Traición

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Capítulo 24: Traición

Einar desde pequeña había tenido problemas, nació y creció en un pequeño pueblito de Asia, en donde simplemente no la entretenía nada, animales por todos lados y una vida de campo no era para ella, su ánimo se había perdido al enfermarse y encontrar que sus órganos están distintas partes a una persona normal, aunque podía estar como siempre y creció sin muchos problemas, aquello era horrible cuando se enfermaba y sus padres sufrían mucho, finalmente cuando cumplió la mayoría de edad se fue de aquel triste hogar.

—No puedo quedarme así para siempre—comentó la pelirroja con una pequeña bolsa caminando entre las montañas, por su condición no podía hacer mucho esfuerzo y se desmayó, cuando volvió a abrir los ojos se encontraba en un bello templo adornado con dragones, pilares característicos de la religión y un monje rezaba a su lado junto a un suave incienso.

—Qué bueno que despiertas hija mía—comentó el monje con alegría.

— ¿Dónde estoy? —preguntó extraña, hace unos momentos estaba en medio de las montañas, y ahora estaba en este extraño lugar, no tenía el conocimiento acerca de un templo cercano.

—Es el templo de Shén hǔ, está oculto entre las montañas, lejos de los extraños y aquí también entrenan los monjes shaolin—informó el anciano con orgullo, su cabeza calva y arrugar delataban un poco su avanzada edad—Algunos de mis estudiantes te encontraron y te trajeron, por eso estás aquí, aunque el templo este oculto no significa que las personas no puedan venir.

—Muchas gracias, pero hay algo que quisiera preguntarle—dijo Einar pasando a ser seria, tenía una loca idea.

—Claro, puedes preguntarme lo que quieras—el monje se encontraba feliz, hace años que no tenían visita alguna.

— ¿Quisiera enseñarme su maravilloso budismo y entrenarme junto a los demás? —preguntó sin rechistar, el anciano quedó atónito ¿por qué esa extraña chica le pedía eso?

— ¿Por qué quieres entrenar? ¿Por qué quieres expandir tu cuerpo y alma? —el monje la miró directamente hacia los ojos azules, estaban decididos y más fieros que un tigre, sí, aquella niña podría tener lo que se necesita.

—Verá yo no me encuentro bien de salud, quisiera entrenar mi mente y cuerpo, para no temerle a esta enfermedad y aceptarla, ayúdeme—expresó con desesperación y toco el compasivo corazón del anciano.

—De acuerdo, pero deberás aceptar entrenamientos exhaustivos tanto de mente como cuerpo ¿aún así aceptas? —el monje no le quito la mirada ni un segundo, aunque aceptar a aquella niña lo metía en serios problemas.

—Acepto—respondió ella con alegría, quizás entrando a aquella religión su cuerpo comenzaría a similar esta enfermedad.

El entrenamiento empezó al día siguiente, aunque la aceptaron como otra más de ellos, no podía sacarse una extraña sensación del pecho, ¿le ocultaban algo? Prefirió ignorar ese hecho y así pasaron algunos años, Einar se había convertido en una experta en artes marciales, había aprendido a dominar su cuerpo y mente, pero la enfermedad seguía ahí, esperando el momento de atacar alguno de sus órganos y hacerla desfallecer, aunque eso ya no le importaba, simplemente quería disfrutar esta nueva vida que le brindaron.

Desde el momento en el cual ingreso al templo, se había percatado que cada luna llena los monjes se reunían a escondidas de ella a realizar algún extraño ritual, nunca había querido intervenir, pero tras varios años su curiosidad gano y decidió espiar un poco.

—Woo hay un festín ¿Por qué? —preguntó uno de los monjes.

—Hoy viene nuestra ama—respondió otro con emoción.

La Descendencia de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora