Capítulo 5

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Como pudo llegó a su trabajo, tenía que terminar lo que le quedaba de jornada laboral, no se podía permitir que la despidiesen. No tenía ánimos para nada así que decidió no decirles nada a las chicas de momento, ellas creían que se iba con Javi a pasar el fin de semana y si le contaba lo sucedido irían a su casa rápidamente y necesitaba tiempo para ella sola, pensar en todo lo ocurrido con calma y permitirse llorar lo suficiente para dejar salir todo el dolor que tenía por dentro.

Por fin llegó la hora de salida y se fue casi sin despedirse de nadie, llego a su piso y se preparo una cena anticrisis de la que se arrepentiría después, cogió todas las chucherías que tenia y se dispuso a ver una peli romántica El diario de Noa, con la que lloraría a moco tendido para justificar sus lagrimas, penoso pero efectivo pesó, a partir de este día no se permitiría derramar ni una lagrima más por su ex.

El sábado por la tarde cansada de regodearse en su pena y de estar encerrada decidió ir a correr, quería soltar adrenalina y bajar un poco de todo lo que se había comido, quería empezar de nuevo y lo primero era cuidarse a sí misma. Iba corriendo por un parque cerca de su casa donde había mucha gente practicando deporte cuando de pronto tropezó con un niño e hizo que este cayera, se asustó por él y se dispuso a ayudarlo.

-Hola pequeño ¿te has hecho mucho daño?

-Sí, me lele mi piedna. Le dijo el niño en su media lengua, no debía de tener más de 3 años.

-Alex! ¿qué te ha pasado?-escucho de pronto.

-He tropecado con ella y me caio, me lele la piedna papi.

Al levantar la vista y ver al hombre que tenía delante se quedó de piedra, él por su parte tampoco esperaba tenerla allí.

-¿Gabriela?

-Hola Alan, venia corriendo y no lo vi, no me imaginaba que tuvieras un hijo. Le dijo ella un poco sorprendida

-Sí, es una historia un poco larga, pero Alex es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. ¿Ya estas mejor campeón?

-Sí papi, pero tengo un poco de sangre.

-pues vamos a curar esa herida con tus tiritas de súper héroes. Me alegro de verte aunque sea en estas circunstancias. –decidió lanzarse de pronto- si te invito a un café ¿aceptarías?

-Hoy es imposible mira las pintas que llevo-pero por qué iba a desaprovechar la oportunidad pensó, ya está bien de estar llorando por las esquinas- aunque otro día estaría encantada

-¿Y si cambiamos café por cena? Solo como amigos te prometo que no intentaré nada-le aclaro al ver que le cambió la cara.

-No sé si sería lo más adecuado, apenas nos conocemos y si te soy sincera no estoy pasando por mi mejor momento.

-Acepta y no te arrepentirás, prometo no intentar nada, solo una cena para conocernos como amigos, a menos que estés con alguien y le moleste claro.

-Está bien, y no tengo a nadie, soy libre de hacer lo que quiera-por una vez haría una locura pensó, y también porque en el fondo le gustaba.

-Perfecto ¿quedamos a las 10? Dime tu dirección y paso a recogerte.

-Esa hora está bien, vivo en ese edificio de ahí en el 4ºD.

-Pues nos vemos entonces, hasta luego-le dijo despidiéndose con una sonrisa enorme.

Gabriela se fue directa a su piso, tenía que pensar que ponerse y estaba súper nerviosa, sabía que lo que iba a hacer era una locura pero se sentía contenta y por qué no reconocerlo, Alan era guapísimo y muy agradable. Tendría una cena agradable con su súperman... vaya tonterías se le pasaban por la cabeza.

Por el sabor de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora