Capítulo 9

35 7 1
                                    

El despertar a la mañana siguiente fue raro para los dos, no esperaban sentirse como lo hacían. Alan se despertó abrazado a ella y le resultó extraña la agradable sensación que experimentó al sentir su cuerpo rodeando el de ella. Normalmente cuando se acostaba con alguien no se quedaba a dormir, salía escopetado casi con el condón todavía puesto, pero con ella era diferente, aunque no lo entendía tenía que reconocer que era la primera vez en mucho tiempo que después de acostarse con alguien sentía que las manos le ardían del deseo que tenía de seguir tocándola. Eso lo asustó y después de darle un dulce beso en el hombro se levanto a hacer el desayuno y también a intentar digerir sus emociones lejos del calor de su cuerpo.

Gabriela nota que es de día y sus parpados se resisten a abrirse, pero su cuerpo nota el agradable calor de otro cuerpo pegado al suyo y cómo le dan un beso en el hombro antes de separarse de ella e inmediatamente acuden a su mente las imágenes de la noche anterior ¡lo había hecho! No sabía si era demasiado pronto o no, ni cómo saldría aquello, pero lo que si tenía claro es que entre sus brazos se había sentido viva ¡y qué brazos señores! Pensó. Mientras más recordaba más colorada se iba poniendo. Le gustó el hecho de que se quedase a dormir, así no lo hacía tan frío, ella no estaba acostumbrada a ese tipo de relaciones, las suyas siempre habían sido serias y aunque con Alan no tenía ningún compromiso se alegró de sentirlo a su lado al despertar. Se escabulló al cuarto de baño cuando escuchó ruido en la cocina, gracias a Dios su baño estaba dentro de la habitación. Se miró al espejo y su cara era un desastre total con restos de maquillaje y pelos de loca, intentó adecentarse un poco desmaquillándose y peinándose, se lavó también los dientes y volvió a la cama, no sabía cómo actuar así que esperó que él moviese ficha. Según lo que Alan hiciese le daría una idea de por dónde irían las cosas.

Escucho unos pasos acercarse a la habitación y notó como se hundía el colchón detrás de ella. Alan empezó a darle besos dulces por el cuello y el hombro, todavía no sabía cómo manejar sus emociones pero no se podía resistir a volver a tocarla, su contacto lo calmaba y lo excitaba a partes iguales.

-Se que estás despierta nena- ella se giró con una sonrisa y con los ojos brillantes por el deseo ¡cómo le había puesto ese nena! Si hubiese llevado bragas las tendría carbonizadas en ese momento- Te he dejado café echo- le dijo mientras seguía besándola.

Gabriela lo atrajo hacia ella y profundizo el beso, él la abrazó para que notase su erección y no pudo evitar sonreír, tenía la piel ardiendo y su centro del deseo clamaba por sus atenciones. Alan le hizo el amor despacio sintiendo cada embestida y cada vez más enloquecido por los gemidos de ella, cuando no pudieron más explotaron a la vez en un intenso orgasmo. Tras un descanso para calmar sus respiraciones él se quitó el condón y se fue a la ducha. Ella lo siguió y le preguntó algunas de sus dudas.

-Alan, necesito que me guíes en esto, no estoy acostumbrada a este tipo de relaciones sin compromiso y temo no saber cómo actuar ¿puedo ducharme contigo? O sería incómodo para ti- él abrió la mampara con una sonrisa.

-Ven aquí tonta, tú haz lo que sientas en cada momento y si algo no nos gusta lo decimos. Si te soy sincero tampoco sé cómo gestionar esto, pero de lo que si estoy seguro es de que quiero seguir conociéndote en todos los sentidos- le dijo esto último con su media sonrisa, lo que hizo que ella se relajara, y entre bromas y caricias se ducharon.

Alan tuvo que despedirse de Gabriela, aunque lo que más deseaba era pasar el día con ella sus obligaciones de padre lo reclamaban. Alex llegaría a casa en poco tiempo, había pasado el fin de semana con sus abuelos y él quería tener todo listo para su llegada.

Cuando Gabriela se quedó sola cogió el móvil para contarles a sus amigas, se sentía en una nube y tan pesimista como siempre tenía miedo de la caída.

Por el sabor de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora