Parte 50- Gimnasio.

5 0 0
                                    

Me senté en la cama y comencé a devorar todo lo que tenía como comida. Necesitaba comer más que nada. Comer es necesario para sobrevivir. Es como nuestro combustible del día a día.
No entendía para nada como podían existir personas que dejaran de comer sólo por ser más delgadas.
Comenzaba a creer que si todos nacían con un peso exacto y ese fuera su peso para toda la vida, entonces no exisitira el BULLYING ni enfermedades como la Anorexia o la Bulimia. Era algo críptico, pero me gustaba pensar en eso a veces.

Se me ocurrió de repente que tenía ganas de correr. La comida me estaba afectando un poco, y como quería estar en buena forma para Ash, decidí que lo mejor sería comenzar a ir al gimansio.

Termine mi extremadamente largo desayuno y me vestí con ropa deportiva. Salí de casa al trote hasta llegar a "The Equi Sport". Un gimnasio que quedaba a tan sólo cuatro cuadras de mi casa.
Entre y un olor a sudor y hormonas inundó mi pobre olfato.
Me acerqué al mostrador y un hombre bastante joven y musculoso me miro.

-Hola. ¿Qué deseas?
-Hola. Vengo para comenzar el gimnasio.
-De acuerdo. Dime qué es lo que quieres fortalecer.
-Mayormente piernas.
Me miro de arriba a abajo en busca del mínimo error, y cuando terminó de especular miro directamente a mis ojos en forma de aprobación.
-Te ves muy bien.
Eso me incomodó.
-Gracias. ¿Con que puedo comenzar?
-Ven.  Sigueme. Tal vez puedas empezar con la máquina que fortalece los muslos.
Lo seguí y me condujo hasta una máquina naranja en la que no tenía ni la menor Idea de lo que había que hacer.
Se acercó un poco más a mi y se agachó para rozarme los muslos muy suavemente.
-Esto hace que los muslos tengan un poco mas de musculatura. Justo aqui- dijo acariciando parte de la rodilla para arriba.
Lo mire un poco mal. No sabía como interpretarlo; si pensar que quería intentar coquetear conmigo o si simplemente quería mostrarme donde se formaba el músculo.

Comencé a mover la pierna izquierda hacia atrás con la fuerza que más pude hacer, y a la décima "patada" hacia atrás estaba exhausta.

El me guió todo el tiempo en lo que debía hacer. Siempre con un cumplido diciendo que lo había hecho muy bien. Eso me ponía contenta ya que al menos se me daba bien lo que hacia.

Al final, cuando estuve a punto de irme, el chico de detrás del mostrador (el mismo que me había guiado todo el tiempo) se paró y fue a despedirme.
Se llamaba Dohson.
Sus facciones se arrugaron hasta conseguir una sonrisa amistosa.
-Hasta la próxima preciosa. Espero verte pronto. ¿Cuando volverás?
Repare en ello por unos rápidos segundos.
-No lo sé. Cuando tenga ganas de sudar.

Esto pareció llamarle la atención y se sobresalto.
-Vaya. De acuerdo... Te estaré... esperando- dijo titubeante.

Emma.

Querido Diario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora