Salí del cuarto y cerré la puerta recostándome contra ella, pensé en tranquilizarme un segundo antes de volver al jardín pero el ver a Judith torciendo la esquina casi hace que mi corazón se escape por mi boca.
- Siento haberte asustado, Emma. ¿Que haces aquí? - me aparté del estante con un ligero temblor, ella lo notó y se acercó, pero me aparté con cierta brusquedad. No la quería cerca.
- Estoy bien, gracias. Solo estaba observando tu casa. Siempre fue mi sueño tener una biblioteca así.
- Vaya, gracias. Yo lo considero un cliché, pero adoro los libros - murmuró una respuesta primero, luego fijó sus ojos en el estante y su interés se reavivó - este grabado... el símbolo es muy bonito, ¿verdad? - pasó los dedos por la madera, y casi pude ver sus ojos brillar de la misma forma en que lo hizo el grabado dorado.
- ¿Que es? - detestaba seguirle la corriente, pero necesitaba la información.
- Es un jeroglífico muy antiguo. Simboliza la vida eterna y tiene mucho valor para mi... - dejó el estante de lado y se volteó hacia los espejos, con agilidad colocó uno en su lugar. Esperé que se volteara hacia mi pero no lo hizo, en lugar de ello, sonrió de medio lado - ¿que hay de Henry Cavanaugh?. ¿Por qué no se presentó?
- No lo sé - mentí, y ella se dio cuenta - me dijo que no tenía madera de artista.
- Él y Catherine salieron un tiempo... - se rió con genuina diversión y una pizca de malicia.
- ¿En serio?... ahora todo tiene sentido... - Judith se echó a reír y se acercó a posar una mano sobre mi hombro.
- Volvamos con el resto de la clase - sentí un hormigueo extraño en la piel bajo su mano, así que ni bien pude me deshice de ella, procurando mas delicadeza esta vez.
Encontré a Charlotte cerca de la puerta, disimulando su vigilia con la vista fija en las flores.
- No se entretengan mucho, chicas - Judith nos pasó a ambas de largo, y Charlotte la observó alejarse con ojos como platos.
- Me habías dicho que tu vigilabas.
- ¡Estaba vigilando! - parecía realmente sorprendida y casi asustada, como si esa Judith hubiera aparecido de la nada.
- ¿Y por qué no me avisaste que venía Judith?
- ¡Estaba vigiládola! Parecía muy entretenida en el jardín, luego hablé con ella, le dije que la fruta se arruinó y que estabas en elbaño... ella dijo que no importaba lo de la fruta... creí que volvió con los otros, yo me quedé aquí, no recuerdo nada más, no sé que pasó, Emma - me observó con ojos de cachorro un momento, aunque enseguida sus facciones cambiaron - pero si no vas a confiar en mi no importa - frunció el ceño de manera exagerada y se fue casi a la carrera de vuelta al patio.
Me vi obligada a seguirla para terminar mi trabajo para el periódico. Fotografié a Judith, a Catherine, a las chicas pintando fruta, a los chicos mirando como tontos a Catherine. Charlotte no me miraba ni para que le tome fotos, y Josh parecía muy ocupado con Rose como para notar mi existencia.
Cuando la cámara finalmente se quedó sin memoria agradecí a Judith su hospitalidad y me largué lo más pronto que pude de esa casa.
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El mismo sabor en cualquier vida
VampireEl mundo no se estaba quieto, temblaba; temblaba como una frágil hoja a merced del despiadado viento. Una mancha roja se deslizaba como ameba a un lado de mi cabeza, manchando de carmesí la nieve sobre la que descansaba. Toqué el líquido con un dedo...