El lunes por la mañana se despertó con energía aunque nerviosa, desayunó y empezó a elegir la ropa de ese día, lo que le llevó más tiempo de lo normal ya que iba a quedar con Alan. Eligió un pantalón pitillo gris y una blusa de cuadros gris y roja complementándolo con unos zapatos de tacón rojos, como trabajaba sentada no le importó que fuese más altos de lo normal.
A las 9 en punto iba entrando por la puerta de la clínica, saludó a sus compañeros y se colocó su bata para empezar a trabajar. Sobre las 11 recibió un mensaje de su hermana por si podía recoger de nuevo a su sobrina, se sintió morir, no quería que Alan pensase que lo hacía para verlo, pero no podía decirle que no, aunque tenían a sus padres era como no tenerlos, la relación con su padre era nula y con su madre solo telefónica para ponerse al día y poco más, los padres de Marcos su cuñado vivían fuera, por lo que no le quedaba otra opción.
En una de las veces en las que estaba atendiendo una llamada pasó Leo y le dedicó una sonrisa dejando ver que sabía lo que había pasado el fin de semana y que por supuesto también sabría lo de ese día, no puedo evitar sonrojarse, era una situación nueva a la que no estaba acostumbrada y con la cual no se sentía muy cómoda todavía.
A las 2 de la tarde salió disparada hacia el colegio de su sobrina, menos mal que siempre llevaba una silla para ella en el coche, lo dejó mal aparcado pues no quería llegar demasiado tarde, entró en el colegio con el paso acelerado y la primera visión que tuvo de él la dejó casi babeando ¡mátame camión! Pensó, con un maestro así ella era capaz de ir al colegio todos los días en procesión si hacía falta, llevaba unos vaqueros desgastado y un jersey de pico que le acentuaba todo el cuerpo. Cuando la vio puso esa media sonrisa que le salía de forma natural pero que hacía que las mujeres quisieran meterles las bragas en su bolsillo, llegó hasta ellos también sonriendo y su sobrina rápidamente se tiró a sus brazos, no pudo evitar llenarla de besos.
-Hola Gabriela, no esperaba verte antes de lo previsto, pero como siempre es un placer- le dijo el también un poco sorprendido, le pareció que iba preciosa.
-Ha sido un imprevisto, a mi cuñado le ha salido una reunión de última hora y mi hermana sale más tarde así que me ha tocado a mí recoger a esta princesa ¿qué tal se ha portado?- al contrario de la última vez, si le apetecía hablar con él.
-Nadia es una niña muy buena, tiene sus días como todos los niños pero en general se porta muy bien.
-Gracias, debo irme ya, en una rato tengo que volver a la clínica y antes esta princesa y yo tenemos que comer, nos vemos después supongo.
-Supones muy bien, no faltaría por nada del mundo- se acercó más a ella con la excusa de hacerle un mimo a la niña y le susurro- si me sigues mirando así mi resistencia va a ser casi nula ¿cómo va la tuya?- no pudo evitar ponerse roja y eso a él le gustó, que bien olía pensó.
-Nos vemos después le dijo nerviosa e ignorando su comentario.
-No lo dudes- le dijo repasándola con la mirada.
Salió con su sobrina del colegio y llegaron a su piso, tendría que hacer una comida improvisada para la pequeña, así que lo más rápido fue unos macarrones con tomate y queso, eso nunca le fallaba con Nadia, comieron mientras veían unos dibujos de una cerdita rosa que a su sobrina le encantaba, de pronto la niña le dijo.
-Tita mi maestro es muy guapo ¿a que sí?
-Lo es, muy guapo- le dijo ella un poco sorprendida.
-Pero a mí me gusta más su hijo Alex, está en la otra clase.
-¡Pero bueno pequeñaja! Todavía eres muy pequeña para pensar en esas cosas.
-Ya tita pero es que es tan guapo... y alguna vez me ha defendido en el patio- se estaba quedando asombrada con la pequeña.
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Por el sabor de tus besos
RomanceGabriela quiere empezar una nueva vida, pero no para de tropezarse con su pasado una y otra vez, pero alguien inesperado llega a su vida para darle un nuevo sentido, no sabe si bueno o malo. Ha perdido la confianza en lo hombres ¿Será capaz de dejar...