Transformación

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Advertencia: este capítulo contiene una escena algo subida de tono, aunque no es explícito.

Capítulo 15: Transformación

La mente de Raynard estaba inquieta, si aquella mujer había vuelto por órdenes de Heather, realmente significaba que el ejército estaba listo y quizás hasta lo habían probado en algún desquiciado plan, ambas eran sádicas y descontroladas, pero juntas ideas locas surgían y él era el control de Heather, que ahora estaba castigado.

—Hija de puta, quizás le este lavando el cerebro a Erika—movió sus brazos y piernas con toda la fuerza que le quedaba, pero sin resultado. Su inquietud volvió al sentir unos apresurados pasos que se trataba de Edward.

—Raynard debes tener cuidado. Einar los está sacando a todos de la torre bajo las órdenes de nuestra ama—explicó el rubio con apuro—Por si te logras zafar de esas cadenas dejare cubierta la entrada, para que Einar no venga a burlarse o hacer algo peor —tan rápido como llego se retiró por las escaleras en espiral dejando al albino con las palabras en la boca.

—Pensar que él sería quien más se preocuparía por mí—soltó un largo suspiro y se apoyó contra la pared, no podía hacer nada y sus fuerzas eran mínimas, sólo le quedaba esperar.

En el primer piso Einar se encontraba paseando por la torre encontrando a Edward algo inquieto y nervioso ante su visita.

— ¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? Nuestra ama no quiere a nadie a la torre—habló Einar caminando con aires de poder en ella.

—Pero esa orden te incluye a ti ¿por qué estás desobedeciendo? —respondió Edward con decisión.

—Sólo me aseguro de no haya nadie como. Ahora lárgate—exclamó alzando la mano con dirección hacia la salida—si no me veré obligada a llevarte como traidor—sus ojos se inyectaron de sangre y su voz notaba el enojo que sentía, el rubio se limitó a salir del lugar sin antes mirar con odio a la pelirroja.

Einar no era estúpida y logro comprender que algo ocultaba en la zona bajo la escalera y tras un gran cuadro que nunca había visto, se acercó a éste, lo sacó y pasó sus manos por la pared, sintió una pequeña corriente de aire. Justo cuando se disponía a abrir la puerta, una mayor fuerza que la de ella le sostuvo la muñeca y le provocó un gran susto.

—Einar, no quiero a nadie aquí inclusive a ti ¿qué estás haciendo? —Aquella Heather que estaba hablando no era la misma de hace unos instantes, ésta estaba llena de una sed de sangre, si decía algo inconveniente terminaría siendo comida para cuervos.

—Vi a Edward recién y escondía algo, sólo estaba averiguando—respondió desviando la mirada, no, no podía mirarla a los ojos.

—Ahí es donde está cautivo Raynard, lo más probable es que lo haya ido a visitar, ahora vete—ordenó finalmente soltando la muñeca de la chica que quedó completamente roja por el fuerte apretó.

—Sí, me disculpo mi ama—la pelirroja hizo una reverencia y se retiró con rapidez, sí, sólo con Heather podía sentir aquel sentimiento que nadie más le podía dar, el miedo. Una sonrisa cruzó sus labios y se fue hacia otra torre a descansar un rato, había mucha nueva información que necesitaba repasar.

Heather espero que su comandante se retirara antes de ingresar nuevamente en la profunda oscuridad del pasaje, sus ojos se habían adaptado a la oscuridad y bajo la escalera de espiral hasta el prisionero.

—Heather... —murmuró Raynard con cierta emoción, pero divisó que su flequillo cubría su rostro y tenía un Aura de extremo peligro a quien se acercara.

—Raynard explícame ¿por qué mantuvisteis vivos a los Helsing? ¿Por qué no te puedo matar, aunque me hayas traicionado? ¡¿Por qué?! —la pelinegra estaba vestida con un largo camisón color vino y descalza se acercó al albino.

—Te lo explique, puede que hayan pasado generaciones, pero seguían siendo mi familia y siendo vampiro o humano mis emociones siguen siendo las mismas—desvío la mirada y bajo la cabeza ante aquel comentario.

— ¿Acaso yo no soy tu familia? —ella se acercó, abrió un poco las piernas y se sentó sobre él, en un intento que la mirara directamente.

—Heather tú eres más que eso, yo te pertenezco en cuerpo y alma ¿no es así? —al levantar la cabeza se encontró con los grises ojos algo cristalinos ¿acaso estaba a punto de llorar? —Además estamos comprometidos ¿cómo crees que iba a olvidar algo así? —con esas palabras intentaba animarla, ya que al estar encadenado no podía abrazarla y reconfortarla.

—Entonces ¿por qué ocultaste la existencia de los Helsing? —un brillo de esperanza apareció en ella, es decir, era más que su familia, ellos habían formado un lazo más allá de la eternidad.

—Te lo dije ¿no? Yo odiaba a mi padre y ese enorme orgullo de la familia, siempre tuve que proteger a mi hermano de los peligros a los cuales lo expuso la familia—respondió con aire nostálgico.

—Pero tú lo abandonaste, lo dejaste con quienes más odiabas—intervino Heather algo exaltada.

—Lo sé, pero dejándolo con ellos y sin mí en el camino, sólo quedaba un heredero y lo debían proteger—comentó Raynard—además tú sabes que hable con él, para que me acompañara y decidió quedarse con ellos.

—Sí, su sueño cambiar la organización por dentro. Aunque la cambio para los cazadores, pero no la cambio para los vampiros—contraatacó la pelinegra.

—Estoy consciente de eso y fue una las opciones que me llevó a ser un vampiro, no sólo porque me amenazaste sino porque quería hacerles entender que no todos los vampiros son malos—los rostros de ambos estaban a escasos centímetros y podían sentir la respiración del otro.

— ¿Y yo que soy? —la vampiresa esperaba aquella respuesta con ansias, la había aceptado como su prometida, aunque fuera una promesa de niños, pero ¿qué era para él en realidad?

—Te lo he dicho ¿no? Eres lo más preciado para mí, siempre me regañas porque huelo a tabaco, pero cuando me separo de tu lado sólo eso me relaja y desvía mis pensamientos de ti hacia las misiones que me encomendaste—comentó Raynard con una leve sonrisa—No sólo eres mi prometida, no podría seguir sino te tuviera a mi lado y haces años que me habría quebrado. Además sé que tú sientes lo mismo y por eso no me has asesinado.

—Tú...maldito—Heather tomó con sus manos y mucha delicadeza el rostro del albino, le dio un leve apretón en las mejillas y luego lo besó, después de tantos años juntos había llegado lo inevitable, se habían enamorado.

Tras el beso se quedaron mirando unos segundos, para luego pasar a la total acción, Heather destruyo por completo las cadenas con su mínima fuerza, el albino se acercó al cuello de la chica y la mordió, necesitaba recuperar sus fuerza y de los labios de la pelinegra salieron unos suaves gemidos.

Raynard bebió una porción razonable de sangre, aunque sabía que con esa cantidad no le haría nada a la vampiresa y luego tomó a la joven entre sus brazos, obviamente lo que seguía no quería hacerlo en un pseudo calabozo, simplemente ella lo guió hasta su cuarto.

En la habitación Raynard despojó a la pelinegra del largo camisón, después de todo él ya estaba desnudo, ambos sabían muy bien lo que seguía, aunque no era la primera vez que se entregaban en carne al otro, se volvieron a besar ahora con más pasión, acariciaban el cuerpo del otro buscando el placer y los gemidos no se hicieron esperar.

Se besaban, se lamían y tocaban distintas partes de sus cuerpos hasta que llegaron al acto final, se unieron en la máxima intimidad hasta llegar al clímax, así continuaron el acto varías veces más hasta quedarse dormidos completamente abrazados y sin nadie que los molestara en aquella torre.

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La Descendencia de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora