El infierno.

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Desperté con dolor de cabeza y cuerpo. Y para variar, mi vista estaba muy borrosa.
Logré distinguir a un hombre vestido de blanco y con una enorme barba del mismo color, gafas y un libro en las manos delante de mi.

-¿Qui-Quién eres? ¿Do-Dónde e-estoy?

Dije mareada, tratando de aclarar mi vista para observarlo mejor.

-Soy San Pedro y estás en el cielo, hija mía.

Dijo una voz gruesa un tanto graciosa. Mi vista se aclaró y me giré para tomar la almohada y lanzársela.

-¡Auch! ¿Así tratas a tu padre?

Dijo con la misma voz, levantando la almohada que le arroje; se acercó y la acomodó detrás de mi de nuevo.

-Eres una idiota, Patricia. Te ves horrible.
La miré con un falso enojo escondiendo mis ganas por reír.
-Pero se la creyó, Princesa.
Sonrió ampliamente y me dio un beso en la cabeza.
-Por supuesto que no.
Dije seria. Y me crucé de brazos como niña pequeña.
-¿Ah no? ¿Y porqué?
Se puso de nuevo al pie de mi cama.
-Numero uno: Me llamaste "hija" y dijiste "Tratas así a tu PADRE" ¿por qué rayos San Pedro sería mi padre, idiota?
-Mm... Buen punto Princesa. Error mio.
Sonrió.
-Y número dos: Por ningún motivo me iría al cielo, Patricia.
-Tienes razón Princesa. Ya que he decidido que seas mi compañera en el infierno.
-¿Perdón?
-Lo que escuchaste. Ya que me iré al infierno, buscaba alguien que pasara la eternidad ardiendo en el las llamas con Satanás conmigo... Y te encontré.
-¿Cuándo lo decidiste?
-Hace un par de semanas, cuando nos conocimos en mi cueva. Sé que no lo creerás, pero ese día... Sentí que había algo especial.

Sentí que un balde de agua helada caía en mi espalda. ¿No... No me recordaba? ¿No me reconocía del parque? ¿No... Había importado en ella como en mi? Estaba escribiendo esto de forma idiota.

-¿Todo bien, Princesa?
Preguntó extrañada al ver que agachaba la cabeza.
-Si... Lo siento. Sólo creo que estás loca, Patricia.
-Deja de llamarme así, no me gusta.
-Ese es tu nombre.
-Si, pero comenzabas a llamarme Pato. O Molestia. Me gustaba más.
-¿Te gustaba que te llamará "Molestia"?
-Si... Era especial. Para mi, lo pensaste para mi. A nadie más lo llamas así, sólo a mi.
-Vaya que eres muy extraña. Está bien Molestia.
-Bien.
-Aunque yo no iré al infierno, Molestia.
Puse la mano en mi barbilla y voltee hacia arriba.
-¿Qué? ¿Cómo que no? ¿Entonces?
Me preguntó confundida.
-Me iré a un lugar que no es conocido. Se llama "eternidad". Es en lugar que tú quieres que sea.
-No lo entiendo.
-Claro que no. Tienes cerebro de cacahuate.
Es un lugar como tú siempre quisiste que fuera. Si tu crees que será el infierno, quizá sea así, como imaginas que es. Con las personas que tú quieras que estén.
-¿Osea que cuando muera iré a donde yo quiera?
-¡Exacto! Literalmente a donde quieras. A donde tu hámster te de.
-¿Y si imagino un mundo de chocolate con sexys chicas play boy a mi lado... Lo tendré?
-Eso es enfermo, Molestia. Pero si, sí esa es tu idea, ahí estarás.
-¿y por qué?
-Cariño, sólo sé que será así. Merecemos un premio después de vivir aquí ¿no?
-Mmm... ¿Y estaré yo en tu eternidad?
-No lo sé... Pero si no estás en la mía, puedes desear que esté en la tuya y así nos encontraríamos.
Pero sin Play Boy's, Molestia.
Dije entre risas.
-¿Sin Play Boy's? Entonces pensaré si te quiero en mi eternidad o no.
Dijo sonriendo de lado y yo levanté una ceja.
-No me importa. No es como que lo deseara. Tendré mi propia eternidad.
Le saqué la lengua y ella rió. Mi madre entró a la habitación.
-Orom... Mi amor. ¿Estás bien?
-¿Tan mal quedé que estoy en el hospital?
-Te harán estudios.
-¿Cuánto tiempo?
-Una semana.
-Carajo.
-No hables así, niña.
Miró a Pato y luego a mi, me levanto las cejas esperando una explicación.
-Mamá. Ella es Moles... Patricia. Una compañera del salón.
-Ho-Hola señora.
Pato la miró, trago saliva y lo dijo nerviosa. Me causo gracia.
-¿Qué haces vestida así?
Mi madre la miró de arriba a abajo y Pato volvió a pasar saliva.
-Yo... Yo... Le jugué una broma a su hija señora.
Dijo aún más nerviosa y yo tuve que aguantarme mucho para no reír, ya que me dolían las costillas.
-Ya veo... Muy divertida. Aunque... Ahora que te veo mejor, ¿no fuiste tú quien corrió a Anna cuando vino?
Espera... ¿Qué rayos acababa de decir mi madre?
-¿Anna estuvo aquí?
Observé a Pato.
-Si, pero le dije que se fuera.
-¿Por qué demonios hiciste eso Patricia?
Le grité y mi madre salió de la habitación "para que habláramos"
-Orom... Princesa... No es momento de que la veas.
-¿Tú que sabes?
Dije furiosa.
-Orom... Debes estar de broma.
-No. No estoy de broma. ¿Por qué rayos no dejaste que Anna pasara?
-¿Te has golpeado la cabeza? ¡Por su maldita culpa estas aquí! ¿O es que lo has olvidado?
La escuché molesta.
-Ella no me golpeó.
-¡Escuchaté por Dios! Esas malditas te golpearon por ella.
He escuchado tus lloriqueos por dos semanas con respecto a ella.
¿Te has olvidado de todo lo que te ha hecho? ¿De qué te engaño?
Me enfurecieron sus reclamos.
-Tú no tienes derecho. Tú no eres nada mio. ¡NADA PATRICIA!
Levantó la cabeza y me miró con algo que identifique como desilusión...
-Tienes razón Orom. No somos nada... Lamento molestarte.
Tomó sus cosas y salió de la habitación.

« Querida Desconocida »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora