El lunes por la mañana cuando llegó a su trabajo se encontró a un Leo muy ofuscado, no estaba acostumbrada a verlo así, él siempre estaba bromeando pero hoy tenía una cara de perro que no podía con ella.
-Buenos días Leo- lo saludo cuando él levanto la mirada.
-Buenos días Gabriela- le dijo con el ceño fruncido.
-¿Te ocurre algo?
-Tú amiga es lo que me ocurre... va déjalo no tiene sentido- se metió en su despacho dando un sonoro portazo.
Gab no entendió nada así que llamó a Juls rápidamente para enterarse de lo ocurrido y para apoyarla en el caso de que estuviese mal. Cuando paso varios tonos contestó.
-Hola Gab ¿a qué se debe esta llamada tan temprano?
-Juls ¿ha pasado algo con Leo? Cuando he llegado tenía un humor de perros y al saludarlo y preguntarle que le ocurría me ha dicho que tú eres la culpable ¿estás bien?
-Tranquila Gab, yo estoy perfecta, lo que le pasa a Leo es que a nadie le gusta probar de su propia medicina, pero se le pasará tranquila.
-¿Qué le has hecho?
-Nada grave, el sábado cuando te fuiste lo pillé en pleno tonteo con una tía y yo decidí divertirme con alguien más y al verlo por lo visto no le sentó nada bien y mucho menos cuando me fui con un hombre que no era él jajajaja tendrías que haber visto su cara.
-Bueno visto que no es nada grave voy a seguir trabajando, ya te haré un tercer grado cuando te pille. Besos.
-By Gab. Besos.
Siguió trabajando y a la hora de comer decidió hacerlo con su madre aunque le pillaba un poco lejos, pero era consciente que con su trabajo eran pocas las horas que podía pasar con ella. Ese día no vio a Alan pero hablaron un buen rato por la noche, quedaron en verse al día siguiente en la puerta de su trabajo, esta vez sí le avisó de que llevaría a Alex, pero no le importó, como se suele decir quién quiere a la flor, quiere a las hojitas de alrededor. Aunque ella todavía no tenía sentimientos tan fuertes por él entendía perfectamente su situación.
El martes por la mañana se despertó antes de que sonara el despertador debido a una llamada de Javi para preguntar por su madre e insistir en quedar para verse, a lo que volvió a negarse. Esta vez se mostró más enfadado ante su negativa, alegaba que necesitaba verla, hablar con ella de la situación en la que estaban y como no, demostrarle lo arrepentido que estaba para que le diese una nueva oportunidad. Gabriela tuvo que ser más tajante y clara al decirle que para ellos como pareja no había más oportunidades y que de momento no quería verlo porque se hacían daño mutuamente.
El día fue de mal en peor, en el trabajo surgieron algunos problemas y no lograba quitarse de encima el malestar de la conversación con su ex. Cuando el reloj marcó su hora de salida apagó el ordenador y salió disparada. Esperaba que estar con Alan y su hijo mejorase el día, cosa que sucedió tal cual. Cuando los vio fuera del coche esperándola una sonrisa se instaló en su cara, iban los dos guapísimos vestidos iguales. Unos vaqueros desgatados, una camisa celeste y un abrigo, así vestidos se parecían mucho más, si Alex tuviese el color de ojos de Alan serían casi idénticos. Detuvo su escaneo visual y los saludó con dos besos a cada uno, delante del niño no quería besar a Alan aunque le apetecía muchísimo, se quedó pensativa mirando sus labios mientras se mordía el suyo. Sacudió la cabeza para desechar la tentación y le prestó atención a niño que se dirigía a ella informándole que irían a la cervecería de la otra vez porque tenía sitio para jugar. Por un momento se sintió observada y se giró, y vio como alguien se esfumó por la esquina, no pudo ver bien quien era pero le dio muy mala espina. Alan le preguntó si le ocurría algo pero negó con la cabeza, él de pronto la noto rara y nerviosa, pero decidió no insistir más y se fueron caminando a la cervecería. El estar juntos como venía siendo una costumbre era agradable y divertido. Casi sin darse cuenta los dos iban cediendo al otro parte de ellos, empezaban a sentir cierta intimidad y complicidad como la de cualquier pareja. Gabriela le comentó que al día siguiente le comentaría a su madre lo del fin de semana, ya que la encontraba mucho mejor, la presencia de Nadia la estaba llenando otra vez de vida, él se alegró muchísimo, deseaba hacer con ella esa escapada y tenerla solo para él durante dos días. Las horas volaban cuando estaban juntos y llegó el momento de despedirse, esta vez Alex no se había dormido por lo que solo pudieron darse un beso en la mejilla, el niño al notar un poco incomodo a su padre le soltó lo que pensaba.
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Por el sabor de tus besos
RomanceGabriela quiere empezar una nueva vida, pero no para de tropezarse con su pasado una y otra vez, pero alguien inesperado llega a su vida para darle un nuevo sentido, no sabe si bueno o malo. Ha perdido la confianza en lo hombres ¿Será capaz de dejar...