Capítulo 12. Superman

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No paraba de andar de un lado a otro de la sala de espera. Aquel silencio de hospital me estaba poniendo mala, lo cuál es un poco irónico.

-¿Te importaría estarte quieta? Me estas mareando con tanta caminata -me espeta Santana.

Sin decir una palabra me siento a su lado en una de las sillas y me hago una coleta improvisada. En NYC no hacía calor precisamente pero yo me estaba axfisiando.

Bajo la cabeza y me llevo las manos a los hombros para darme un pequeño masaje. Todas las tensiones siempre se me acumulan ahí y no lo soporto.

Tras un rato así, cambio de posición y apoyo mi espalda en la pared. No aguantaba estar ahí sin hacer ni saber nada.

Hacía poco más de una hora que estábamos esperando pero sentía que había sido una eternidad.

Miré a Finn apoyado en la pared de enfrente y ví que estaba serio, mirando al suelo con una expresión neutral. A mi lado, Santana se encontraba en la misma posición que yo, observando techo.

Cada uno estaba nervioso a su manera, aunque yo era la única que lo mostraba.

El ansia por hacer algo me recorría de arriba a abajo y, para mi salvación, de pronto oí una voz proveniente de unos metros a mi izquierda.

-¡Chicos! -grita de repente alguien y, al girar la cabeza, ví como Blaine se acercaba corriendo a nosotros.

Yo me levanté instantáneamente y fui rápido hacia él, atrapándolo en un abrazo que me devolvió al instante.

-Estoy muy preocupado Rachel -dijo mientras se separaba de mí.

-Tranquilo, está fuera de ningún peligro -le dije. Noté como suspiraba aliviado y como la tensión se iba de sus hombros.

Llegaron Finn y Santana. Ambos le dieron un pequeño abrazo y empezaron a contarle lo ocurrido.

Mientras, yo volví a mi anterior asiento y me masajeé el cuello de nuevo.

Me sentía mas aliviada ahora que Blaine estaba aquí, pero mi estado de ánimo no volvería a la anormalidad hasta que viese a Kurt sano y salvo con mis propios ojos.

Seguía con mi masaje y me estresé aún más cuando noté que la tensión no desaparecía.

Pasé las manos a mi cara y suspiré frustrada.

La incertidumbre de no saber nada de Kurt me estaba matando, a pesar de que a Santana la habían dicho que se encontraba perfectamente. Bueno, estaba inconsciente y no sabían cuando iba a despertar. Eso no era perfectamente.

Le había echado de menos todo el tiempo que había estado en casa de Shelby. Pero no había estado dispuesta a tragarme mi orgullo y pedirle perdón para poder volver a casa.

Seguía cubriéndome la cara con las manos cuando noté como una sombra encima mía.

-¿Estás bien? -me preguntó Finn. Yo levanté la vista y apoyé los codos en las rodillas, colocando mi cabeza sobre las manos.

Me tenía un poco agobiada con tanta preocupación. No me malinterpretéis. Me gustaba que le interesase cómo me sentía y todo eso, pero no era lo que necesitaba en ese momento.

-Sí -contesté sin más. No quería tratarle borde pero no me salía otra cosa.

Él asintió y se sentó a mi derecha. Yo seguía en la misma posición, mirando al suelo.

Le solté una pequeña mirada por el rabillo del ojo. Él también mantenía la vista clavada en el suelo y tenía los labios fruncidos. Aún se le notaban las ojeras y parecía muy cansado, como todos.

Finalmente FinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora