Capítulo 9

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cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)

 cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)

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Kym no tuvo conciencia de sí hasta que escuchó el sonido de la puerta al cerrarse. Parpadeó varias veces antes de mirar a uno y otro lado. Una ducha, un lavamanos y un inodoro, ¿por qué estaba en el baño? Una brisa fría la hizo temblar. Se abrazó a sí misma sintiendo la humedad de sus ropas. A sus oídos llegó el sonido de la lluvia.

¿Qué hacía allí? Recordaba su intento fallido de salir del bosque después  de que ese humano viera sus ojos. Recordaba el impacto que se llevó al ver que todas las salidas estaban rodeadas por pueblos. No podía salir, no si no cruzaba alguno de ellos, y Kym sabía que eso era imposible. Tantas personas juntas la alteraban, la asustaban. Los humanos eran malos, eran crueles, eran despiadados. Había llegado a un callejón sin salida. Tampoco podía regresar por donde había venido porque se encontraría con él y esa arma. Solo podía quedarse allí, en ese bosque hasta que ideara algún plan para huir.

También recordaba la lluvia, adoraba la lluvia, solo en ella podía liberar sus emociones sin temer que alguien diera con su paradero. La lluvia lograba mantenerla a salvo. Pero él... él la encontró. Kym detuvo sus pensamientos al recordar el abrazo. No quería recordarlo, no quería que él se volviera a acercar. Se concentró en su alrededor para descubrir qué la había llevado hasta ese lugar.

No pudo evitar formar una mueca ante la extraña combinación de colores, ¿a quién se le ocurría que el marrón oscuro y el blanco quedaban bien en un baño? Los tablones de madera de las paredes y el piso se veían mal junto al color blanco de la ducha, el  lavamanos y el inodoro. Kym se acercó al lavamanos sin cambiar de expresión. Sus ojos primero se posaron en el grifo. Kym nunca supo cómo es que el agua salía de ese objeto alargado. El doctor poseía uno muy diferente, pero intuía que debían tener la misma función. Posó sus manos sobre los objetos circulares a los lados del objeto alargado. El grifo del doctor tenía pequeñas palancas, cuando él las movía el agua salía. Era fácil moverlas, ¿pero cómo se movía un objeto circular? Trató una, dos, tres veces donde sus manos se resbalaron. Kym frunció el ceño. De todas formas odiaba ese grifo, ni que el agua fuera algo tan especial. 

Al alzar la vista soltó una exclamación. Una chica de ojos cafés y cabello oscuro le devolvió la mirada sorpresiva. Kym retrocedió por instinto sin dejar de mirar a esa chica, que también se alejaba por precaución. Kym se desconcertó al ver los ojos cafés de la chica volverse tan rojos como la sangre. ¿Había alguien más como ella? Se acercó despacio. La chica imitó sus movimientos. Kym frunció el ceño. El gesto se acentuó más al ver que ella hacía lo mismo. Esa chica se parecía mucho a ella. Misma nariz, mismos labios, mismo cabello, hasta estaba destilando agua, ¿por qué? Kym, con recelo, levantó una mano para tocar aquel rostro. La mano de la chica hizo lo propio. Kym aguantó la respiración cuando sus dedos estuvieron a centímetros de distancia.

— ¿Qué...? —dejó ir en un susurro al tropezar con una superficie sólida. Los dedos de la chica y de ella estaban separados por una mínima distancia.  Kym miró fijamente a la chica, quien le devolvió la mirada rojiza —. ¿Tú... eres yo? —El ver los labios de la chica formular la misma pregunta lo confirmó.

Kym se alejó de nuevo. Por primera vez notó que la chica solo se mostraba de la parte superior del pecho hasta unos pocos metros sobre la cabeza. Se parecía... Era como su reflejo en el río. Sí, Kym notó que la pared detrás de ella también estaba en el lugar de la chica... de ella. Sacudió la cabeza, confundida. Creía recordar ese mismo suceso, hace ya algunos años. Estaba en un cuarto blanco, el doctor, el asistente, gritos, sangre, sangre, sangre. Kym contuvo un grito dentro de su pecho. Imágenes, muchas imágenes. No quería verlas. No quería. No. No. ¡No!

La QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora