-Capítulo 9- "Platicar"

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E

Steve's PoV


Luego de dejar a la Señorita Romanoff en su casa me dirigí a mi departamento para buscar un sobre.


Se me había olvidado completamente que mi madre me había llamado antes de la fiesta para que le llevase un documento que había retirado por ella del banco, pero que me dio a guardar por unos días.


Típico.


La lluvia extrañamente se intensificó después de algunos diez minutos, pero no me preocupaba.


Ya tenía el sobre en mano cuando escuché el sonido de mi celular; vi que era la Señorita Romanoff.


— Ya casi voy a buscarla, Señorita— le avisé al contestar.


— Steve, venga a buscarme, por favor— se le escuchaba llorando sin consuelo, con la enorme lluvia de fondo.


Me preocupé bastante.


— ¿Se encuentra bien?— si algo le había pasado me sentiría culpable.


Necesito a alguien ahora. Me temo que si no me detienen haré algo estúpido. Por favor, venga rápidorogaba.


— No se preocupe, ahora mismo voy. No se mueva de donde está; es una orden— dije con voz fuerte y decidida. No se escuchó nada de su parte.


Debí haberla esperado.


Al demonio el documento, mi jefa me necesitaba.


Dejé el sobre en la mesa de la sala y me dispuse a salir del departamento, pero un pensamiento me invadió.


Algo no encajaba.


Repasé cada palabra de la primera oración que me había dicho la Señorita. Tenía que haber algo...


Steve...murmuré en voz baja—, me llamó Steve— me convencí.


Dios, esto es bastante serio ahora.


Wanda me había dicho que la Señorita Romanoff le había comenzado a decir "Wanda" casi dos años luego de conocerse, simplemente y al parecer, la Señorita no podía articular el nombre de las personas a menos que las conociera a fondo o que tuviese una conexión con ellas.


Y si la Señorita Romanoff me había conocido hace casi dos meses y ya dice mi nombre...


— Demonios— exclamé y salí disparado a mi auto.






Ya iba conduciendo, pero no dejaba de pensar en la forma repentina en la que la Señorita cambió de llamarme en tercera persona a hacerlo en segunda.


Natasha's PoV


Ya no lloraba.


Creía que esto me consumiría mucho más, como muestran en las películas de romance, pero no lo hizo.


Pero simplemente no era yo. Era como estar en cuerpo, pero no el alma; en espíritu.


Estaba allí, sentada en el mismo lugar, bajo la intensa lluvia.


Sentía como el vestido que estaba usando se me marcaba cada vez más al cuerpo, y como mi cabello se me pegaba en la cara y luego la fuerte brisa lo arrastraba.


Boss <Romanogers>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora