cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)
cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)
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Escapar, correr. Debía huir antes que las dos bestias la notaran. La matarían, siempre querían matarla. Pero él... él fue distinto.
Kym se detuvo al escuchar un aullido de dolor. No tendría tiempo para escapar de ellos si mantenía su forma humana, pero si se convertía él, ellos, todos la encontrarían. Un rugido lejano con pisadas rápidas no le dejó opción. Corrió con todas sus fuerzas. De su pecho emergió un potente rugido de león, sus manos y pies se transformaron en garras, una cola de dragón destrozó los costados de los árboles que le impedían movimiento, sus ojos se volvieron tan rojos como la sangre. Los hombres lobos no eran nada para ella, los mataría si se acercaban.
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Al principio creyó que era un error, todos se equivocaban alguna vez, hasta él, pero a medida que pasaba el tiempo se sentía más inseguro. El olor, ese olor del demonio sólo lo tuvo una vez al frente y fue el suficiente para ver al monstruo que lo desprendía. Un ser sin alma carente de sentimientos y sediento de sangre. El recuerdo más perturbador que le quedó de ese engendro fueron sus ojos rojos centelleando en la oscuridad.
No podía estar equivocado, no cuando ese olor se burlaba delante de su nariz como si nada. No sería como la última vez, le importaba un carajo que fuera mujer, la mataría antes que acabara con todos ellos, con todas las especies existentes.
En cuanto se abrió la puerta se abalanzó sobre ella. Soltó una maldición al escuchar una exclamación masculina. Persona equivocada. Pasos alejándose lo hicieron voltear en esa dirección. Sus ojos amarillos se posaron en una joven con camisa ancha que le llegaba hasta las rodillas, corría con violencia hacia la profundidad del bosque. Antes que pudiera pensar en seguirla el hombre que estaba debajo de él soltó un rugido potente. Sintió unas garras arrojarlo de nuevo al interior de la casa. Se llevó consigo los muebles y resquebrajó los tablones de madera. Sus ojos amarillos observaron al hombre transformarse en una bestia gigante, en un hombre lobo como él.
— ¡Tú no deberías estar aquí! —le gritó con furia cuando posó sus ojos en su persona.
—Quítate —le ordenó. Un instante de confusión en su adversario antes que se plantara al frente.
—A ella no la tocas.
—Como quieras —le embistió con todas sus fuerzas. Ed soltó un aullido de dolor al impactar contra el árbol. El hombre lobo lo miró unos segundos —. Lo siento, así lo quisiste. Sigues tú, demonio de ojos rojos.
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No podía creer que él lo visitara justamente hoy, no podía creer que se había transformado por culpa de él y no podía creer que la enana lo hubiera abandonado. ¿Qué le hacía falta?, ¿Morir? Eso sería el cierre perfecto de ese jodido día.
Se levantó hecho una furia. Le destrozaría todos y cada uno de sus huesos. Corrió con violencia. La tierra se hundía bajo sus grandes patas.
¡Te protegeré!
Ni tu doctor ni nadie te harán daño porque yo te voy a proteger.
Protegerla, sí, eso prometió, pero Ed sabía que tan sólo era una excusa para romperle los huesos a ese imbécil. Ni él ni nadie lo iba a dejar en ridículo como lo había hecho para luego dejarlo tirado sin más. No, se las pagaría y lo haría en grande. Ed disfrutaría de cada golpe que le diera.
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La Quimera
FantasyEd es un leñador cuyo sueño ideal es vivir una vida tranquila y sencilla, alejado de toda tecnología posible y de las personas que pudieran perturbar sus simples pensamientos. Tras un pasado perturbador su corazón no anhelaba otra cosa que pasar e...