6. Alas plateadas

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-No hables...-dijo en susurros.
-He perdido a Logan...
-Le encontraremos.
-Creí que te había perdido.
Donovan me miró desconcertado, como si le fuese extraño que yo me hubiese preocupado por él, ambos nos quedamos sin decir nada, simplemente mirándonos, hasta que me aparté de él ruborizada.
-Debemos buscar a Logan...
-Con suerte estará a salvo, no como nosotros...-dijo Donovan.
-Toma,-le dije dándole una pistola-nos ayudará.
-¿Has matado a alguien?
-¿Me crees capaz?
-No.
-Bien...-susurré-Ahora vámonos.

··· ···

Seguimos adentrándonos en el bosque buscando a Logan, pero si estaba transformado sería bastante difícil encontrarle. El canto de un búho se escuchaba entre los árboles, pero no supimos si era o no uno de los nuestros.
Tras horas de búsqueda el sol comenzó a salir y su luz se filtraba a través de las hojas, el cielo era casi de color naranja y unas nubes tenues cubrían todo. Miré al cielo, hacía tanto que no lo veía así que me invadió la nostalgia, pero al mismo tiempo sabía que con la llegada del día corríamos mucho más peligro.
-Parece que no nos siguen...-susurré.
-Eso parece.
-Donovan, ¿cómo saliste del río?
-Llegué hasta la playa, allí había varios soldados, algunos llevaban aves en jaulas, eran de los nuestros. Sin embargo antes de desembocar en el mar salí de allí con rapidez pues apenas había profundidad.
-Pensaba que te habías muerto ahogado.
-Yo también pensé que iba a morirme, pero no podíais perder el tiempo tratando de ayudarme.
-Donovan, somos un equipo.
-¿Desde cuándo?-preguntó sarcástico.
-¿Por qué me sacaste de allí? ¿Tú planeaste la huida?
-No la planeé yo, pero desde luego no podía dejarte allí como si nada. Desafortunadamente no todos escaparon.
-Ahora somos fugitivos, ¿cómo vamos a mantenernos con vida?
-El mundo entero está en guerra, Kara, nuestra única opción es irnos al Norte. Allí habrá más de los nuestros, nos ayudarán.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque yo ya he estado allí.
-No lo entiendo.
-Lo harás cuando nos vayamos.
-¿Qué pasa con Logan? No hay ni rastro de él.
-Logan sabe que debe ir al norte, no podemos hacer nada...
-Está bien...-dije sin estar convencida.
-Kara, debes confiar en mí-susurró Donovan cogiendo mi mano.
-Lo hago, Donovan, es sólo que todo va demasiado deprisa, ¿por qué me sacaste de allí?
-Debía salvaros a todos...-susurró dudando de sus palabras.
-Aquella chica... La que murió delante nuestra, la número 9... ¿De qué la conocías?
-Era mi novia...
Donovan soltó mi mano y me dio la espalda, puse mi mano en su brazo y me acerqué a él sin saber bien qué decir.
-Lo siento, yo...
-No lo sabías, está bien...-dijo Donovan.
-No, no lo está, ¿cómo llegasteis aquí?
-Kara, debemos irnos ya, responderé a todas tus preguntas, pero ahora debemos irnos.

··· ···

Aquello resultaba extraño, caminar respirando aire puro, ver los colores del cielo y oír un silencio diferente al que estaba acostumbrada a oír. Todas las sensaciones convergían y se diluían ante mis pupilas y era hermoso, por primera vez sentía todo aquello y ya no era algo abstracto ni irreal, podía sentir el frío y el viento, podía sentir el sol y la lluvia rozando mi piel. Todo lo que una vez había sentido de niña ahora era palpable y eterno.
Caminábamos ocultos en el bosque siguiendo una carretera, cada mucho tiempo pasaba un coche o una moto, pero por el resto estábamos solos. Quise saber más y preguntarle a Donovan qué pasaba, pero cada vez que lo hacía esquivaba mis preguntas, ni siquiera era capaz de mirarme, ni siquiera lograba entender porqué me había salvado.
Llevábamos horas caminando, horas sin comer, pero por fortuna nuestros estómagos estaban acostumbrados.
-Llevas horas sin decir nada, ¿qué ocurre?
-Nada, simplemente pensaba...
-Llegaremos al norte, te lo prometo. Kara,-dijo después de una pausa agarrando mi mano-se llamaba Sarah, nos capturaron a ambos y nos llevaron allí hace tres años. No sé por lo que has pasado, porque tú llevas ahí toda la vida, pero todo ha cambiado, voy a llevarte a casa.
-Yo no tengo casa, Donovan...-susurré.
Unas ramas se agitaron sobre nuestras cabezas de pronto y ambos miramos hacia arriba, un pájaro de alas plateadas descendió de los árboles y una luz lo envolvió al transformarse en humano.
-¿Vais al norte?-preguntó el chico.
-¿Quién eres?
-Me llamo Ian, soy el número 18, un halcón de alas plateadas.
-Creo que no te he visto nunca,-dijo Donovan-¿qué científico te supervisaba?
-Edward Barca,-dijo con una seriedad pasmosa-vosotros sois el número 143 y la número 11.
-¿Cómo lo sabes?-pregunté sorprendida.
-Os vi escapar por el río y te vi enfrentándote a Alia y a Christopher Montez, aunque no sé porqué les dejaste con vida.
-Porque no soy una asesina.
-El brazo de Montez ahora dice lo contrario.
-¿Has venido a juzgarnos?-preguntó Donovan.
-He venido a ayudaros, más adelante hay un pueblo no debéis parar allí, hay soldados con carteles de la número 11 y de alguno más, tan sólo de los que quieren con vida, debes ser especial entonces-dijo refiriéndose a mí.
-Agradecemos tu ayuda, pero...-Donovan fue interrumpido.
-También sé dónde podréis encontrar a vuestro amigo.
Miré a Donovan, sin embargo sabía que él no confiaba en Ian, mantenía los puños cerrados. Sujeté su mano y entrelacé mis dedos en los suyos, poco a poco comenzó a calmarse.
-¿Qué ganas viniendo con nosotros?-preguntó Donovan finalmente.
-Yo también sé lo que hay en el norte y quiero ir.
-Está bien, puedes venir con nosotros...
Ian se transformó y voló hasta una de las ramas vigilando desde lo alto que no hubiese peligro. Donovan soltó mi mano y comenzó a caminar sin ni siquiera mirarme. Me sentí confusa y hasta triste, pero todo aquello se mezclaba y era tan nuevo para mí que no podía determinar qué era lo que sentía realmente.
Caminé detrás de Donovan e Ian bajó volando hacia mí hasta posarse en mi hombro.
-¿Qué le pasa a tu novio?
-No es mi novio.
-¿Confías en él?
-Claro.
-Bien.
Ian se adelantó y se transformó en humano, sin embargo algo de él me llamaba la atención.
-¿Cómo es que sigues teniendo ropa?
-¿Querías verme desnudo?-preguntó enseñando sus dientes.
-Mi ropa se rompe a cada transformación.
-Eso es porque no lo haces bien, tu ropa debe transformarse contigo.
-¿Me enseñarás a hacerlo?
-Claro-Ian sonreía, su pelo rubio casi blanco parecía del color de sus alas. Sus rasgos eran bellos, muy bellos y su acento bastante diferente al nuestro.
Ian siguió caminando a mi lado y nos fijamos en que Donovan ya iba muy por delante de nosotros, el chico se transformó en halcón y alzó su vuelo vigilando que no hubiese soldados cerca. Corrí hacia Donovan y le agarré por el brazo.
-¿Se puede saber qué te pasa?-pregunté intentando clavar mi mirada en la suya.
-Nada, pienso en Sarah, nada más.
-Donovan, muchos han muerto, pero no podemos...
-Tú no lo entiendes, no has perdido a nadie, Kara.
-Casi te pierdo, Donovan, no puedo decir que sea lo mismo pero fuiste la primera persona que me habló y...
-¿No te hizo sentirte un animal? ¿Un experimento?
-Sí, exacto.
-Bien, porque eso es lo que Sarah me hacía sentir.
Donovan siguió caminando sin mirar atrás, sentí el canto de unas aves sobre los árboles anunciando la llegada del verano, Ian sobrevolaba la zona destelleante, sus alas no parecían de aquel mundo sino de otro más apacible y bello, aquel mundo no era así.
Aquel día pasó muy lento, pero al menos no estaba en una jaula.

··· ···

-Vuestro amigo está cerca,-dijo Ian transformándose en humano-lo he visto a escasos metros de aquí.
-Menos mal...-susurré.
-Ten...-dijo Ian dándome unos frutos de color morado-Son comestibles, es mejor que nada.
La noche había caído pero seguíamos el paso, Donovan se mantenía distante a nosotros, ajeno, su humor había cambiado desde que le había preguntado por Sarah y ahora me arrepentía.
-Están ricos...-susurré saboreando los frutos-¿Hemos pasado el pueblo ya?
-Sí, pero todavía hay soldados patrullando las carreteras.
-Me lo imaginaba...
-Me gustan tus ojos.
-Tengo heterocromía.
-Lo sé, me gusta-dijo sonriendo.
-Bueno, a mi me gusta tu pelo es muy claro y extraño-dije sonriendo.
-Soy albino y soy del continente europeo.
-¿Cómo acabaste aquí?
-Cuando empezó la guerra mis padres y yo huimos en un barco, había mucha gente. Una noche una tormenta provocó un fuerte oleaje justo cuando faltaba sólo un día de viaje para llegar. El barco se hundió y pocos sobrevivimos. Cuando llegamos a la costa no teníamos documentación así que nos llevaron junto a unos oficiales y fueron éstos quiénes nos llevaron hasta la base.
-Es horrible...-susurré.
-Lo es, pero es pasado. ¿Cuál es tu historia? ¿Cómo acaba una chica bonita en un centro de investigación estatal?
-¡Silencio!-dijo Donovan interrumpiendo la conversación-Creo que viene alguien.
Ian se transformó y voló hasta pasar los árboles con gran agilidad. Donovan se acercó a mí y ambos sacamos nuestras pistolas. Nos miramos con miedo y apuntamos a todas direcciones intentando concentrarnos en el ruido. Ian descendió y se transformó, sujetó la pistola de Donovan y bajó su arma.
-No es enemigo...-susurró Ian-Bajad las armas.
Una mujer salió de entre la arboleda, su rostro desencajado nos miró con incredulidad y al vernos levantó sus manos, no llevaba armas y no tenía pinta de ser del ejército.
-Necesito ayuda...
Ian se quitó su cazadora y cubrió los hombros de aquella mujer que no paraba de temblar. Cayó sobre el suelo y miró a Ian como si éste le hubiese salvado la vida. La chica subió su camiseta y enseñó su vientre, tenía una herida de bala y tan pronto nos la enseñó se desmayó perdiendo así el conocimiento.
Ian posó su mano en la frente de la chica y esperó un par de segundos.
-Necesita ayuda médica, tiene fiebre, si no cura esa herida...
-Espera, no podemos llevarla a ningún sitio, es de los nuestros. Nos buscan-repuso Donovan furioso.
-No tienen porqué saber quién es ella,-le dije-no podemos dejarla aquí como si nada.
-No, no podemos, pero si la llevamos a un hospital nos harán preguntas-dijo Donovan dando vueltas en círculos.
-Odio admitirlo pero Donovan tiene razón, no podemos llevarla a un hospital.
-¿Entonces qué haremos?-pregunté preocupada.
-Debemos encontrar a alguien del norte, mucha gente está infiltrada en los pueblos para ayudar a gente como nosotros-dijo Ian.
-Yo lo haré, conozco a los del norte, puedo identificarlos sin problemas.
-No, Donovan, no quiero perderte de vista de nuevo...-le supliqué.
-Estaréis bien, me transformaré y vendré con alguien en un par de días.
-Esa chica no tiene tanto tiempo, Donovan.
-Entonces volveré al pueblo que pasamos y me arriesgaré a encontrar a alguien que nos ayude.
-Pero, ¿y los soldados?
-Kara, te prometí que te llevaría al norte, debes confiar en mí.
-Lo hago, Donovan...
Al decir esto, Donovan me besó levemente en la frente y acarició mi mejilla. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo mientras veía cómo aquel chico se perdía en la oscuridad más absoluta. Llevé mi mano a mi mejilla y me quedé allí sin saber bien qué esperar de aquello, sólo deseaba que Donovan volviese a salvo y salvar a aquella pobre chica, miré a Ian que sostenía el cuerpo de la mujer y me acerqué a ellos.
-Volverá...-susurró Ian.
-Ojalá sea así, Ian... Vamos, debemos intentar frenar la hemorragia.

•Moonrise•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora