Una claridad se hizo visible incluso a través de mis párpados así que levanté la vista, estaba temblando, acababa de ver a una chica, al menos su voz me decía que era una chica… por qué… ¿por qué ese fantasma sabía mi nombre?... mi respiración era rápida y superficial, me apreté el pecho como tratando de detener a mi corazón desbocado. Necesitaba encontrar a Charlotte, ella sería la única que me creería. Salí corriendo del área de historia, hasta que recordé que no podía correr en los pasillos, así que caminé más rápido de lo que lo haría en cualquier otro momento, al menos hasta que una taquilla se abrió de golpe frente a mí, me paré en seco y dije “estoy bien” al dueño de la taquilla hasta que ubiqué en dónde me encontraba, justo frente a la vitrina de trofeos… procuré controlar mi respiración para no alarmar a nadie, y al sentir la cámara sujeta fuertemente por mi mano me dije que tomaría la condenada foto y me libraría de este trabajo de una vez. Di unos pasos atrás buscando enfocar la toma, el flash se disparó, y observé la pantalla, la foto había quedado genial, pero la cámara ya había vuelto a mostrarme la pantalla de inicio como para tomar otra foto. No podía bajar los brazos, no podía hacer ningún movimiento, mis pies estaban clavados en el suelo, solo podía mantenerme ahí, con los ojos fijos en la columna de humo brillante que veía en la pantalla, la cual se agradaba, crecía y se acercaba, hasta terminar tornando mi pantalla blanca, sentí una ráfaga de aire frío y un sabor metálico en la boca, era una marioneta, mi cuerpo estaba inerte, sostenido por hilos invisibles, de la nada mis pies se despegaron del piso y mis músculos eran incapaces de sostenerme, por lo que me desplomé como edificio en ruinas, estaba preparándome para el golpe con el piso cuando sentí dos manos en mi espalda que ayudaron a que recobre mi equilibrio mientras mis músculos se acordaban poco a poco de como contraerme, me incorporé como pude y me fijé en mi salvador.
- Te tengo – murmuró el muchacho que me sostuvo, era blanco como el papel, su cabello café caía apenas ondulado sobre su frente, sin llegar a cubrir sus ojos, los cuales eran una mezcla de distintos tonos térreos, desde el dorado, pasando por café hasta alcanzar el mas profundo negro. Ni su voz ni su rostro me eran conocidos – ¿estas bien?... te ves muy pálida… como…
- ¿Como tú? – las palabras salieron solas de mi boca, esperé una reacción ante el comentario, y obtuve una risa.
- Si, algo así.
- Estoy bien… lo peor hubiera sido si se me caía la cámara…
- ¿De que estabas haciendo fotos? – se llevó las manos a los bolsillos y miró mi cámara, cosa que agradecí, podría terminar humillándome si miraba mucho esos ojos, y no podría apartar la vista por voluntad propia.
- Probablemente no me creerías si te lo dijera – jugué con los botones del aparato entre mis manos, sin presionarlos realmente.
- Inténtalo.
- Vale – murmuré tomando aire – creo que he visto un fantasma – levanté la vista solo por un segundo para encontrar una expresión incrédula, me miraba como si fuera un bicho raro – no me mires así, yo sé lo que he visto – mi ceño se frunció con repentina molestia y le sostuve la mirada sin vacilar.
- Yo te creo – su rostro era serio y su voz tranquila, no estaba bromeando, y debo admitir que me tranquilizó – soy Henry... el nuevo – asintió lentamente mirándome entre las pestañas.
- Lo sé. Soy Emma – sonreí.
- Vaya, supongo que a los nuevos se nos ve venir a la legua. Gracias por decirme tu nombre.
- De nada – respondí con voz tierna quitándole completa importancia al asunto. Era educación.
- Esto… lo siento Emma, pero... no puedo dejar de mirarte – observé detenidamente su expresión, y encontré cierta pena en sus facciones, me extrañó encontrar en mis mejillas el color que buscaba en las suyas.
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El mismo sabor en cualquier vida
VampireEl mundo no se estaba quieto, temblaba; temblaba como una frágil hoja a merced del despiadado viento. Una mancha roja se deslizaba como ameba a un lado de mi cabeza, manchando de carmesí la nieve sobre la que descansaba. Toqué el líquido con un dedo...