Capítulo 5.

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Narra Sofía. 🔹

El aroma a gasolina entrando a mis fosas nasales no es agradable, pero el rechine de las motocicletas lo es para mis oídos.
Miro a Daniela de reojo, parece nerviosa, jamás ha estado de acuerdo en que me meta en este tipo de carreras, pero no me interesa, al final siempre hace lo que yo le digo.

Soy poderosa, perras.

El sonido de la bocina retumba por todo el callejón, es un indicio de que la carrera comenzó. Acelero en cuanto reacciono. La adrenalina recorre mi torrente sanguíneo, la sonrisa burlesca no tarda en dibujarse sobre mis labios.

Por alguna extraña razón, un remolino en mi estomago hace que me des controle un poco. Algunos ojos traviesos están haciendo una mala jugarreta, & no, no necesariamente hablo de los de Santiago o alguno de sus morbosos amigos.

Me detengo frente la meta final, he ganado. Me deshago del caso sobre mi cabeza y bajo de la motocicleta, las malas miradas de Santiago hacen que mi sonrisa se ensanche.

- Te advertí una cosa, ¿no es así? - Cuestiona de mala manera.

- ¿Qué harás?, ¿vas a golpearme?, lo has hecho más veces, no me interesa.

- Deberías dar un vistazo a todo el lugar, te puede sorprender lo que...o más bien, a quien llegues a encontrar. - Sonríe altanero y se da la vuelta.

Los gritos eufóricos de Daniela me sacan del trance en el que estoy, está dando brincos como una tonta. Sonrío de lado y la abrazo con fuerza, está más emocionada que yo.

- ¡Ganaste! - Exclama feliz. - Ganaste y no tienes los huesos rotos.

- Sería bueno, odio la universidad, sería una buena excusa para faltar, ¿no crees?

- Eres la mejor amiga más tonta que pude conseguir. - Ambas reímos. - Te quiero tanto.

Ajusto el abrazo y después de separo de ella. El remolino dentro de mi estomago regresa en cuanto veo una cabellera negra y un par de ojos cafés. Puede que mi imaginación este haciendo de las suyas, otra vez.

Me aparto de Daniela y camino alrededor del callejón buscando la figura anterior. Mis manos están temblando, es algo raro, como un dejavú, solo que no ha pasado aún.

El humo de los cigarrillos me impide ver más allá del callejón. Estoy nerviosa por algo que tal vez sea producto de mi imaginación, ¿qué diablos me está pasando?

Recorro con la mirada cada cuadro del lugar, sólo personas apunto de tener sexo, chicos borrachos y golpeándose. Me quedo parada frente el enorme cartel con el nombre del club donde se hacen las carreras.

Me siento sobre la acera cuan si fuera una niña pequeña, con las piernas cruzadas. Recorro el lugar con mi mirada una vez más, pero no encuentro nada. Comienzo a juguetear con el pequeño llavero que cuelga en mi bolsillo.

Una dulce y muy chillona voz hace que me distraiga enseguida. Un cabello negro más lindo que el de nadie, unos ojos cafés grandes que podrían delatarla en la guerra. Sus facciones y gestos hacen un hueco de recuerdos en mi corazón.

- ¿K-Katina? - Logro decir después de unos minutos en shock.

Danger. ‹‹ Mario Bautista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora