Capítulo 6

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cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)

cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)

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Ed tomó el cuerpo de su hermano y se lo cargó al hombro. No entendía la presión que sentía en su pecho ni el vacío que lo envolvía, ella decidió irse por su cuenta por mucho que él le insistiera y demostrara que no le haría daño de ninguna forma. No comenzaron con el mejor pie la relación, pero a esas alturas Kym debía reconocer sus esfuerzos. Optó por olvidarse de ella, en esos momentos tenía otra carga de la que ocuparse. Sin embargo, mientras se alejaba, Ed no pudo evitar recordar el gemido que soltó Kym al ser embestida por ese imbécil. Ese gemido se reproducía una y otra vez en su cabeza en un ciclo sin fin.

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Miró a través de la ventana de la sala de estar el oscuro cielo. Esa noche era de luna nueva, la ideal para esconder toda criatura que deseara mantenerse oculta. Dejó que sus ojos se perdieran en esa oscuridad al repasar sus acciones en cuanto entró en la cabaña. El encontrarse con el desastre producto de la pelea con su hermano no mejoró su humor, todos los muebles (menos mal eran pocos) estaban volteados y desperdigados alrededor de la sala y la cocina, varios tablones de madera tenían que ser reemplazados incluyendo los primeros escalones de las escaleras. Ed lo pasó por alto. El cuerpo de su hermano no era tan ligero como para quedarse admirando el desastre. Subió los escalones y se dirigió a la habitación designada para él cuando venía a visitarle, la habitación de las visitas indeseadas. Era exactamente igual a la suya. Escritorio, silla, armario y cama ¿Para qué más? Depositó a su hermano en la cama sin delicadeza, no estaba de ánimos para tratarlo con un mínimo de cortesía. Lo examinó brevemente con la mirada sin notar algo que lo preocupara, a excepción de un gran cardenal que empezaba a colorearse alrededor de su cuello, de resto no parecía haber tenido pelea alguna, aun así decidió asegurarse. Lo último que le faltaría era ir a la morgue del pueblo para llevarlo. Si se iba a morir que fuera bien lejos de él y de su bosque. Ese último pensamiento le hizo recordar a Kym. Sacudió la cabeza. «Ella eligió irse», se dijo una y otra vez palpando a su hermano en diferentes zonas en busca de huesos rotos, dislocación o músculos demasiados blandos como para sospechar de alguna hemorragia. Pero nada, nada de nada. Su hermano había tenido más suerte que él esa noche. Lo cubrió con las sabanas para tapar su desnudez, después de todo al convertirse en hombre lobo las ropas pasaban a ser tiras de tela inservibles. Se dirigió a su cuarto para vestirse, fue entonces cuando reparó en el hecho que Kym lo vio desnudo, completamente desnudo. Otro punto a favor para que se fuera. Bajó las escaleras y se plantó en frente de la ventana.

Ahora allí estaba. Con un hermano imbécil inconsciente, una casa hecha un asco y un vacío molesto que no podía apartar. Podía salir a buscarla, no le tomaría tiempo encontrarla, no con ese olor fastidioso que poseía, pero Ed decidió que por esa noche era suficiente. Si Kym estaba bien afuera él la dejaría allí, luego la buscaría. Aún no sabía con qué fin, sólo tenía claro que lo haría.

Despegó su mirada del cielo al escuchar pasos bajando los escalones. ¿Cuánto tiempo se quedó allí pensando?, ¿Importaba? Una vez más el gemido de Kym retumbó en su cerebro. No, no importaba. Su hermano entró vestido, no fue sorpresa para Ed, el susodicho tenía un armario con ropa dentro de su casa como para un mes. Llevaba una camiseta blanca sin mangas y unos pantalones negros de algodón, como costumbre iba descalzo, las pocas veces que Ed lo vio con zapatos fue cuando tenía que ir al pueblo o la ciudad, de resto su hermano prescindía de ellos. Ver al imbécil registrar la casa hasta la más mínima grieta lo hizo recordar algo que por esa noche ya no quería volver a pensar.

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