4. Las aves vuelan al anochecer

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 Me desperté en mi forma humana con la ropa desgarrada pero aún servible. Recé para que lo último que recordase fuera una pesadilla, pero al mirar a Donovan con el rostro hundido en sus manos comprendí que no lo había sido. Logan permanecía mirando a la pared de espaldas a Donovan, éste cuando vio que yo había despertado forzó una sonrisa. Me agarré a mis rodillas y apoyé mi barbilla en ellas mirando los restos de la sangre del suelo, sangre oscura de nuevo.
-¿Por qué no te mataron a ti?-preguntó una voz.
 No dije nada, una lágrima rodó por mi mejilla y cayó en mi uniforme.
-Ella no había hecho nada...-repitió la voz.
-Ella tampoco, número 25-dijo Donovan.
-Bueno, ha querido enfrentarse a los guardias.
-Ha sido sin querer, todavía no controla lo que es-siguió diciendo Donovan.
-Te he visto en el entrenamiento, número 11, eres inservible, todos pasan esas pruebas hasta en los primeros días, sin embargo tú eres mucho más débil e inestable...
-¡Basta!-gritó Donovan.
 La número 25 miró a Donovan con desprecio y se convirtió en un hermoso lince, se giró dándonos la espalda mientras mascullaba algo.
-De algún modo, Montez la protege, si fuera otro ya estaría muerta...-siguió diciendo.
-No le hagas caso,-me dijo Donovan-se cree muy inteligente y fuerte y no es más que un gato de montaña.
 La número 25 se giró, su pelo estaba erizado y sus dientes blancos resplandecieron en la oscuridad. Donovan también se transformó, hasta aquel momento no había visto qué animal era, pero su pelaje se camufló en la oscuridad. Una bella pantera negra de ojos verdes apareció en su lugar rompiendo su uniforme y mostrando sus colmillos. La pantera rugió con fuerza y el resto de los allí presentes comenzaron a quejarse del ruido como de costumbre. El pequeño cuerpo de Logan convertido en lagarto volador se posó en el lomo de Donovan intentando también ponerse algo fiero.
-¿Por qué no guardáis ese enfado y esa rabia para los científicos y sus pruebas?-sugirió la voz de un hombre en la oscuridad.
-Número 130 tiene razón,-dijo Logan corriendo hacia su jaula-será mejor que descansemos.
 Donovan no volvió a su forma original, se tumbó allí enfadado y preocupado por algo. La muerte de la otra chica le había dejado algo tocado, lo que era normal, así que me pregunté si ella había sido alguien especial para él.
 Cerré los ojos a pesar de que no tenía sueño e intenté descansar temiendo por la vida de algún otro de los que allí estaban, pero no podía hacer nada, la otra mujer tenía razón, era inútil y débil, entonces ¿por qué no se deshacían de mí?

··· ···

Las luces se encendieron una a una produciendo ese zumbido molesto, recliné mi cabeza contra uno de los barrotes y observé que Donovan ya no estaba. Miré a Logan convertido en humano, parecía intranquilo jugueteando nerviosamente con sus manos.
-¿Se han llevado a Donovan?-le pregunté en voz baja.
-Sí, hace un rato ya.
-¿Es por el entrenamiento?-pregunté temiendo una respuesta negativa.
-No,-negó mientras se encogía de hombros-se lo han llevado a hacer más pruebas.
 No dije nada, observé al guardia de detrás de la puerta, al parecer comenzaba a quedarse medio dormido.
-Vendrán a por ti luego,-dijo un chico que estaba transformado en mono-dijeron algo de tu número.
-¿Era Montez?
-No, era una mujer.
-Alia, entonces...-susurré-¿Qué más dijeron?
-Ni siquiera prestaba atención-dijo el mono con desdén.
 En ese momento unas voces se oyeron tras la puerta y el hombre de la noche anterior entró acompañado de Alia. Ambos me miraron y los guardias me sacaron de allí, no protesté cuando lo hicieron, pues temía que el hombre tuviese un arma de nuevo y acabase con mi vida. Ambos me escoltaron hasta una de las salas en las que otras veces había estado.
-Siéntate ahí-dijo Alia señalando una silla de metal.
 Me senté con cuidado, mis piernas sintieron el frío metal y mis pies descalzos quedaron colgando sin llegar a rozar el suelo siquiera.
 Los dos científicos se pusieron los guantes blancos y comenzaron a charlar, pero no en esperanto. El hombre me ató a la silla de pies y manos y cogió un pequeño bote con líquido, a continuación clavó una aguja en la tapa del bote y la jeringuilla comenzó a llenarse lentamente de un líquido casi amarillo.
-Esto va a dolerte,-dijo el hombre regocijándose en sus palabras-pero esa es la cuestión.
-Vamos a alterar tu sistema nervioso para que tengas más miedo que el normal y experimentaremos tus cambios. Al parecer es así cómo tu transformación se activa y no queremos que ocurra en esos casos sólo, sino cuando te lo ordenemos, como el resto. Pero como sólo funcionará si sientes que la amenaza es real tendremos que torturarte.
 Tragué saliva mientras la aguja penetraba mi cuello produciéndome una sensación tan desagradable que me hizo gritar. Empecé a ponerme mucho más tensa de lo normal y sentí cómo las correas comenzaban a apretarme todavía más.
 Alia sonreía a la vez que cogía un par de largas agujas y un pequeño instrumento quirúrgico que parecía cortar la piel con bastante rapidez.
-Esto será divertido...-susurró Alia.
 El otro científico me tapó la boca con un paño negro mientras me miraba a los ojos y sonreía tras su espesa barba canosa. Cogió unas tijeras y comenzó a romperme el uniforma hasta que mis hombros se quedaron al descubierto. Alia le hizo un gesto y éste se apartó.
-Empecemos,-dijo activando una grabadora-¿hasta qué punto puede el sujeto número 11 experimentar dolor y miedo en su forma humana?
 El pequeño cuchillo afilado fue deslizado en mi piel cerca de mi clavícula izquierda, sentí cómo mis pulsaciones se aceleraban y cómo empezaba a sudar. Alia clavó el cuchillo en mi piel y en seguida sentí un dolor inmenso mucho más exagerado y brutal que si no me hubiesen inyectado el suero. El dolor no se concentraba en una sola zona, sino que todo mi cuerpo estaba sufriendo. Mi respiración se volvió agitada a medida que las lágrimas salían de mis ojos, Alia dijo algo que no pude entender y luego sacó poco a poco el pequeño cuchillo haciendo que mi piel se desgarrase de forma lenta y agonizante.
-Esto sólo acaba de empezar...-dijo el hombre limpiando mi sangre.
 En un momento de lucidez vi cómo mi sangre ya no era de color rojo, sino un color oscuro, casi azul pero diferente a la otra sangre que había visto, me quedé conmocionada y me asusté todavía más por aquello.
-Si quieres que pare sólo debes transformarte-dijo el hombre.
 Ojalá, pensé, pero todo aquello se escapaba a mi control. No sabía cómo debía hacerlo, desde luego ganas no me faltaban para poder terminar con aquello, pero mi mente y mi cuerpo no estaban en sintonía y vi cómo Alia dirigió el utensilio hacia mi antebrazo.
-Una vez que empiece empezarás a desangrarte, transfórmate si no quieres morir-dijo la mujer todavía sonriendo.
 Lancé un grito de desesperación, pero Alia me ignoró completamente y empezó a cortar mi antebrazo. Sentía cómo el dolor se volvía más intenso y cómo la sangre salía con prisa de mi cuerpo. Aquello me dio tanta impresión que creí que iba a desmayarme pero si lo hacía no podría transformarme y me desangraría, intenté aguantar y pensar en mi transformación, pero cómo se suponía que debía hacerlo. ¿Cómo?
 La puerta se abrió de golpe, una sombra se dibujó en la puerta pero mi borrosa vista no alcanzó a ver quién era.
-¿Qué se supone que hacéis?-gritó la voz de Montez.
-Seguir tus órdenes,-dijo el otro científico-este sujeto sólo reacciona al miedo, incrementamos sus...
 El hombre no pudo acabar pues Montez le pegó un derechazo en su mandíbula. El hombre no dijo nada y la expresión de Alia cambió.
-¡Sabes bien que no debemos perder a este sujeto y tú te arriesgas a matarla!-dijo frenando la hemorragia de mi antebrazo.
-No iba a permitir que le pasase nada, no soy idiota, Christopher.
-Ayúdame a frenar su hemorragia, rápido.
 Todo comenzaba a volverse borroso, Montez me sacó la venda que cubría mi boca y vendó mi brazo cuando este empezaba a dejar de sangrar, todo fue tan rápido que todo lo que decían se volvió confuso en mi mente y poco a poco volví a encontrarme bien.
-Todavía estás bajo los efectos del suero-dijo Montez una vez que Alia y el otro hombre se fueron.
-¿Por qué me salvas?
-No lo hago, te mataría si pudiera. Pero no puedo dejar que te mueras.
-¿Por qué? Soy débil e inútil...
-Pero tu sangre es diferente a la del resto, de todas formas no tengo porqué explicarte nada de esto, número 11. Toma, has perdido mucha sangre-dijo dándome una manzana y una botella con agua.
-Gracias...-susurré.
-Soy tu enemigo, no lo olvides ni por un segundo.
 Asentí mientras observaba la manzana de color verde casi amarilla y mi brazo ensangrentado.

··· ···

Me devolvieron a la jaula tan pronto terminé de comer y me dieron otro uniforme, esta vez algo más diferente, era un dos piezas con un pantalón y una camiseta de manga larga. Vi cómo los ojos de Donovan se desencajaban al verme y esperó a que los guardias saliesen para hablar conmigo.
-¿Qué te han hecho?
-Nada, unas pruebas,-mentí mientras apoyaba mi espalda en las rejas-¿y a ti?-pregunté observando que estaba algo magullado, un moratón se dibujaba en su pómulo cerca de su ojo izquierdo.
-Unas pruebas-dijo también.
 Le miré sabiendo que él también mentía pero qué iba a decirle, miré a Logan que parecía cansado y me di cuenta de que unas ojeras adornaban sus ojos. Miré a mi alrededor fijándome en la gente y en sus transformaciones, todos y cada uno de ellos podían transformarse a sus anchas, pero yo no, ¿por qué? ¿Sería quizás por lo que Montez había dicho acerca de mi sangre? ¿Qué tendría de especial? Volví a mirar mi venda, la herida dolía pero al menos había vuelto a mi estado natural y ya no sentía tanto miedo y dolor.
 Logan me sobresaltó apareciendo en mi jaula en forma de lagarto, inclinó su cabeza y subió hasta mi hombro.
-¿Qué ocurre?-le pregunté en susurros.
-Nunca antes había visto sangre azul.
-Créeme, esto es nuevo hasta para mí.
-Esa sangre...-dijo mirando mi venda-Es por lo que Montez te tenía separada hasta ahora, ¿no?
-Creo que sí, creo que soy la única con esta sangre.
-Yo también lo creo, es decir, la nuestra es oscura, pero siempre roja.
-No le digas nada a nadie, por favor, no hasta que sepa qué significa esto.
-Tienes mi palabra de lagarto-dijo Logan antes de volver a su jaula.
 Donovan me miró y sonrió, esta vez de verdad.

··· ···

-Sujetos 11, 25, 130, 199, 203-dijo un hombre tras la puerta.
 Dos guardias entraron acompañados por Alia, primero sacaron  a los otros, Alia permaneció enfrente a mi jaula hasta que esposaron a los otros sujetos y los sacaron de allí. Luego un hombre vino a por mí y sin tener cuidado con mi brazo me sujetó con fuerza. Alia me miraba con odio y desdén, realmente me odiaba.
 Donovan me siguió con la mirada, pero pronto salí de allí aunque no con mis otro compañeros.
-¿A dónde vamos?-pregunté a pesar de que sabía que no me dirían nada.
 Intenté calmarme, me llevaron a aquella sala donde había visto por primera vez al leopardo de las nieves, seguramente volvería a verle pues volvieron a atarme como a un animal y Alia se puso tras la pared con Montez que sonrió al ver a Alia.
 Sentí algo extraño cuando los vi juntos y pronto más científicos vinieron a ver el espectáculo que yo iba a proporcionarles.
 Una alarma sonó, irritante, el leopardo blanco salió de detrás de una puerta, aunque esta vez no iba atado.
-No me hagas daño-susurré.
-No le hago daño a los de mi especie-dijo la voz del leopardo en mi cabeza.
-¿Cómo me transformo? Ayúdame...-supliqué.
-Tú no eres como el resto, tu sangre es mucho más fuerte, puedo sentirlo. Está luchando contra la metamorfosis.
-¿Cómo sabes todo eso?
-En otro tiempo fui humano, como tú.
-Sujeto 11, la metamorfosis-dijo la voz de Alia tras el cristal.
-¿Ellos pueden oírte?-pregunté en voz baja.
-No, sólo tú.
-Tengo más preguntas.
-Formula una más, no nos darán demasiado tiempo.
-¿Qué pasará si mi sangre cede a la metamorfosis?
-Serás mucho más fuerte que cualquier otro, por eso sigues con vida.
-¿Por qué ya no eres humano? ¿Qué pasó contigo?
-Te dije que sólo podías formular una pregunta más, ahora debes concentrarte y liberar el instinto animal.
-No puedo...-susurré.
-No quiero atacarte, pero si no lo hago me matarán, así que conviértete, ahora,-dijo el leopardo acercándose a mí-siente el virus en tu sangre.
 Miré mi mano y sentí cómo mi cuerpo era recorrido por todo lo que me habían metido en la sangre a lo largo de los años, podía sentir que todo cambiaba y era diferente, hasta mi visión era diferente. En menos de cinco segundos mis manos volvían a ser garras, yo volvía a ser un leopardo y parecía que mi brazo, o mi pata, ya no dolía debido al corte de aquella mañana. El leopardo rugió y yo hice lo mismo, me sentí extraña, ¿realmente aquello había salido de mi garganta? Una alarma sonó y la puerta de metal se abrió para que el leopardo se esfumase.
 Antes de irse me miró una vez más, como si aquella fuese la última vez que nos fuésemos a ver y aunque no lo deseaba no podía dejar de tener aquella extraña sensación. Volví a transformarme en mi forma humana y rápidamente me cubrieron con una manta. Me quedé de rodillas mirando la puerta de metal por la que aquel animal se había ido y recordé lo que había dicho, "virus", ¿eso era aquello? ¿Un virus? Era entonces... ¿Curable?

··· ···

-Harás el recorrido, cinco veces, intercala tus formas-dijo el instructor mirándome con severidad.
 Asentí y miré el primer obstáculo, tan sólo tendría que coger impulso y saltar una valla de un metro de altura.
 Me coloqué bien en la línea de salida y cuando el hombre dio la señal me convertí en un leopardo, corrí con rapidez hasta la valla saltándola sin problema, me transformé en mi forma humana para escalar el muro que días antes no había podido escalar y lo hice con agilidad y soltura, mis tobillos se resintieron cuando volví a tocar el suelo, pero nada podía pararme. Notaba cómo me hacía más y más fuerte, más rápida y mejor.
 Aquella tarde hice el circuito entero las cinco veces sin cometer un sólo error. Al finalizar me fijé que mi ropa estaba algo desgarrada por las transformaciones y me fui a ponerme otra ropa. Alia me siguió, llevaba días haciendo de niñera conmigo, lo que la había cabreado todavía más y una vez que me vestí ató mis manos.
-Si quisiera podría matarte ahora, Alia-susurré con maldad.
-Si lo hicieses Montez te mataría.
-¿Por qué?
-Porque soy su mujer-dijo apretando con fuerza las correas que me sujetaban.
-Él no te necesita, me necesita más a mí, con vida-dije mirándole a sus ojos castaños inexpresivos.
-Mejor malo conocido que bueno por conocer, querida, podría tocarte otro vigilante peor que yo. No sabes lo que hay aquí.
 Sonreí con desdén y Alia me llevó hasta mi jaula, Alia se fue una vez que los guardias cerraron bien la celda y los tres desaparecieron tras la puerta.
-Llevabas días sin venir por aquí-dijo Donovan.
-Lo sé, me han estado entrenando.
-Empezaba a pensar que ya no volverías por aquí-dijo con un tono de alivio.
-Supongo que tampoco sería tan malo para ti perderme de vista.
 Logan se coló en mi jaula y se acercó a mi oído:
-Yo creo que te ha echado de menos.
 Sonreí tras lo que el lagarto me había dicho y miré a Donovan casi con incredulidad. 
-Eh, iguana, a ver qué le dices-dijo Donovan.
-Te he dicho mil veces que no soy una iguana-dijo Logan enfadado volviendo a su jaula.
 Donovan se rió y clavó sus ojos verdes en los míos, pasó su mano por su pelo castaño peinándose así a la vez que en sus mejillas se dibujaban unas arrugas de expresión. Llevaba días sin ver a Donovan y aquello había hecho que me diese cuenta de lo que me alegraba su compañía. Su piel blanca era salpicada por algunos lunares y parecía haberse recuperado de algunos de sus moratones. Me pregunté si a él también le alegraba tenerme allí, aunque fuese a unos metros de separación.

··· ···

-Despierta, Kara.
 Un brazo rozó el mío, me asusté y me desperté de golpe. Vi los ojos verdes de Donovan y le miré desconcertada. Mi jaula estaba abierta, en realidad, todas lo estaban.
-¿Qué está pasando?-pregunté.
-Las preguntas para luego, venga, es tarde-dijo Donovan cogiendo mi brazo.
 Me levanté rápidamente y ambos corrimos entre más animales y personas. Logan iba sobre el hombro de Donovan, agarrándose como malamente podía con sus diminutas uñas. Corrimos por los pasillos, alguien guiaba a todos los animales desde delate. Estaba desconcertada, estábamos escapándonos de allí al fin, pero ¿qué nos harían si nos pillaban? Sabía que no me matarían, pero ¿qué pasaba con Donovan y Logan? Seguimos corriendo por los pasillos y una alarma sonó.
Las luces rojas se encendieron y muchas puertas se iban cerrando a nuestro paso. Los humanos que se transformaban en animales pequeños utilizaron los conductos de ventilación para huir de allí, busqué con la mirada al leopardo blanco pero no estaba allí y lo más probable es que no fuese a verle pues no todos habíamos escapado a pesar de ser bastantes.
Conseguimos llegar hasta la última puerta, podía oírse el sonido de la calle, un silencio extraño pero éste no era tan metálico como el lugar en el que había pasado aproximadamente quince años.
 La alarma siguió sonando y muchos militares vinieron a buscarnos, sin embargo los animales los superaban en número y aquello se convirtió en una masacre.
 Sin poder reaccionar, Donovan agarró mi mano y esquivando a la multitud corrimos hasta una explanada y es que realmente estábamos en medio de la nada. Ambos nos miramos mientras nos transformábamos en animales, Logan siguió agarrado al lomo oscuro de Donovan y los dos corrimos por el escampado.
 Todo era tan rápido que ni siquiera puedo describir todo lo que había pasado pues las imágenes corrían por mi cabeza con rapidez, el miedo era lo único que sentía, pero la libertad ya se mascaba y por primera vez en años pude ver las estrellas y juraría que muchos que eran aves escaparon volando bajo el cielo nocturno aquella noche.

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