Capítulo 10

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  • Dedicado a Lulu Blumberg
                                    

cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)

 cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)

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Kym desvió la mirada al tiempo que retrocedía incómoda. Ed se divirtió y conmovió en partes iguales.

—¿Tienes hambre? —se rio al ver el desconcierto en su rostro. Seguro Kym lo tomaba por loco. Ninguna persona cambiaba tan rápido de humor como él en esos instantes. Ed la miró unos segundos aún con la sonrisa en el rostro. Esta vez haría las cosas bien, ya tenía una idea general del comportamiento de Kym así que se la haría más sencillo lidiar con ella. Se dio la vuelta despacio, cuidando de no ponerse en desventaja. No quería volver a repetir la pelea que Leo y Kym tuvieron la última vez. Sabía que en algún momento tendría que enfrentarse a esa posibilidad, pero no ese día, lo evitaría tanto como pudiera. Ed se detuvo con la mano sobre el picaporte, sorprendido. Se acostumbró tanto al silencio de Kym que no esperó que respondiera la pregunta.

—No como.

—¿Qué? —Volvió a mirarla, esta vez con curiosidad. Era imposible lo que estaba diciendo.

—No necesito comer.

Ed iba a contradecirla, pero se contuvo. Kym tenía el rostro serio y sus ojos cafés lo miraban con atención. Se veía segura de sí misma, así que ¿quién era él para decir lo contrario?

—Vale, ¿otra cosa que deba conocer de ti? —Kym dudó. Miró los alrededores como si la respuesta a aquella pregunta estuviera escondida en algún rincón del cuarto.

—Tampoco necesito dormir.

Ed tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener la mandíbula en su lugar. ¿Qué no necesitaba dormir? Eso sí que era imposible. Todo, pero absolutamente todo ser viviente debía dormir, no importaba si fuera de día o de noche, tampoco era relevante la duración del sueño, ¿pero no dormir? Tenía que estar exagerando.

Por unos momentos se sintió confuso al verla allí tan segura, tan sincera. ¿Es que podía ser cierto que ella fuera la excepción a la regla?

—De acuerdo —dijo al fin, tratando de asimilar ese hecho antinatural. ¿No dormir? No lo creía posible —. Vamos, enana, yo sí tengo que comer algo y no pienso dejarte aquí sola —Se dio la vuelta una vez más y abrió la puerta. Para su alivio nadie más estaba allí. Lidiar con su hermano y con Kym a la vez lo volvería loco. Caminó despacio, ignorando el desastre que provocaron ayer. Hoy sería un largo día.

Ed no pudo evitar fijarse en las escaleras al bajarlas, algunos escalones, por no decir todos, tenían rasguños grabados. Ed no recordaba haberse convertido antes de ver a Kym, la verdad le costaba recordar el día de ayer. Muchos acontecimientos se sumaron al cansancio y el dolor que ya traía consigo después de su conversión durante la luna llena. Con esfuerzo le volvían imágenes de lo más importante, pero hasta ahí llegaba. Al pisar el último escalón y ver la cocina supo que no fue él el culpable de esos rasguños.

A Ed le gustaba comer, era uno de sus mayores placeres, si bien cocinar no se le daba bien, al menos hacía el intento, era eso o morirse de hambre. Cada vez que cocinaba utilizaba lo justo para ello, no ensuciaba instrumentos de más ni tampoco desperdiciaba comida. Era, como dice su hermano, un quisquilloso cuando se las daba de chef. Todo ordenado y todo en su lugar. Por eso, al ver la cocina en ese estado supo que alguien más había invadido el lugar, alguien desordenado, histérico, molesto y por sobre todo hambriento.

Ed volteó los ojos al irse acercando a aquel caos de sustancias derramadas en la mesa, en el piso, en las estufas; platos, vasos, tenedores y cucharillas en el fregador formando una perfecta pila de sucia desesperación; cartones de jugo, bolsas vacías... Dios, no provocaba seguir viendo aquello, pero siguió a su pesar.

La QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora