Capítulo 10.

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El siguiente día no tengo nada qué hacer, literalmente. Jeremy me dijo que iríamos mañana con la adivina, hoy tenía un asunto importante, por lo tanto decido salir a caminar por la calle. En un momento estoy tan distraída que me paro frente a un enorme espejo que estaba afuera de una tienda de ropa, pretendiendo observarme, lo cual, por obvias razones, no sale como esperaba. No tengo cuerpo físico, por lo tanto mi reflejo es inexistente. Resoplo con frustración, alejándome con la espalda jorobada.

Más adelante, llego a uno de los restaurantes al que solía ir con Lauren. Hago un puchero anhelante al ver a las personas sentadas frente a sus mesas, con sus alimentos listos para ser degustados. Lo que daría por comer un poco de la pasta especial. Suspiro, acercándome al vidrio de la ventana, frente a éste hay una familia joven con dos hijos que no pasan de los ocho años. Sus platillos me tientan de una manera desesperada y suplicante, pero no hay nada por hacer. Rápidamente pierdo el interés en la comida y observo más allá, a unas cuantas mesas al fondo, logro reconocer el rostro de Jeremy. Sus ojos tienen un brillo que hasta este momento no había visto, al igual que su sonrisa. Observo a su acompañante, una linda rubia, con cabello largo hasta un poco abajo de la mitad de la espalda, sus ojos celestes dan ese mismo brillo que acompaña a los de Jeremy. Y la reconozco, fue la chica con la que estuvo hablando el día que fui a su escuela, y que por cierto, seguía creyendo que tenía un parecido escalofriante a Failey.
Jeremy sonríe una vez más por cualquier cosa que ella haya dicho y después abre el saco que lleva puesto, de él saca una rosa roja, la cual parece falsa porque lleva piedras brillosas encima, y realmente, luce impresionantemente hermosa. Le dice algo a la chica, poniendo la rosa frente a ella, la chica lleva ambas manos a su boca sin perder ese brillo en los ojos y asiente energéticamente, bajando ambas manos para tomar la rosa con ellas, sonriendo amplio. Se pone de pie con rapidez, se acerca a Jeremy y después de sentarse encima de sus piernas, toma sus mejillas y lo besa en los labios.

Siento un tirón en el estómago.

Por supuesto que yo conocía muy bien ese brillo. Antes solía tenerlo cada vez que estaba con Chain. Resoplo una vez más, separándome de la ventana y siguiendo mi camino antes de que Jeremy llegase a verme.

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El reloj marcaba las tres en punto de la tarde. Jeremy y yo estábamos frente a una puerta de vidrio por la cual no podía verse hacia adentro. Había una cortina con piedritas brillosas en hileras hacia lo largo. Jeremy me mira y le asiento levemente, sintiéndome nerviosa. Si esta mujer sabía algo sobre lo que me sucedió aquella noche, tal vez esto sería todo y podría ir a donde quiera que tenían que ir las personas como yo.

Jeremy toca a la puerta con el puño, por tres veces, y esperamos a que alguien nos atienda. Pasan algunos segundos que me parecen eternos, y nada. No se logra ver absolutamente nada, mucho menos se logra escuchar un indicio de ruido por dentro. Jeremy acerca su puño nuevamente y toca por segunda vez. En mis adentros pido que salga alguien.
Escucho a Jeremy resoplar a mi lado, y antes de que hable, la puerta se abre. Un chico de no más de veinte años lo mira a él con el rostro seco, sin ninguna expresión en él. Su entrecejo se logra juntar por al menos algunos milímetros.

—¿Sí? —Le pregunta a Jeremy, sin abrir del todo la puerta, sólo mostrando una parte suficiente de su cuerpo.

—Estoy buscando a la adivina, me dijeron que ella podría ayudarme —responde Jeremy, sin titubear. Me sorprendo. Es bastante bueno, debo aceptarlo.

El chico lo mira por unos segundos, analizándolo y luego niega lentamente.

—Lo siento, pero ella no vive más aquí.

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