Capítulo 7

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cambios de escena estarán => (°°°°°°°°)

 cambios de narración de los personajes => (*-*-*-*-*-*)

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Evitaba pensar en la medida de lo posible. Su mente era un caos de pensamientos contradictorios y sentimientos encontrados. Por más que su hermano le decía que Kym era un monstruo carente de sentimientos Ed no era paz de verla de esa manera. No podía negarse a sí mismo que la enana le causó miedo cuando estuvo a punto de matar a Leo. Un escalofrío le recorrió la columna en ese momento, pero no estuvo seguro si fue por verla tan decidida a matar o por el hecho de que él iba a tener que herirla gravemente para salvar a ese imbécil.

Se descubrió recorriendo el bosque sin rumbo fijo. Recordaba haber salido por la mañana dispuesto a buscarla, claro, después de que Leo lo obligara a comer unos pescados que buscó y cocinó él mismo, «Tareas del hermano mayor, no me lo agradezcas». Qué imbécil. Ed siguió ese olor fastidioso más que confiado hasta que llegó al río, ahí terminaba. La enana no quería ser encontrada. Recordaba haber apretado los puños y haber pateado el suelo muchas veces antes de caminar como alma en pena. Debería estar feliz, era lo que quería, que se fuera, entonces ¿Por qué no dejaba de sentirse tan vacío? Sentía como si la hubiera abandonado cuando ella más necesitaba de alguien. Ése era el problema, no podía dejar de compararla con su pasado, cuando él más necesitó de alguien en esa oscuridad que fue obligado a vivir. Él tuvo a su hermano, ese imbécil lo dio todo por él, pero la enana ¿A quién tenía?

Un golpe fuerte en su espalda lo sacó de sus pensamientos. Volteó los ojos.  ¿Es que no podía dejarlo tranquilo? Miró con el ceño fruncido a un Leo sonriente que lo veía con burla.

—Eddie, qué cara tienes —Ed siguió viéndole con disgusto —, y tan simpático como siempre.

—No molestes, ¿Qué no tenías mejores cosas qué hacer?

—Sí, pero resulta que ya terminé y pensé en ayudar a mi hermanito con los leños. Tal parece que andas de vago hoy —decidió no responder, fuera lo que dijera Leo haría lo que quisiera. Ver los zapatos de su hermano lo confirmó —. Hay un pueblo cerca ¿No?, vamos a la taberna.

—Son las dos de la tarde.

— ¿Y qué con eso?

—Leo, no tengo ganas de... —se interrumpió cuando su hermano lo agarró por el brazo.

—Vamos, vamos, Eddie, que casi no te visito.

—Deja de llamarme Eddie —protestó por lo bajo. Leo se rio entre dientes. Ed se dejó arrastrar, ¿Qué más daba? La enana se había ido, no tenía sentido que anduviera por allí esperando verla.

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Le tomó tiempo despistar al hombre lobo cuando salió de nuevo en su búsqueda por la noche y parte de la mañana. El golpe que le dio cuando estuvo en su forma semi-humana le afectó bastante, sobre todo porque fue luego de utilizar la curación en el otro.

Kym se recostó en el tronco del árbol arriba de la rama más gruesa, donde se subió para que ningún animal la molestara. No sabía por qué seguía en ese bosque cuando estaba ese hombre lobo buscándola para terminar la pelea de anoche. Kym quería pensar que era porque se encontraba herida, la herida de bala y dos costillas rotas no la dejaban moverse como quería,  además que le dolía el brazo después del forcejeo que tuvo con él, pero ella misma sabía que se mentía, una pequeña herida y dos insignificantes costillas, que sanarían en unas semanas no le impedirían huir para salvarse, además que el rostro de ese chico no dejaba de acudir a su mente.

La QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora