Capítulo 6.

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Narra Mario. 🔹

Levanto la mirada despejándome un poco de la visión que tengo de la fotografía que acabo de tomar. Los pájaros han cerrado su pico y las estrellas adornan el cielo.

Cruzo mis piernas sobre la acerca cuan niño pequeño y continuo observando las fotos. Un horrendo sonido llega a mis oídos, odio las motocicletas, son horrendas y peligrosas.

Levanto la mirada una vez más encontrándome con el rostro pálido y asustado de Sofía, ah y del pelinegro que vive un par de cuadras frente mi casa. Parece estar furioso y ella muy asustada, o algo así.

Comienzan una pelea a mitad de la calle, mi atención se centra en todas las palabras he insultos que yo jamás podría decirle a una chica, ¿qué mierda con el chico?

Un par de insultos más tarde, Santiago, creo que es su nombre, comienza a perder los estribos, en un abrir y cerrar de ojos, la palma rasposa y gigante del chico se estrella contra la mejilla de Sofía.

¿Qué mierda acabo de ver?

Me levanto lo más rápido que mis extremidades me permiten y camino a grandes zancadas hacia ellos, pero me detengo en seco en cuanto veo un par de lagrimas correr por las mejillas de la pequeña castaña.

Él la toma del brazo con brusquedad, y ahora yo pierdo los estribos. No pasan más de 2 minutos, en cuanto mi puño hace contacto con la larga y horrenda cara del chico. Obviamente, el también desliza algunos golpes sobre mis mejillas y pómulos, nada grave, quiero creer.

Unos finos brazos se interponen en lo que podría ser la muerte del muy idiota. Me separo de él a regañadientes y cuando menos lo creo, el idiota sale corriendo como una niñita sòlo gritando un resonador "estas completamente loco"

- Mírate, estas terrible. - Escupe Sofía.

- No me considero tan feo. - Digo causando sus risas.

- No hablo de eso, chico ganzúa. - Pausa un segundo. - Gracias...

- No es nada, ¿p-puedo echar un vistazo? - Digo refiriéndome a su mejilla. Ella asiente.

- No es la primera vez, me he acostumbrado...creo.

- Está algo hinchado, ¿estás segura de que no hay contusión?

- No lo creo, bobo. ¿Puedo pedirte algo...? - Yo asiento. - ¿Podrías llevarme a casa?, no es tan lejos, ese idiota me dejo aquí y olvidé mi motocicleta.

- Oh, claro, de ahora en adelante yo iré por ti a todos lados, te matarás en esa cosa del demonio. - Sonrío divertido.

Ambos caminos hacia mi auto, que está más frío que cualquier otro día. Ella entra en el lado del copiloto con la mirada agacha y un ligero color rojo en sus mejillas, santo dios. Es linda.

(...)

Me detengo frente un edificio un poco alejado de mi hogar. Parece lujoso, o bastante cuidado, no lo sé en realidad. Ambos bajamos sin decir una sola palabra y caminamos hasta quedar a centímetros de la entrada al gran edificio.

- Gracias por esto, ¿puedo pagártelo invitándote a una carrera esta semana?

- Eso...está bien, supongo. - Sonrío.

- Bien, porque de otra manera tendría que soportar a Daniela aún más. Ten. - Me extiende un pequeño papel con una dirección. - Espero verte ahí.

- No hay cuidado, iré. - Le dedico una sonrisa más.

Danger. ‹‹ Mario Bautista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora