-Regina, esta es Kara-dijo Donovan mientras yo me acercaba a él.
-Lo sé, la chica de la sangre azul de la que todo el mundo habla-dijo Regina con desprecio.
Regina era una mujer alta, casi tanto como lo era Donovan y su pelo castaño y liso permanecía recogido en una coleta que dejaba a la vista sus hermosas facciones, como sus pómulos marcados y se pequeña nariz. Sus ojos también eran verdes y su piel blanca los resaltaban. A su lado había otras dos mujeres vestidas de marrón al igual que Regina, eran algo más morenas, parecían hermanas ya que tenían unos rasgos muy parecidos. Iban peinadas de la misma manera que Regina y permanecían serias, como si me presencia les resultase desagradable.
-Veo que las noticias vuelan rápido...-susurré.
-Esta colonia está abandonada desde hace mucho, ¿qué hacéis aquí?-preguntó Donovan.
-Hemos venido a buscaros,-dijo Regina-vimos vuestras fotos en las noticias, sabíamos que estaríais por esta zona, no me equivocaba.
-Tú nunca lo haces-dijo Donovan sonriendo.
-Leímos la carta que escribiste, ¿qué pasó en el Norte?-pregunté bajo la mirada severa de la hermana de Donovan.
-El ejército americano nos descubrió y desmanteló todo aquello volviendo a llevarse a bastantes personas a sus laboratorios, pero ya no tuvimos fuerzas para empezar de cero. Sólo hemos venido a llevarnos a Donovan a Alaska, estará seguro con su familia.
-¿Y qué pasa con ellos?-preguntó Donovan alterado.
-No tenemos espacio para todos, nuestra prioridad es salvarte a ti, tal y como madre dijo.
-No pienso irme de aquí sin ellos,-dijo Donovan poniéndose a mi lado-ellos son de los míos.
-Donovan, deja de hacer el idiota y obedece-dijo Regina enfadada.
-No entiendo qué te pasa, Regina, ¿desde cuándo no ayudas a la gente?
-Desde que te capturaron y mataron a padre, no voy a poner tu vida en peligro de nuevo, no me lo perdonaría...-dijo Regina con un tono de súplica.
-Pero ellos tienen que venir con nosotros, no se merecen morir.
-Ya no tenemos ejército, vivimos en una pequeña casa dejada de la mano de Dios, Donovan, la guerra también llegó al norte y ellos ya no son nuestro problema. No podemos alimentar a tantas bocas, Donovan.
-Nos cuidaremos solos,-dijo Ian-no necesitamos la ayuda de nadie.
-No, Ian, no es así, no quiero dejaros. A ninguno-dijo Donovan mirando a Ian con temor.
-Ian tiene razón, Donovan-dije finalmente-podemos cuidarnos solos...-intenté contener las lágrimas para que Donovan pudiese irse y estar a salvo en su casa de nuevo.
-Bien, entonces vámonos-dijo Regina-nos queda mucho por recorrer y este ya no es un lugar seguro.
-Kara, ven-dijo Donovan cogiendo mi mano y llevándome hasta el pasillo de la cueva-¿qué crees que haces?
-Salvarte, Donovan, si tú puedes volver a casa haré lo imposible para que así sea.
-No lo entiendes, tú eres mi casa-dijo Donovan mientras sus ojos se volvían vidriosos.
-Donovan, será mejor que te vayas con ella, estaremos bien, cuidaré de Logan y de Ian.
-¿Quién cuidará de ti?-preguntó agarrando mis manos con fuerza.
-No todas las personas somos para quedarse a vivir...-susurré.
-Creí que me querías, Kara.
-Por eso lo hago, para que estés a salvo... Lo mejor es que te vayas...-dije soltando sus manos.
-Mi hermana no puede separarme de ti.
-No me pongas a prueba-dijo Regina tras Donovan sujetando un arma.
-Regina, no puedes obligarme a ir contigo, ya no tengo cinco años.
-Sigo siendo la mayor, hace tres años que no te veo, ni yo ni madre.
-Madre puede esperar,-dijo Donovan cogiendo mi mano-ellos me necesitan más que tú.
Regina miró el arma que llevaba en la mano, era algo extraño, no era una pistola pero se parecía mucho a una.
-No me dejas elección,-dijo apuntando a Donovan con el arma-vendrás por las malas.
Regina disparó el arma que le dio a Donovan en el brazo, sin embargo no había sido una bala lo que le había disparado y unos segundos después se desplomó sobre el suelo.
-Amber, Dorota, cargad con el cuerpo de mi hermano, nos vamos ya.
-¿Qué le has hecho?-pregunté cogiendo el rostro de Donovan entre mis manos.
-Sólo está dormido, no dramatices-dijo mientras las otras dos chicas me apartaban de él.
-Será mejor que no nos sigas, ni intentes buscarnos, la resistencia ha muerto y vosotros estáis solos-dijo Regina saliendo de allí seguida por las hermanas que cargaban el cuerpo de Donovan.
Regina se acercó a mí una vez más y me quitó su insignia de golpe rasgando mi camiseta mientras añadía:
-Y esto es mío.
Ian, Logan y yo les seguimos hasta el exterior y vimos cómo subían a Donovan en un extraño vehículo todoterreno. Regina me miró desde éste con una mirada amenazadora y pronto el vehículo comenzó a encenderse. Rápidamente se esfumó por donde habían venido y sentí cómo mi corazón empezaba a romperse.
-¿Y ahora qué?-preguntó Logan cabreado.
-Seremos nosotros quienes empecemos la nueva revolución-dije finalmente.
··· ···
Había pasado un mes desde que Donovan se había ido, un mes desde que había recorrido los túneles de las cuevas y habíamos empezado a encontrar a gente como nosotros que deseaban tener al fin refugio y comida. Pronto las cuevas volvieron a llenarse de personas y todo comenzó a cobrar vida poco a poco, las cartas provenientes de distintos lugares del país con información de más asentamientos y colonias empezaron a multiplicarse a medida que llegaban los días.
Los americanos y los asiáticos seguían en guerra y poco a poco empezaron a olvidarse de los que habíamos huido y empezaron a secuestrar a más gente para convertirles en animales.
En aquel mes habían pasado tantas cosas que me era imposible enumerarlas todas, pero poco a poco empezamos a ser muchos los que se unían a una nueva causa, incluso humanos parientes de los que podían transformarse se unieron a nosotros y gente del norte que había sido desterrada de allí por la guerra.
Éramos tantos que pronto ya no había sitio suficiente en los túneles ni en las cuevas, así que tuvimos que crear más estancias para los nuevos huéspedes. Lo bueno era que al ser tantos pudimos disponer de electricistas, médicos, exsoldados, cocineros y profesores, que enseguida se organizaron para crear un nuevo mundo bajo el suelo del conflicto bélico.
Sin embargo, Montez no había dejado de buscarme, o eso me habían dicho algunas personas que acababan de venir del exterior, lo que ponía a mucha gente en peligro, sin embargo habíamos empezado a formar un nuevo ejército y la esperanza crecía en las gentes que estaban bajo mi responsabilidad.
Entré en mi cámara y me dejé caer sobre la cama. Pronto entró Logan detrás de mí con una carta.
-Capitana, la carta de la Colonia de Sapheencie-dijo mientras se acercaba a mí.
-Logan te he dicho mil veces que no me llames Capitana si no hay nadie más presente, ¿qué dice la carta?
-Dicen que necesitan más medicinas para los niños...-dijo bajando el tono de voz.
-Creo que eso será difícil, las medicinas escasean y ya he enviado a dos patrullas a por ellas.
-Lo sé, pero... Ese virus tan raro que ha estado atacando el este me tiene preocupado.
-Lo sé, que nadie vaya al este sin estar inmunizado contra ese virus, recuérdalo.
-Sí, se lo he recordado a nuestro mensajero.
-Bien.
-Las cosas en el exterior siguen igual... Ningún bando parece estar ganando.
-En las guerras nunca gana nadie, Logan...
-Yo también pienso en él...-susurró Logan después de un tiempo en silencio.
-Yo no,-dije levantándome de la cama y dándole un trago al vaso de agua que había sobre mi mesa-retírate, Logan...
-Ian quería hablar antes contigo, estaba en la zona de cultivo.
-Iré en seguida...
Caminé hasta la zona de cultivo, al fin funcionaba la instalación eléctrica y las cuevas empezaban a llenarse de hermosas luces. La gente parecía contenta y todas las personas me saludaban a medida que se cruzaban conmigo. La mayoría eran de mi edad, pues los científicos así lo querían ya que teníamos más aguante, sin embargo había muchos adultos con niños familiares de la gente de mi especie.
Llegué hasta la zona de cultivo, la cual aún no tenía nada más que tierra y un par de semillas, Ian me vio desde el otro lado y se acercó a mí mientras terminaba de hablar con un par de personas.
-Logan me ha dicho que querías verme. ¿Qué pasa?
-¿Necesito una excusa para querer verte?
-Supongo que no-dije sonriendo.
-Vamos a mi habitación, necesito hablar contigo en privado.
Ian me llevó de la mano hasta su habitación iluminada por una luz de una enorme bombilla azul que al parecer acababa de ser instalada.
-¿Qué te parece?
-Algo extravagante, ¿no?-pregunté mientras me sentaba sobre su cama.
-Hace juego con uno de tus ojos,-dijo bromeando-y con tu sangre azul.
-En unos días voy a ir con una patrulla al exterior, vamos a despejar la zona de nuevos enemigos, necesito que te quedes aquí y que mantengas la calma.
-¿No puedo ir contigo?
-No, vendrá Logan y necesito a alguien de mi confianza al mando.
-La guerra empieza a acabarse, Kara, ¿no lo ves?
-No, no sé qué será peor, que ganen los americanos o los asiáticos.
-Creo que los europeos están apoyando a Asia y pronto mandarán nuevas tropas.
-Nosotros nunca quisimos luchar en su guerra, es por eso que voy a buscar a Montez.
-¿Qué? ¿Estás loca?
-Acabar con la guerra es la única salida para que podamos ser libres, Ian.
-No de esta forma, ¿vas a aliarte con el enemigo?
-Sólo sería temporal, luego volveríamos...
-¿A ser sus enemigos? ¿Vamos a participar en dos guerras que no tienen que ver con nosotros? ¿Por qué no dejas que se maten entre ellos? Luego libraremos nuestra guerra.
-Es la única forma de que dejen de capturar gente para sus experimentos, Ian.
-Mandarás a un montón de gente a la tumba, Kara, no pienso apoyarte en esto...-dijo Ian dándome la espalda.
-No hablemos más de esto entonces...-susurré.
-No, no hablaremos más porque no pienso dejarte ir.
Ian se acercó a mí y me abrazó con fuerza, apartó uno de mis mechones de pelo de la cara y me besó en los labios de forma fugaz.
-Estoy orgulloso de todo lo que has conseguido hacer en tan poco tiempo, Kara.
-Si Donovan no se hubiese ido tal vez nada de esto habría pasado.
-Eres una líder nata. ¿Sigues pensando en Donovan?
-No, ya no,-dije sorprendiéndome de que fuese verdad-sólo pienso en ti y en salvar a toda esa gente inocente, Ian.
Ian me besó con ternura y poco a poco sentí cómo sus manos buscaban algo nuevo en mí mientras desnudaban mi piel. Ian rozó mi herida de bala que aún me dolía y me besó con cariño en la frente mientras su manos recorrían mi espalda y las mías su nuca.
-No puedo, Ian...-susurré de pronto.
-No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo...-dijo mientras me abrazaba.
-Es sólo que todo esta responsabilidad que tengo, no pienso en otra cosa, no quiero ser como Regina, no voy a rendirme-dije finalmente.
-Tú no eres como Regina, Kara, eres mil veces mejor. Ella nunca hizo tanto por nadie, ni llegó tan lejos. Sólo que antes Canadá y Alaska no participaban en la guerra, por eso era posible ofrecer tanta ayuda sin involucrarse, tú eres mejor que esos Walnes dorados.
Sonreí ante aquello y miré a Ian que parecía satisfecho por haberme hecho sonreír.
-Soy mejor que Regina. Soy la capitana de los nuevos Walnes Plateados y de los antiguos Walnes Dorados.
-Sí y nunca nadie será mejor que tú.
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•Moonrise•
Science FictionEn un futuro distópico, el mundo se ve sumido en una guerra de la que difícilmente se va a librar. La ciencia (con un fin bélico) intentará crear humanos que entiendan a los animales, pero algo sale mal y son los humanos los que se convierten en fer...