La forma que tenía Lily de reírse acabó conquistándolo irremediablemente. Tenía unos graciosos dientes de conejo que ella aseguraba que eran heredados, y su nariz se movía a cada risa que soltaba. Apenas se conocían de unas semanas, pero las dos veces que habían salido, resultaron inolvidables para ambos.
Los labios de Stiles cosquilleaban, presos de las ganas que tenían de atreverse de una vez y besar a la chica, y sin embargo seguía temiendo al rechazo. Quería hundir su cobardía en lo más hondo de su ser y poder reunir todo su valor para confesarle lo que sentía.
Jamás había sido un chico romántico, normalmente con las chicas que había salido -que eran muy pocas- había sido una vergüenza de novio, pasando de ellas e ignorándolas cuando la cosa se ponía fea.
Pero con Lily tenía ganas de cambiar eso. Le gustaba de verdad, y quería al menos intentarlo y no llamarse a sí mismo cobarde durante toda su vida. Debía dar el primer paso y ser valiente, besarla y pedirle una cita, pero una cita cita. No quedar como amigos, como siempre hacían.
Su primer beso fue de improviso. Ella hablaba y hablaba sin parar, contándole alguna tontería que le había pasado cuando era pequeña, y él simplemente la escuchaba con una sonrisa, hipnotizado por su manera de expresarse.
Nunca se aburría a su lado, y sin embargo, aquel día las palabras le sonaban huecas, porque estaba reuniendo todo el valor que necesitaba para poder besarla.
Cuando ella suspiró, Stiles sonrió de medio lado, aprovechando el silencio que había establecido la chica y besándola en los labios, uniéndolos torpemente y haciendo de aquello algo dulce y suave, todo lo contrario a lo que ocurría en su corazón, que bombeaba a toda potencia, haciendo que hasta las mariposas que sentía en el estómago se retorcieran de la misma emoción que sentía.
Las primeras citas fueron para conocerse, aunque ya lo hacían, se conocieron más a fondo. Stiles quería conocer todo sobre Lily, y a ella le gustaría conocer a la perfección al castaño.
Descubrieron que ambos se habían criado en Beacon Hills, pero mientras que Stiles había estudiado en el instituto, Lily había ido a una escuela privada a las afueras. Sus padres tenían dinero y querían lo mejor de lo mejor para su hija, y creyeron que un internado sería lo mejor, pero sus notas fueron casi las mismas que Stiles, que era de origen más modesto, y por ello ambos cayeron en la misma facultad.
Lograron conseguir una habitación para los dos, compartiéndola y así convivir juntos, y sin comerlo ni beberlo, ya llevaban un año juntos, un año de perderse fiestas, de no beber alcohol, de ir mucho al cine y de viciarse a series juntos.
La oficialidad llegó cuando el padre de Stiles invitó a Lily a pasar un fin de semana en su casa. El sheriff Stilinski había cogido días de descanso para conocer a la chica, por lo que se dirigieron a la casa del hombre.
Fue un camino de dos horas en el jeep, pero finalmente llegaron y dejaron las cosas en la habitación de Stiles. John les retuvo tan sólo para almorzar, por la noche irían a cenar a un restaurante al que solían ir cuando la madre de Stiles, Claudia, seguía viva.
Lily le pidió a su novio que fueran a ver a su padre, pero el caso es que el castaño aún estaba miedoso por conocer a la familia de su novia, por lo que le pidió que fuera sola, al menos aquella vez, y le hablara de él, ya que por lo que sabía, con su padre no tenía demasiada relación por culpa de su madre, o quizás por culpa de Lily que había creído las palabras de ella en lugar de las del señor Hale.
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Daddy-in-law (+18)
Random▶Historia finalizada◀ CONTENIDO HOMOERÓTICO: si no te gustan las historias boyxboy con sexo explícito, no leas. || S T E R E K || Stiles Stilinski y Lily Hale llevaban siendo vecinos desde que nacieron. Residentes en Beacon Hills, ninguno de los do...