18. Montez

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-¿Sabes qué? Al principio íbamos a convertirte en una simple paloma mensajera, fuiste una de los primeros experimentos con la sangre azul y la única superviviente a ésta, el resto se convirtieron en animales o murieron porque sus cuerpos no lograron soportar la sangre.
-¿Por qué me cuentas esto, Montez?-pregunté tratando de controlar mis ganas de gritar debido al dolor de la necesidad que sentía por la ausencia de la morfina azul.
-Para que supieses porqué te quería con vida, la única superviviente, la futura líder de la raza Alfa. Cuando descubramos qué es lo que te hace tan especial podremos crear a más como tú.
-Me da igual, haz lo que quieras conmigo, no puede ser peor que esto-dije agarrando con fuerza las correas que sujetaban mis manos.
-Hay cosas peores en esta vida,-dijo tomándome la presión-como que casi te arranquen un brazo de un mordisco, tenías que haber sido una simple paloma.
-Cállate...-supliqué tratando de no gritar.
-Estás débil, pronto olvidarás lo que fuiste y nos servirás fielmente en la guerra.
-Los de Europa y Asia... Están ya aquí...-susurré sin fuerzas apenas.
-Sí, por eso debemos crear a más como tú y aunque no lo creas cada animal tiene una misión especializada.
-¿Y cuál era la misión de un lagarto australiano, eh?-pregunté intentando mantener mis ojos abiertos, aunque los párpados me pesaban.
-Pasar desapercibido, número 11, se acabaron las preguntas-dijo Montez retirando el esfingomanómetro.
 Noté mi boca seca, necesitaba beber, sentía como mi lengua se tropezaba al hablar y traté de llevar saliva a mi boca para poder seguir hablando, pero Montez desapareció tras una puerta al mismo tiempo que otro hombre entraba con un aparato en la mano lleno de gráficas.
-Soy el doctor Edward Barca,-dijo mirando las gráficas-parece que todo va bien.
-Edward Barca...-repetí mientras me daba cuenta de que aquel nombre se me hacía familiar.
-Sí.
-Ian, Ian fue su experimento...-susurré.
-¿Ian?
-Un halcón... Plateado...
-Ah, sí, ya lo recuerdo-dijo con un tono nada sincero-. Ahora voy a dormirte.
-¡No!-Supliqué-Déjeme estar despierta, no quiero dormirme y olvidar...
-Niña, tú no pones las normas aquí, además, si te dejase despierta no aguantarías el dolor.
-¿Qué quiere decir?-dije a pesar de que mi labio no dejaba de temblar.
-Debo abrir esa cabecita tuya...-dijo cogiendo un suero y poniéndolo en una vía.
-¡No! ¡Por favor!
-Deja que se quede despierta,-dio una voz desde la puerta-sólo hará esto más placentero...
-Sí, señora Alia-dijo el médico retirando la vía.
 El científico ató con fuerza mis correas y me miró con maldad, en aquel momento sentí tanto miedo que ya no pude reprimir mis ganas de gritar y suplicar por mi vida de una forma casi patética. Sentí cómo mi cuerpo no podía moverse y escuché el sonido de una pequeña sierra que se aproximaba a mí.
 Vi la cara de Alia sonriendo desde la puerta y haciendo un gesto de despedida justo antes de sentir el inmenso dolor de mi cabeza siendo perforada.

··· ···

-Hola...-susurró Logan al ver cómo Érica empezaba a despertarse.
-Buenos días...-susurró la chica con su suave voz.
 Logan besó la frente de Érica y la joven chica se recostó mirando a Logan con seriedad.
-Ha estado bien para ser tu primera vez-dijo ella saliendo de la cama tapada con la sábana de franela.
-¿No ha sido tu primera vez?-preguntó Logan algo confuso.
-No, querido...
 Érica comenzó a vestirse y Logan se dio cuenta de que el comportamiento de ella había cambiado. Ahora ya no era tan tímida ni risueña, Logan se dio cuenta de que su pie estaba atado a una de las patas de la cama e intentó soltarse.
-Es inútil, nadie deshace mis nudos.
-¿Quién eres? ¿Qué pretendes?-preguntó Logan enfadado.
-Eres idiota, no me puedo creer que te haya engañado tan fácilmente. Kara me caló enseguida pero tú no, eres tan inocente... Patético-dijo sonriendo.
-¿De qué hablas?
 Érica cogió un sable que había sobre la mesa y se acercó hasta Logan con el afilado instrumento. Logan vio reflejado su rostro en él y se dio cuenta de que había cometido un error al haberse fiado de aquella chica, pero le había parecido tan buena y dulce, realmente le había gustado hasta aquel momento, pero Érica se acercaba a él con el sable ¿iba a matarle? 
-¿Qué quieres de mí?-preguntó asustado.
-Entrégale todas las colonias a Regina, empezando por esta y no saldrás herido.
-Jamás traicionaría a Kara.
-Entonces te iré despedazando poco a poco hasta que no quede nada de ti...
 Sin embargo en ese momento la puerta se abrió y una chica apareció tras ella vestida de uniforme militar. Se quedó confusa pero Érica le atacó sin dudarlo. La chica esquivó cada uno de los golpes de Érica a pesar de que varias veces había estado cerca de herirla, la chica empujó de una patada a Érica que cayó al suelo y aprovechó ese momento para sacar una pistola y apuntar a la cómplice de Regina.
 La chica miró a Logan que se transformó en lagarto y pudo liberarse cogiendo así otra pistola mientras se transformaba en humano.
-Muchas gracias...-dijo dudando el nombre de la chica.
-Lexa-dijo la chica de pelo castaño y ojos del color de la miel.
-Lexa, gracias,-dijo Logan-ya me encargo yo.
-Eh, señor, yo había venido a decirle que ya han venido las patrullas que Kara envió para buscar medicinas.
-Yo no llevo ese tema...
-Pero es quien está al mando.
-Resolveré esto e iré de inmediato.
 Lexa cerró la puerta, sin embargo se quedó tras de ella dudando de si irse o no, al otro lado, Logan ató a Érica con fuerza para que no se escapase y con el corazón destrozado la devolvió a su celda.

··· ···

-Donovan, ¿qué ocurre?-preguntó Regina mientras le daba un bocado a una manzana roja.
-Nada, hermana.
-Espero que no me falles, debemos conquistar la colonia y hacerla nuestra.
-¿Por qué?-preguntó Donovan jugueteando con la comida.
-Porque nos pertenece, el clan de los Walnes Dorados es nuestra responsabilidad.
-Ahora es de Kara, deberías dejar las cosas como están y...
 Regina abofeteó a Donovan y tiró la manzana al suelo.
-Me das asco, el clan es nuestro-dijo la mujer dándole la espalda-¿desde cuándo eres tan imbécil? Antes pensabas como yo.
-Tú fuiste la que me mandó a esa maldita cárcel, ¿recuerdas? Nos mandaste a mí y a Sarah a rescatar al resto del clan.
-Pero tardasteis tres largos años y el norte fue derrotado, le guerra llegó. No debí haberte mandado con aquella zo...
-¡Cuidado con tus palabras!-exclamó Donovan levantándose de la mesa-Sarah murió por tu culpa.
-Sarah me da igual.
-¡Todos te dan igual! Sólo piensas en ti, eres egoísta y...
-¿Quieres que vuelva a pegarte? Porque lo haré.
-¿Crees que no te levantaré la mano yo también?
 Ambos hermanos se miraban con odio y desprecio, con sigilo, Regina cogió un cuchillo de la mesa y lo ocultó tras su espalda. Donovan volvió a sentarse y cubrió su rostro con sus manos.
-Sarah murió y no pude hacer nada para evitarlo...-dijo finalmente Donovan-No quiero que Kara tenga el mismo final.
-Kara está de nuevo en la base, hermano, así que lo más seguro es que ya ni siquiera sea Kara-dijo con frialdad.
 Donovan miró a su hermana a los ojos y corrió hacia ella.
-¿La has entregado? ¿A los militares? Dime que no-dijo el chico agarrando con fuerza los brazos de su hermana.
 A Regina se le cayó el cuchillo cuando Donovan la zarandeó y ambos se miraron. Donovan cogió el cuchillo y lo dirigió hasta la yugular de Regina, la cual se quedó inmóvil por el miedo y sus ojos desencajados empezaron a volverse vidriosos.
-Le dije a Príamo que llevase a los militares hasta la colonia de Golvain-susurró Regina.
-La colonia de Golvain es en donde nos encontrasteis.
-Sí.
-No puedo creerlo, está en peligro, ¡la matarán, Regina!-gritó Donovan clavando suavemente el cuchillo en el cuello de su hermana.
-Donovan, para, sólo quería protegerte, impedir que volvieses con ella. Donovan... Suelta el cuchillo, me haces daño.
-Igual que me has hecho tú a mí, Regina, pagarás por esto.
 Donovan soltó a Regina y corrió hacia la puerta cogiendo su arma.
-¡Donovan! ¡Te prohíbo que te marches! Perteneces al clan Askan, los Walnes del Norte, ¿eso ya no significa nada para ti?
 Donovan se detuvo en la puerta y dudó un instante, miró a Regina pero en ella sólo podía ver a un enemigo.
-Ya no soy Donovan Price del clan Askan,-susurró-te has quedado sola. No me busques nunca más.

··· ···

Me desperté después de haberme desmayado debido al dolor que había sufrido, me encontraba boca abajo en otra camilla algo más cómoda, después de que hubiesen visto parte de mi cerebro me habían quitado una pequeña parte de mi médula y ahora sentía mi cuerpo flotando en una espiral de dolor y olor a sangre. Seguí llorando mientras mil gritos quebraban mi voz, pero al hacerlo unos pasos entraron en la sala y el desasosiego llenó mi cuerpo, sólo deseaba la muerte, mi muerte, en verdad no podía con aquel dolor.
-Mátame,-susurré-mátame...
-Todavía no, ya hemos terminado de jugar con tu cuerpo, vamos a entrar en la fase cinco-dijo la voz de Montez.
-Mátame...-repetí.
-Te recuperarás, en un mes irás a una misión en Europa junto a otros sujetos, recibirás más datos y obedecerás.
-¿O qué?-pregunté sin fuerzas.
-Bueno, ya has visto lo que podemos hacerte, si nos traicionas la próxima vez no te mantendremos con vida, pero sí con dolor, hasta que tu cuerpo no pueda más y tu corazón exhale su último latido.
-Matadme ya... No voy a obedecer...
-Lo harás, tu cuerpo sigue necesitando la morfina para sobrevivir, si obedeces tendrás la morfina y aliviará tu dolor. ¿No quieres dejar de sufrir?
-Que vida tan miserable has debido tener para que estés haciendo daño gratuitamente por ganar una guerra que hace siglos que está perdida...-susurré con la poca fuerza que me quedaba.
 Montez se agachó hasta mi oreja y sentí su mano en mi columna dolorida, presionó en uno de los puntos y comencé a gritar.
-No tienes ni idea de lo que hay en mi cabeza...-susurró fríamente.
 Montez salió de la sala golpeando la puerta y me quedé mirando el suelo lleno de sangre azul y pisadas que se perdían al llegar a la puerta, me vi reflejada en un pequeño charco de sangre, mi cara hinchada y mis ojos rojos me hacían darme cuenta de lo perdida y sola que estaba, intenté recordar algo o a alguien, pero sentía cómo recordar me dolía y un nombre se escapó de mis labios mitigando parte del dolor.
-Donovan.

··· ···

-¡Lexa, espera!-gritó Logan desde la otra parte del pasillo-Quería volver a darte las gracias.
-La próxima vez no te acuestes con alguien del bando contrario. 
 Lexa siguió caminando y Logan la retuvo.
-Gracias por salvarme, Lexa, de verdad. He sido visceral.
-Lo sé, de nada, si me disculpas tengo trabajo, mi guardia empieza en quince minutos.
-Te acompaño.
-No, deberías quedarte aquí y hacer tu trabajo, yo haré el mío...-dijo Lexa bajando cada vez más la voz, como si no estuviese segura de lo que estaba diciendo.
 Logan se quedó en medio del pasillo de la cueva sin decir nada y observó cómo Lexa se iba entre la gente, maldijo ser tan imbécil por lo bajo y se dirigió hacia la sala de mando, allí los dos encargados de las patrullas esperaban a Kara.
-¿Dónde está la capitana?-preguntaron ambos hombres.
-Kara no está, pero yo estoy al mando.
-Con todos mis respetos señor, pero no es usted a quien esperábamos ni a quien debemos obedecer.
-Caballeros, tenemos una misión en el este que resolver, dispongan tres equipos para que lleven las medicinas hasta el este.
-Tardarán meses en llegar hasta el este-dijo uno de los hombres.
-Ian dijo que había vehículos subterráneos para realizar la tarea, yo no sé más-dijo Logan encogiéndose de hombros.
-Está bien,-dijo el otro-nos ocuparemos de todo.

··· ···

 Donovan se subió al vehículo y encendió el motor con prisa, debía salvar a Kara a toda costa, aquello había sido culpa suya por no haberle hecho caso, debió quedarse con ella para protegerla. Así que pronto se encaminó al sur decido a encontrarla aunque aquello le fuese a costar la vida.

··· ···

 -Alia, últimamente he vuelto a sentir esas voces en mi cabeza, no sé qué debo hacer.
-Tranquilo, Montez, lo estás haciendo bien.

•Moonrise•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora