Buenos días, rayo de sol

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Mis ojos se abrieron de golpe, descubriendo una nueva luz en el bosque nocturno. Veía las estrellas, oía a los animales e insectos, incluso podí olerlos.

Me revolví para descubrirme en brazos de Henry, mi cabeza contra su pecho había encontrado su lugar, y el resto de mi cuerpo se negaba a mover un solo músculo, cómodo como estaba en esa cuna que eran sus brazos envolviéndome. Pareció aliviado cuando lo miré y apoyó su frente contra la mía con un suspiro, sin decir ni una sola palabra.

Estaba por preguntar que había pasado, pero me vi aturdida por el aroma que desprendía su piel, una mezcla armoniosa de coco y oliva, que comenzó siendo un cosquilleo en la nariz y fue mutando hasta convertirse en un ardor en la garganta. Comprendí luego que ese ardor no lo provocaba él, si no yo, eran mis ropas empapadas en sangre las causantes de aquel ardor, era una urgencia ante aquel aroma que desprendía mi ropa, era... sed.

- Tú... - susurré levantando apenas los ojos hacia él.

- Era la única forma - pasó con delicadeza los dedos por mi mejilla. Disfruté del cosquilleo de su roce hasta que desapareció de mi piel y amagué con levantarme. Nunca despegó su mano de mi espalda. Una vez estuve sentada me analicé. Era una mancha irregular de sangre coagulada, ollín y jirones de tela chamuscada sobre el suelo del bosque cubierto de nieve. Toqué mi pecho esperando encontrar los agujeros que Judith había dejado en el, pero solo encontré pálida piel - ahora estarás perfectamente - murmuró con calma a pesar de su rostro lleno de expectativa. Estiré el brazo en su dirección y limpié con el dedo el pequeño hilo de sangre que había corrido desde la comisura de sus labios.

- ¿Tengo buen sabor? - murmuré luego de observar mi dedo un segundo. Henry soltó una carcajada.

- Si, bastante.

Devolví la sonrisa solo por un segundo, entonces una voz femenina habló detrás de mi.

- Bienvenida de vuelta Emma - Agatha estaba de pie con pose imponente, a pesar de su escasa altura - lamento no poder celebrar tu renacimiento, pero tenemos asuntos pendientes que atender.

El mismo sabor en cualquier vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora