Capítulo 20. La Mañana De Después

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Me desperté con la sensación del repentino frío y me tapé rápidamente con la sabana. Estiré los pies y me pasé las manos por el pelo. Mi cerebro no tenía planes de volver a dormir.

Dirigí mi vista a la derecha. Estaba completamente dormido y tenía una de sus manos en su cabeza, como si estuviese reteniendo un recuerdo ahí. Yo también tenía varios para guardar de la última noche: bailando, besándonos, desvistiéndonos...

Sonreí inmediatamente. No sabía si Finn sería el amor de mi vida, pero sí era mi presente perfecto. La noche anterior sobrepasó lo increíble. Él lo sobrepasaba. Porque no había nada que me hiciese más feliz. Él me hacía ser mejor, a su lado todo era más sencillo. Se puede ver que no soy la persona más fácil del mundo, pero con él no importaba. Nos complementábamos. Su amor me llenaba. Y era alucinante.

Salí de la cama y me metí en el baño. Con sólo mirarme en el espejo podía ver las claras marcas que las movidas últimas horas. Finn y las bodas eran un peligro. Más que comprobado estaba ya.

El agua calló caliente sobre mi y me relajé. El resto de la boda había sido increíble. Kurt, Brittany, Santana y Blaine; todos estaban maravillosos. Desprendían felicidad. Y eso le encanta a todo el mundo. Los discursos habían sido conmovedores y el champán excelente. Yo podía corroborarlo.

Sin embargo, después de la fiesta vienen los problemas.

¿Qué hacía ahora?

Yo amaba a Finn con todo mi corazón, pero él no iba a dejar Lima y yo lo sabía. Jamás le haría algo así porque le comprendía. Finn pertenecía a Ohio y yo estaba enamorada hasta las trancas de NYC. Era mi sitio, sin ningún atismo de duda.

Pero por otra parte, no creía que pudiese abandonarle. No de nuevo. No después del último año. Podía sentir como me había faltado algo esos doce meses. Y es obvio lo que era.

Suspiré cansada mientras me secaba el pelo. Estaba pasando otra vez. De vuelta a elegir entre amor y carrera. Porque la música era mi segundo amor y Finn lo sabía.

Salí del baño y, en vez de unas preciosas vistas, me encontré una cama vacía. Se había ido. Y no me sorprendió en absoluto. Le entendía, yo también había huido tras malas decisiones en una boda. Eso era para él, una mala decisión.

Me tumbé en la cama y dejé que las lágrimas se asomasen a mis ojos.

¿Y si era lo mejor? ¿Y si rendirse no era una mala idea? No tenía nada claro. Me dolía todo sólo de pensar en dejarle atrás.

Mientras me levantaba pensé en la única persona que podía ayudarme. Necesitaba un golpe de verdad y eso sólo podía dármelo alguien.

*****

-Espero que tengas claro que me estás interrumpiendo el sueño la mañana siguiente a mi boda. Mi boda. Explícame por qué te estoy abriendo la puerta cuando debería estar durmiendo junto a mi preciosa ya mujer rubia —Santana me miró desde el umbral de la puerta vestida con una simple bata, porque dudaba que hubiese algo debajo de ello.

-Anoche me acosté con Finn —la miré desde detrás de mi flequillo. Ella rodó lo ojos.

-No hace falta que me cuentes lo obvio. Todo el mundo os vio juntos. Dime qué te pasa de una vez —cambió el peso de una pierna a otra y me observó con los brazos cruzados.

-Se ha marchado —suspiró —. Y no sé qué hacer Santana. No quiero dejarle otra vez pero no puedo renunciar a mis metas. Es tenerlo todo menos él o tener a mi todo pero dejar atrás mis objetivos, lo que he querido toda mi vida. Funny Girl es la cosa más increíble que me ha pasado.

Finalmente FinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora