un lado de mi cabeza, manchando de carmesí la nieve sobre la que descansaba. Toqué el líquido con un dedo...