El rugido de mi camioneta era lo único audible en el bosque, y servía de alarma para Judith. Seguro estaba contenta de que hubiera atendido a su invitación. La nieve que había caído por la noche hacía un peculiar pero conocido sonido bajo mis botas. Me aseguré de que aquel talismán que me había encontrado en Totem hill estuviera bajo mi bufanda y con un suspiro de coraje avancé bosque adentro, o mas bien, seguí a Henry bosque adentro.
Procuré no pisar ramas y cubrirme tras los troncos de los árboles, pero me sentía torpe ante la habilidad de Henry, era mas silencioso que un ratón. Había perdido la cuenta de cuanto llevábamos internándonos en el bosque cuando se detuvo de repente y levantó un dedo pidiéndome silencio. Me paré en seco y procuré ni siquiera respirar con fuerza, él miraba hacia todos lados buscando lo que sea que esperaba encontrar, hasta que clavó la vista detrás de mi y sin pronunciar una palabra me ordenó lanzarme al suelo. Cuando lo hice saltó sobre mi y salió disparado hacia un lado llevándose consigo una melena rubia.
Catherine se levantó y se sacudió la nieve de la ropa. Llevaba puesta la chaqueta oscura que Henry solía usar en el instituto. Henry retrocedió hacia mí de nuevo.
- Henry, cariño. Que gusto verte de nuevo. Y además has traído al pequeño bocado de sangre fresca que estaba buscando.
- ¿Sigues con Judith?
- ¿Sigues tonteando con humanas? - la voz de Catherine era de puro asco, y sus ojos se encendieron cuando me observó. La escuché pensar que ni bien dejara de serle útil a Judith, ella misma se encargaría de mi. Luego la ignoré y me levanté cuando Henry se lanzó para contenerla. En la mente de Catherine vi donde estaban los demás y me apresuré a buscar a Judith.
No fueron ni 20 metros los que tuve que correr para encontrarme a lo lejos con un claro. En el centro de cuatro troncos muertos y secos se levantaba una fogata. Pude ver la melena pelirroja de Charlotte y los hombros de Josh sobresalir a los lados, Rose desaparecía detrás de su tronco, pero los vi a los tres en las mismas condiciones, dormidos en apariencia, atados a los troncos alrededor de la fogata. Judith recorría el círculo cual maestra en un examen.
- Llegas justo a tiempo Emma. Te estábamos esperando. Ponte aquí, por favor - usaba la misma voz dulce de cuando nos recibió a todos en su casa, pero su rostro era una figura rígida, literalmente de porcelana agrietada, a punto de romperse en mil pedazos.
- ¿De veras piensas seguir con esa farsa? - en mi voz sonaba furia contenida, para ocultar el miedo que sentía crecer dentro de mi - ya sé lo que pretendes y no te lo permitiré - escupí las palabras una por una, apretando los puños - ¡no te tengo miedo, Judith! - no estaba segura de si era realmente una mentira, pero ella lo interpretó como tal.
- Tranquila Emma... solo estamos organizando una pequeña fogata en el bosque - se acercó un paso. Sus labios se movían como recitando una oración extensa y sin sentido para mí, también sus pensamientos fluían con un río de palabras incomprensibles. Se extraño de no tenerme en su poder aun entonces observó mi cuello en busca del talismán, no se lo iba a mostrar, pero ella sabía que yo lo tenía. Sonrío y un trozo diminuto de su mejilla cayó, dejando un hueco en su rostro y cientos de nuevas grietas - Pequeña... ¿tu amiga chamán te dijo que eso te ayudaría?
Ella y su gente, hace 50 años, creyeron que ese pedazo de metal podría alejar la energía oscura que sentían. Pero todo no es mas que un simple juego, y a mi solo me gusta jugar al gato y al ratón, Emma. Peggy y los demás se me escaparon, y no me fue difícil cazarlos a todos de vuelta. ¿Qué te hace pensar que con tus amigos será diferente?. He hecho este ritual desde hace mas de 4000 años y ninguna mocosa con juguetes nuevos me va a impedir seguir disfrutando de mi eterna juventud - casi pude oír su rostro crujir cuando bajó las comisuras de sus labios en un gesto de rabia, me observó con ojos inyectados en sangre, aunque enseguida recuperó su sonrisa - Cariño, no te preocupes. El ritual en realidad no matará a ninguno - se acercó a Rose y le pasó un dedo por la mejilla - pero siento una... debilidad por los hígados - sonrió con una dulzura tétrica, extendiendo las grietas que tenía a los lados de los ojos - así que me encargaré de eso mas tarde... - sus ojos empezaron a brillar con un color rosa brillante, y así también lo hizo mi talismán, que empezó a resplandecer bajo mi bufanda.
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El mismo sabor en cualquier vida
VampireEl mundo no se estaba quieto, temblaba; temblaba como una frágil hoja a merced del despiadado viento. Una mancha roja se deslizaba como ameba a un lado de mi cabeza, manchando de carmesí la nieve sobre la que descansaba. Toqué el líquido con un dedo...