Capítulo 11

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Los días en el hospital pasaron lentos. El jueves la volvieron a llamar para informarle de que sería el juicio rápido de su padre, Marcos se había encargado de todo y ellas de momento no tendrían que verlo para nada. Como ya sabían saldría en libertad con una orden de alejamiento hasta la sentencia. Gracias a Dios su madre estaba de acuerdo en todo y no quería volver con él, incluso firmó la denuncia correspondiente. Al día siguiente le darían el alta y se iría a casa de su hermana un tiempo en lo que tardase en recuperarse y que todo se resolviese. Reconoció que tenía miedo de ir a su casa sabiendo que su marido aún teniendo la orden de alejamiento podría aparecerse en cualquier momento. Gabriela por más que insistió en que fuese con ella a su piso, no consiguió nada aunque la entendía cuando decía que prefería ir con Blanca para recuperar el tiempo perdido con su nieta Nadia a la que apenas conocía.

El viernes por fin le dieron el alta pero tendría que guardar reposo un poco más y volver en unos días para una revisión. Gabriela volvió ese día a la clínica en la que para su sorpresa todos le dieron ánimos, aunque apenas los conocía, todos se portaban genial con ella. Esa semana también había tenido noticias de Javi, se enteró de lo ocurrido por un amigo que trabajaba en el hospital, insistió en verla pero ella con dolor se negó en rotundo. Todavía sentía cosas por él pero no quería tener contacto. Se sentía muy confundida en ese momento, noto mucha nostalgia y cariño cuando hablo con él y en parte también deseó que le diese un abrazo pero eso sería darle pie a algo que no podía ser, sabía que con el tiempo podrían tener una relación cordial pero de momento lo mejor era no verse. También tuvo todos los días el apoyo incondicional de Alan por el que empezaba a sentir cosas, estuvo en el hospital varias veces y la llamaba bastante, todo era tan complicado, era como si tirasen de ella en dos direcciones. Sus amigas pasaron por allí todos los días, al contarle como se sentía le aconsejaron no correr, que dejase que las cosas se diesen solas y así iría descubriendo que quería realmente ¡Dios! Era todo un autentico lío.

Por fin llegó el día de la gran cena de despedida, habían quedado en su bar de siempre, no quisieron cambiar porque alegaban que lo echarían de menos. Ella aunque estaba exhausta tras pasar todo el día en casa de Blanca no pudo negarse a ir. Cómo ya empezaba a hacer menos frío se decidió por un vestido burdeos sin mangas un poco ceñido para lo que acostumbraba a ponerse el cual llevaba una especie de volante en la cintura acompañado de sus zapatos de tacón negros y su abrigo ligero de Desigual, se hizo varias ondas en el pelo y se maquilló muy natural. Cogió un taxi y a las 10 ya estaba entrando por la puerta del restaurante.

Pasaron una velada tranquila aunque llena de emociones contando anécdotas entre caña y caña, se iban a echar muchísimo de menos, estaban muy unidas todas. Tras la cena Juls propuso ir a tomar unas copar al pub nuevo donde fueron la última vez, por su mirada intuía que tramaba algo. Ella alego que estaba muy cansada y que se iba a casa, a lo que se negaron en rotundo e incluso le quitaron las llaves de casa que no le darían hasta que se hubiese tomado una copa, así que no le quedó otra que ir. Llegaron y había mucha cola para entrar pero gracias a Lía que conocía al portero pasaron sin tener que esperar, algo que la gente no se tomó muy bien pero les dio igual. Una vez dentro pidieron las copas y se fueron a la pista, cuando llevaban varias canciones bailando notó unas manos en su cintura que la hizo tensarse.

-¿Qué hace una diosa como tú en un sitio tan terrenal como este?- al reconocer la voz de Alan susurrándole en el oído se relajo y decidió seguirle el juego.

-Embaucar a algún mortal para devorarlo esta noche- él la giro y mirándola a los ojos le dijo.

-Me ofrezco voluntario para el sacrificio- y se lanzó a devorar sus labios a lo que ella no puedo evitar corresponder.

Por el sabor de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora