Esperé el impacto con un vacío en el pecho en donde debería de estar mi corazón. Me sentía tieza y fría, siendo un cadáver desde ya, pero un impulso llegó de la nada, lanzándome un par de pasos a la derecha y estampando mi espalda contra el muro mientras el autobús rozaba las puntas de mi cabello y se estrellaba contra la casa detrás de mí. Esperé unos segundos, los cuales aproveché para averiguar si aún estaba viva, podía oír escombros caer y el chirrido infernal de los metales retorciéndose y partiéndose en formas dignas de una simple hoja de papel, ladrillos me golpearon el hombro, y aferré al gato lo mas fuerte que pude. Éste no opuso resistencia alguna, y agradecí el calor del cuerpo del animal contra mi pecho, me hacía sentir que seguía viva. Abrí los ojos finalmente, y pegué un salto al descubrirme tan cerca del vehículo, tenía el metal amarillo delante, a poco menos de 30 centímetros de mi rostro, una tremenda pila de lo que antes fue una casa estaba detrás de mi y una veta de luz a mi derecha entre el humo y el polvo me indicó que allí había un espacio libre. Me perdí entre el aire tan espeso por no se cuanto tiempo mientras mis pulmones luchaban por sacar oxígeno de entre todas las impurezas del aire, luego un chico apareció a un lado, me ayudó a saltar sobre los trozos de muro y me sujetó de los hombros para que no me desplomara. Pude ver a los chicos del instituto saliendo por la puerta trasera del autobús, algunos intactos y otros con manchas rojas aquí y allá, como la que yo tenía creciendo en el brazo. Había olvidado que tenía al gato entre los brazos hasta que éste se revolvió, lanzó un gruñido, me hizo pegar un salto y se alejó a la carrera.
- De nada – dije con tono venenoso, aunque mi voz no era realmente audible, me senté en la acera de enfrente, unos metros más lejos y me concentré en respirar aire limpio y controlar el temblor que sacudía mi cuerpo entero. Abracé mis rodillas y agaché la cabeza cuando sentí ese ardor en los ojos. Estos se llenaron de lágrimas en un instante. Una mano se apoyó en mi hombro y un escalofrío me recorrió, haciéndome saltar lejos de ese tacto.
- Tranquila – me fijé en el rostro de Henry, intenté calmarme, concentrarme en el tono bajo de su voz pero me fue imposible controlar el feroz miedo que había surgido dentro de mi de un momento a otro. Su mano había reavivado los segundos catastróficos en los que estaba esperando mi propia muerte, reconocí el tacto, reconocí ese empujón que me había alejado del autobús, lo recordé perfectamente – Emma, esta bien, ahora estás a salvo – sus ojos bajaron hasta mi brazo, me pareció que apretaba la mandíbula, luego suspiró – estas herida. Eso estuvo demasiado cerca – yo tenía los ojos como platos y me ardían por la combinación de todo lo que acaba de pasar, mi garganta estaba completamente seca y mi circulación retumbaba por detrás de mis oídos. Podía sentir todo mi cuerpo sacudirse, estaba temblando. No lo quería cerca.
- ¡Emma! – la voz de Charlotte me obligó a voltear, y estiré mis brazos temblorosos hacia ella – ¡tú! ¡No la toques! – me abrazó frenando de un golpe duro, pero no me importó, me aferré a la calidez de su persona y hundí el rostro en su hombro. Me abrazó con fuerza suficiente para partirme en dos y luego tomó mi rostro entre sus manos – ¿por Dios, estás bien? Hay que hacer que te revisen – apartó mi cabello de mi rostro y buscó cualquier herida que tuviese en el, yo solo respiré profundo y observé lo que quedaba del autobús.
- ¿Por qué le gritaste así a Henry? – mi voz era un hilo, pero ella me oyó, me observó con cuidado, tratando de descifrar si hablaba en serio, frunció el ceño con reproche y enojo, y asesinó a Henry con la mirada.
- Nunca pasa nada bueno cuando él está cerca – murmuró mirando al aludido por sobre mi hombro – no lo quiero cerca de ti – eso había estado pensando yo hacía segundos, pero al oírlo con la voz de Charlotte me di cuenta de que no era cierto, de que la idea era casi aterradora. Antes de que pudiera decir nada ella pasó su brazo sobre mi hombro y me obligó a caminar. Sirenas de ambulancia se acercaban por todas partes haciéndome sentir atrapada. Charlotte murmuraba miles de cosas que no entendía y me tocaba el rostro de tanto en tanto buscando mi atención.
Los paramédicos me examinaban, el brazo me ardía y la máscara de oxígeno me apretaba la cara haciéndome sentir un poco claustrofóbica además de la punzada que me perforaba el hombro cuando trataba de mover el brazo. Policías llegaron y acordonaron la zona, poco a poco empecé a hundirme en una bruma espesa, mis ojos vagaban por el lugar buscándolo. El dolor empezó a amainar, mi cuerpo, cansado, se relajó" dejé de temblar y sentí que veía la escena desde afuera. Podía ver el humo, pero no lo olía; veía las manos de los paramédicos sobre mi, pero no las sentía; lo único que realmente sentía era una marca en mi espalda. La presión remanente de la mano de Henry.
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El mismo sabor en cualquier vida
VampireEl mundo no se estaba quieto, temblaba; temblaba como una frágil hoja a merced del despiadado viento. Una mancha roja se deslizaba como ameba a un lado de mi cabeza, manchando de carmesí la nieve sobre la que descansaba. Toqué el líquido con un dedo...